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Mi dulce de melocotón

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Blurb

¿Podrás soportar este dulce amor?

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Giovanna era perseguida por sus inseguridades, burlada por sus compañeros desde niña por ser una coneja, algo distinto a lo que en ese país se encontraba. Un país lleno de lobos. Donde los conejos, herbívoros, no eran bienvenidos.

Los carnívoros odiaban con creces a otras especies, considerando una rareza a otros, pero más a los conejos conocidos por su deslealtad y su falta de respeto hacia otros. Aun así, Giovanna nunca se encontró sola y siempre era defendida por un lobo muy gruñón. Abdel Zuhair, nunca permitiría que otros le hicieran daño a ella.

Giovanna quiso huir, alejarse de lo que le hacía daño... pero era imposible.

Abdel resulto ser su pareja y él no permitiría que su zibiya, su melocotón, desapareciera de su vista.

Él la protegería.

«Tú eres mía, mi melocotón»

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Copyright © 2020

Saga: Frutas indecorosas.

Primer libro de la saga.

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Capítulo cero
Libro 1 Saga: frutas indecorosas. GIOVANNA ◤ ... ◥ Poder soportar tanto dolor era algo poco posible para mí, nadie comprende mis moretones y porque estos nunca parecían curarse. Es difícil comprenderme, todos los demuestran mientras se burlan de mí, algunos me empujan mientras camino por los pasillos de la escuela, todos disfrutan de un almuerzo, yo solo debo de evitarlo mientras otros conviven, yo para ellos no tengo permitido hacerlo. Soy considerada una inútil, para todos mi especie es débil y poco efectiva. Mantengo mi cabeza hacia abajo sin mirar mucho a otros. Escucho como siguen esparciendo rumores sobre cosas que no he hecho, eso me inquieta. Siempre escucho las mentiras que dicen de mí y son tantas que me he cansado de negarlas, entro a la dirección en donde había sido llamada. Con poco entusiasmo entro observando a mi maestra tutora y otra alumna, estoy segura de que de nuevo se me acusara de algo y como siempre la directora me mirara con lástima. Estoy sola. No me puedo defender por mi cuenta y es por eso que siente lástima de mí, no tengo familia alguna que me ayude con lo que ocupo en mi vida. Me siento donde siempre, mientras escucho como la chica comienza a decir que la intimido y no quiere que siga en la institución, parece que han puesto más detalle en abusos que yo misma sufro mientras todos observan. Puedo decir que hasta ella que se hace pasar por un víctima ha visto lo que me hacen y no se mete, pero también me ha aventado cosas mientras todos lo hacen. Cuando sucede eso es de burla el lema de nuestra clase "la armonía nos define como salón", siendo que no la hay. — Algo que tengas que decir al respecto —. Niego ante la mirada de la maestra. — La única medida que puedo tomar es llamar a sus padres jovencita —habla la directora, pero no mirándome a mí—. Es malo mentir sobre un abuso. Quiere que sus padres se enteren de las palabras que a dicho, como castigo limpiara la institución —. — ¿Cómo? No escucho lo que ella me hizo, ¡a caso quiere que termine con mi vida por el abuso que he sufrido! —. Aprieto mis manos guardando silencio, es tan simple decirlo, pero cuando no tienes complicaciones tan grandes como las que crees logras arrepentirte en ese momento, mientras vez como todos siguen su vida con normalidad mientras tú te quedas ahí estancado. — ¡Suficiente! No te da vergüenza hablar de eso al lado de la persona que en verdad sufre —. Dijo la maestra. Baje mi mirada, eso me rompía por dentro. — Puedes retirarte Giovanna, le mandé a hablar al hijo del Alpha —. — ¿Qué dijo? —. Pregunto la chica alarmada por lo que escucho. — ¿No sabías?, él responde siempre que a ella se le acusa de estas cosas. No debe de tardar en llegar, pobre, siempre le complican las cosas cuando se prepara en asumir sus deberes como heredero —. La chica que me acuso palideció cambiando su semblante, la puerta se abrió casi al instante por Abdel, alguien que siempre me cuida, uno que no parece contento. Aunque no quería molestarlo, porque se encontraba ocupado con cosas de la escuela y de su familia. No todo sale como siempre yo quiero. — Siéntate afuera —. Comento sin sonar enojado mirandome con suplica. — ¿Qué? No. Giovanna, amiga mía, dile que fue un malentendido —. Rogó. — ¿Me llevarás a casa