Observo con una pequeña sonrisa todo el lugar, brincaba en la oficina de su Alpha queriendo dejar su aroma en este, quería que cualquiera que entrará en el lugar supiera que él era suyo. Su azulada mirada se posó en su Alpha, uno que no estaba soportando el ver a su conejita con un ajustado traje rosado. Era tierna ante los ojos de todos los que la han visto, pero ese traje ajustaba sus curvas. — Creo que ya es suficiente, ¿no lo crees? — Quiero que dure por siempre. — Quería eso, pero también quería enterrarse en ese húmedo interior que su conejita tenía listo siempre para él. — Te volveré a traer cuando tu olor se esté marchitando. Eso la hizo saltar de alegría, fue a los brazos de su Alpha y lo beso con delicadeza sintiendo esos tersos labios que la comían en cada momento que podía