Mientras tanto, en el hospital…
Punto de vista: Jennifer.
Estoy acá recostada en esta fría cama de hospital luchando desesperadamente para no dejar escapar un grito de amargura y agonía por lo que estoy pasando. Pero…a pesar de sentir este tormento aplastante en mi pecho, me esfuerzo por mantener mi compostura ante este par de traidores, porque siempre he sido una mujer callada y que hace las cosas sin decirle a nadie. Desde muy joven aprendí a ocultar mis emociones, a encerrar mis dolores y mis miedos más profundos. Así que…suspiré disimuladamente, tragándome las lágrimas que amenazaban con brotar ante la presencia de estos dos traidores que se atrevían a mirarme a la cara.
Mi supuesto esposo, aquel que alguna vez aseguró amarme, se había ido con la excusa de una reunión urgente. Ahora que lo pienso… ¿que esposo que ama a su esposa prefiere una junta que su esposa que estuvo a punto de morir? yo me pregunto.
Pero como una tonta ahora me vine a dar cuenta de eso después de tantos años, todas esas juntas eran puras excusas. Sin embargo, cuando Archie se fue, en su rostro se reflejaba una frustración evidente al descubrir que seguía con vida. De mi mente jamás se va a borrar cuando lo vi teniendo sexo con mi hermana y, pude oír claramente sus palabras viles: deseaban mi muerte.
Jade, esa mujer que comparte mi sangre, no tardó ir tras mi esposo infiel, inventando una excusa para acompañarlo hasta la salida.
―Ya vengo… acompañaré a Archie, no me tardaré Jenny―Fue lo que me dijo la hipócrita.
Pero en los rostros de ambos se percibía la amargura de saber que sus retorcidos deseos de verme sin vida habían fracasado. Supongo que ahora allá afuera planean reencontrarse en su nido de amor, donde pueden ser amantes libres, pero quien sabe si cuando estaba de viaje, hacían el amor de seguro en mi propia cama. Me imagino que ahora estarán más libres mientras yo aquí estoy confinada por unos cuantos días más, según las indicaciones del médico. Pero quizás sea mejor así, estar alejada de ellos por un momento, sin tener que presenciar su espectáculo de mentiras y ver cómo me menosprecian, creyendo que no sé la verdad.
Nunca podré borrar de mi memoria aquel desgarrador momento en que los descubrí revolcándose en la oficina, el mismo lugar al que Archie siempre me negó acceso, excusándose con el pretexto de que no estaba lista porque le faltaban algunas cosas de decoración, que olía muy fuerte a pintura o de que estaba muy ocupado en juntas. Ahora sé que eran puras patrañas para sus encuentros clandestinos con mi hermana. De verdad que es indescriptible este dolor que siento dentro de mi, es como… si tuviera un puñal tanto en mi corazón como en mi garganta, porque me duele porque no puedo gritarles a la cara que los vi. Pero no importa… debo guardarlo dentro de mi y utilizarlo como una arma para maquinar mi venganza contra este par, los cuales me han hecho sentir tan humillada y maltratada.
Le rogué al médico que no mencionara ante Archie el aborto que sufrí, un secreto compartido solo entre él, Virginia y yo. Prometió no revelarlo al repugnante hombre que alguna vez llamé esposo. Pero el dolor que me consume es abrumador, he perdido a tres seres queridos a la vez: a mi hermana, a mi esposo y a mi bebé, un ser que llegó al mundo de forma inesperada, pero del cual nunca podré disfrutar.
Minutos después de que Archie partió y no sé qué le dijo a Jade, ella entró en la habitación. Sin embargo, su rostro para mí había cambiado por completo, ahora la veo como una sombra tenebrosa, como un horrible monstruo y no como la hermana a la que tanto amé.
―Ya llegué Jenny…―cerró la puerta―Archie se fue muy triste―dijo, con una pequeña sonrisa.
Un escalofrío me recorre al ver su sonrisa siniestra, una sonrisa que me aterroriza hasta lo más profundo de mi ser. Entonces, la muy hipócrita se arrodilló frente a mí, tomando mi mano entre las suyas, con sus ojos cafés clavados en los míos y me hace una pregunta obviamente cargada de malicia:
―Jenny, ¿cómo está tu aneurisma? ¿Qué te dijo el médico? ¿Hay riesgo de… que se rompa?
Sus palabras ocultan un deseo ardiente de verme desaparecer. Aprieto mis mandíbulas con fuerza y le respondo, mintiendo descaradamente:
―Bueno... según el médico, debo descansar y cuidarme mucho.
Luego, escuché su respuesta repleta de falsedad, con una dulzura forzada:
―Oh... entonces, deberías descansar. Me quedaré aquí contigo durante toda la noche para cuidarte―Estaba arrodillada y llevó mi mano hacia su boca y la besó.
Mi mano tiembla de furia contenida, como si estuviera al borde de estallar en mil pedazos. La ira, mezclada con la decepción y el dolor, fluye por todas mis venas. Ya no puedo soportar la presencia de mi hermana, su cara, sus acciones y su hipocresía me provocan darle un golpe. Mi mano tiembla y en verdad...siento que... no puedo resistirme a decirle todo lo que sé.
Nota de la autora Lily
Te entiendo Jenny yo también quisiera golpearla. Pero... ¿la golpeará? veamoslo en el siguiente episodio. ¡Deja tu comentario!