después de esto? —. La ignoré y solo miré a Abdel asentir. Salí de la dirección y me senté en el piso del pasillo, tape mis oídos mientras contaba conejitos en mi cabeza, solo quería ir a mi casa y hacer postres, era lo que más amaba en la vida. Eso me hacía sentir libre mientras con fuerza moldeaba la masa de algunos postres, mis postres son ricos y son los que me quitan el estrés, el miedo y el temor. — Oh, huelen, eso es una coneja. La coneja amiga del Alpha —me encojo en mi sitio—. Aún no te han reclamado, ¿ni tu amiguito el Alpha? —niego conteniendo mis lágrimas—. Pero por supuesto, hasta él sabe que nadie quisiera reclamar a una coneja, una herbívora, que no come carne... —. Me toma de mi camisa apretando con mucha fuerza esta, casi asfixiándome. Cierro mis ojos algo cansada, escucho como la puerta de la dirección se abre, escucho con mis oídos el leve gruñido que Abdel suelta por lo que abro mis ojos alarmada. Él no le gusta que me agarren o que alguien me esté queriendo intimidar por pensar ser inferior. — D-déjame S-scott —. Tartamudeo sin mucha fuerza. — Ay, dios mío. La escucharon... eres inútil Giovanna, ¿lo sabes? —cierro mis ojos nuevamente—. Nadie te protegerá, tu amigo heredero no está aquí para salvarte —. Escucho los pasos pesados de Abdel mientras camina hacia mi dirección, la sorpresa en los jadeos de todos al notar que el heredero si está aquí es notable, respiro con fuerza cuando Abdel me quita la mano de Scott de encima escuchando como lo lanza por el pasillo, poniéndome a salvo. —¿Estás sordo? ¿Acaso no escuchas bien? ¿Ocupas ayuda para escuchar? —Oh, no—. Creo has tenido suficiente diversión, es mi turno, adviértele a tu familia que no estarán bien económicamente por el momento —. Scott calla a Abdel con su risa psicópata, eso no le importa, la familia de Scott siempre lo ha odiado por los problemas que siempre crea con Abdel. Pero para él, yo soy el problema al estar en una escuela de carnívoros, una que tuvo que hacer modificaciones por mi sensibilidad a la carne. — ¿Por qué dejaría de divertirme con tu protegida? Es una hermosa coneja, todos queremos divertirnos con ella. Tú ya te divertiste lo suficiente ¿o acaso no crees que sabemos que esa herbívora se acuesta con personas de poder para estar donde está? Porque familia no tiene —recibe un fuerte golpe de Abdel que le hace girar el rostro—. Lo siento, Alpha. Pero quiero que me prestes a esa linda herbívora para disfrutar de su sana nutrición —. Cierro mis ojos al ver cómo lo agarra con sus dos manos del cuello. No, no, no. Su enojo tiene límites que yo no he logrado alcanzar, pero todas las palabras que Scott dice son suficientes para elevar a la naturaleza de Abdel que siempre degusta a quienes deben de ser castigados. La directora detiene todo antes de ver a uno de sus alumnos muerto, eso mancharía el blanco historial de la escuela. La llenaría de escándalos y todo saldría a la luz, por eso no hablo, prefiero que todos crean que la primera herbívora en una escuela de carnívoros es bueno. — Vuelves a decir eso nuevamente y no dudes de que serás matado de inmediato, en mi territorio no habrá que soportar a personas mezquinas y de mente cerrada como tú —. Niego aterrada. Abdel lo deja a un lado, observa a los docentes que se encontraban manteniendo a la multitud lejos y se acerca hacia mí, me toma en sus brazos cargándome mientras se ve la desesperación en su mirada por llevarme a un lugar donde pueda estar tranquila. Muerdo mis labios algo temerosa por la nueva actitud que vi de él, aunque nunca me hace miedo y no es nuevo que casi vea como se corrompe dejando a su bestia en su límite, sé que no es bueno ese comportamiento. — Ab...abdel —le llamo—. No deberías de hacer eso, es malo, alguien podría alzar la voz y estarían cuestionando si es bueno que seas un líder —. Menciono cerrando mis ojos con algo de temor mientras entramos a la enfermería. Noto que no dice palabra, me deja sobre una camilla mientras se mueve por el lugar, ¿estará enojado?, juego con mis manos sin saber qué hacer. No creo ser muy buena hablando, muerdo mi labio nerviosa cuando él se acerca de nuevo sentándose en una silla enfrente mío. — Si mi conejita lo dice, debo de tenerlo en cuenta y portarme de mejor forma. Nadie te escuchará aquí, puedes soltarlo —. Termina de hablar, he inmediatamente comienzo a llorar todo lo que soporte en el transcurso del día, bajo mi rostro, sintiendo las lágrimas caer sobre mis piernas. Abdel comienza a revisarme y aplica pomada en los hematomas que ve y desinfecta raspones. — No quiero esto, ya no lo soporto...