Abrazo con fuerza las mantas a su cuerpo, sentir el aroma de su Alpha la hacía sentir bien y completa, olfateaba contenta extrañando la presencia de su vaquero sexy. Le extrañó no verlo nuevamente ahí con ella, habían pasado solo unas semanas en las que no había dormido bien fuera de su madriguera. Estaba más a gusto en ella. Se estiró en la cama siendo vista por esas esmeraldas que tanto le causaban temblores, esos fuertes brazos la agarraron con fuerza manteniéndola segura y a salvo. — ¿Ya no estas enojada? — Trato en esos días que su conejita estuviera del todo cómoda. Aunque le había dado una gran y segura madriguera, seguía enojada por no haberla marcado en esos días. — Si sigues diciendo que no, me iré de este lugar y no regresare. — Si eso es así, mi conejita estará indefensa.