—sollozo—. Abdel, prométeme que ya no viviré esto —. Murmure. — Ya nada sucederá, pero si alguien me contara lo que sucede y no sintiera preocupación por decir los nombres de quienes le hacen daño, todo sería más sencillo, ¿no lo crees? —. Niego. Se pone de pie haciendo a un lado el botiquín que tenía en mano y se inclina un poco poniendo su mentón en mi cabeza, sonrió mientras él me acaricia mi cabello sabiendo que eso me hace llorar aún más. Su comportamiento siempre me asusta, pero su aroma es relajante y cómodo. — Giovanna, mi madre, hará una cena en unos días y quiero que vayas — — No creo que sea bueno, la última vez ...—. — Nadie se dio cuenta de eso, tú deberías dejar a un lado lo de ese día a menos que quieras que eso en serio suceda —niego mirándolo y solo lo abrazo dejando mi cabeza contra su abdomen—. Tan solo es una comida, madre me extraña y pensó en hacerla. Dijo que llevara a alguien y quiero llevarte a ti, estará mi tía. Una herbívora que te puede aconsejar y ayudar con temas de tu especie —. Entrecierro mis ojos mientras él baja su mirada hacia mí. — Cambiando de tema; ¿dónde estabas?, y ¿por qué te dicen Alpha? A caso ya asumiste el puesto, eres malo por no decirme, pensé que estabas ocupado con tus estudios —. Me cruzo de brazos separándome de él y me pongo de pie sin poder alcanzarlo del todo, por lo que me subo a la camilla quedando de su tamaño. Se ríe de mí mientras me mira y me toma desde las rodillas haciendo que lo agarre de sus hombros para no caer. — Solo es algo inútil, no importa ahora —. Asiento, siempre me dice lo mismo cuando no debo de meter mis orejas en lo que no debo. Es algo de lo que me acostumbre después de su transformación, nada fue lo mismo, algo en él se volvió distinto y demente, me aleja a veces y otras veces me tiene tan cerca, aun cuando estoy en mi celo y eso me descontrola, a él más sobre todo, la última vez juntos casi teníamos coito y... no debo de pensar en eso. No lo deseo, solo somos amigos. — En serio, lo mismo otra vez —suspiro—. ¿Qué ropa debo usar para ese día? —. Me sienta de nuevo en la camilla y toma mi rostro con ambas manos, solo miro hacia otro lado sin darle mucha importancia. No me gustaría enterarme de que todos se dieron cuenta de lo alborotada que salí ese día. — No te preocupes, ya resolví eso y más —. Trato de quitar sus manos de mis mejillas, pero es imposible. — Abdel —aleja sus manos al ver que eso me ha molestado— Estabas algo alterado qu-quieres... —. Pone su dedo índice en mis labios callándome de inmediato sin siquiera dejarme decir lo que quería, aunque es malo, es algo que lo tranquiliza. Y a lo que descubrí cualquier Alpha se tranquiliza con feromonas de omega. — Eso aquí no pequeña roja —agarra mi mentón con delicadeza en el mismo lugar en donde Scott puso sus asquerosos dedos—. Si te vuelve a poner un dedo encima te aseguro que me valdrá un demonio todo y lo que digas, no estaré tranquilo hasta no verlo sin vida —. — No me gusta eso —. — Lo sé, pero no me manipularás y tampoco me gusta que te traten de esa forma por ser una herbívora —. Asiento. Acaricia mi cabello con suavidad y cierro mis ojos por la agradable sensación que me da solo eso, sus manos bajan hacia mis mejillas y las acaricia de igual forma sin hacerme daño siendo delicado. — No la has encontrado —. Murmuro arruinando el lindo momento que teníamos como amistad. Su rostro se frunce y yo solo cubro mi boca con mis manos arrepintiéndome de lo que dije, me escabullo aprovechando su leve irritación por el tema. La mano de Abdel toma mi brazo impidiendo que huya. — Te dije que no volvieras a mencionar eso... —guarda silencio—. No vuelvas a decirlo, Giovanna —. Esparzo mis feromonas sin control, algo normal cada vez que intento hacerlo calmarse, es alguien con un temperamento fuerte por lo que siempre lo veo ir a mi pequeño departamento para relajarse, a veces masajeo sus hombros notando lo tenso que esta. Siento un agudo dolor en mi interior lo que me alerta que mi celo está cerca, esto descontrola mis feromonas por lo que al sentir como Abdel me agarra con fuerza, algo que me deja sorprendida por lo que lo miro nerviosa. — Que te había dicho, Giovanna, no es bueno que alguien descubra que eres omega en este lugar. No es bueno, donde está el collar que detiene tu aroma —. — Se rompió hace un momento. Y no creo que alguien me haga daño por ser omega, nadie sabe que soy mestiza, creo eso sería otra razón por la cual quererme dañar. Lo comprendo, soy un error —. Abdel niega con una sonrisa, vuelve a tomar su pomada especial y me pone un poco en mi mentón para que el hematoma desaparezca, hasta este momento me doy cuenta de que él siempre me trata con cuidado. — No eres rara, eres única. Eso les da miedo. Pero recuerda que siempre estaré para ti Giovanna —. — No digas eso, algún día encontrarás a tu pareja destinada y yo solo seguiré mi camino en soledad. Tendrás familia y... —. Gruñe callándome. — Deja de decir eso o te meteré una zanahoria en la boca —. Le doy un golpe leve, creo siempre aplica esas mismas frases, pero nunca entiende que soy alérgica a ciertas verduras y frutas. Aparte que odio las zanahorias, siendo herbívora hay cosas que no me gustan, como las zanahorias. — Sabes que las odio —. Asiente riendo. Caminamos fuera de la enfermería, la escuela es un gran lugar en donde es imposible encontrar un lugar para estar en paz. Ni en los salones olvidados podía estar porque algunos cachondos iban a pasar el rato, era asqueroso. Miro los pasillos vacíos que me indican, todos están en clase, la última del día. — No sé qué haré cuando la diosa luna ponga en tu camino a... —. — ¡Giovanna! —rio nerviosa mientras bajo mi cabeza— ¿Cuántas veces más tendré que decirte que dejes el tema a un lado?, creo perdí la cuenta de cuántas veces te he dicho esto. No estoy jugando cuando digo que me enojaré si sigues con eso —. Me estremezco por lo gruesa que se volvió su voz en cuestión de segundos. — 143 y con esta 144. Pero es verdad, donde has visto que una pareja no se ponga celosa de una omega, más si esta es amiga de lo que es de ella —. — ¿Tú te pondrías celosa si tu pareja está con otra omega? —. Le sonrió sin responderle, mis nervios me ganan y solo ignoro su pregunta, Abdel parece entender la respuesta que me incomoda decirla por yo no creer que merezca estar celosa. Salimos de la escuela y el frío aire cala en mis huesos, Abdel al notar aquello me pone su abrigo encima de mis hombros, su aroma es cálido por lo que sonrió a escondidas para que él no se dé cuenta de eso. Es mi amigo, me gusta, pero no creo que sea lo indicado estar juntos más si no somos pareja. Desde que recuerdo él siempre ha estado a mi lado y me ha cuidado, nunca me hizo a un lado cuando tuve mi transformación y me enteré tanto por mis padres que era una coneja, pero tenía una mezcla entre lobo y conejo, soy mestiza, tengo un olor peculiar. Por lo que Abdel siempre me impregna de su olor para que nadie se dé cuenta de que soy mestiza. Lo noto, siempre noto como me abraza o me pone sus prendas para que nadie se dé cuenta de mi verdadero aroma. Puede ser una razón más del porqué me tratan mal, tengo el aroma del heredero impregnado a mí, no había pensado en que eso fuera posible. Él nunca me ha tratado de diferente forma y nunca me ha dado la espalda como otros, creo por eso me gusta, es un hombre caballeroso en toda la palabra. Aparte de su aspecto, él es muy lindo. Su piel trigueña, ojos verdes oscuros, hoyuelos perfectos adornando su sonrisa, rostro marcado y facciones toscas que lo hacen ver bien, su físico es impecable y su altura sobre todo lo cataloga como uno de los Alphas más altos. De un lado pienso que está mal que lo vea de esa forma, es entendible que no hay amigos en un mundo así y es peligroso confiar en alguien, más siendo carnívoro, pero Abdel me hace confiar en él sin ver los peligros de estar a su lado. — Mañana es el aniversario de la muerte de mis tíos, que te parece ir primero ahí y así acepto ir contigo a la cena de tu familia —él me mira, de alguna forma nunca le ha gustado ir a dejarle flores a quienes me criaron. No entiendo su actitud cuando se trata del aniversario de la muerte de mis tíos—. ¿Me puedes acompañar? —. Hago un puchero alzando mi rostro y me mira fijamente. — Claro, sería un gusto acompañarte —. Sonrió, encantada por haberlo convencido. Pero mi sonrisa no dura mucho cuando lo observo subir a su moto y tomar su casco, esas cosas me han dado miedo desde la última vez que me subí, ayer que me trajo en ella siendo mi primera vez casi vomitaba. El defecto que tengo en mi anatomía aparece, mi esponjosa colita quiere sobresalir de mi falda, cierro mis ojos apenada por eso, miro nerviosa a Abdel el cual solamente frunce su ceño por verme negar. Me pone un casco rosa que había comprado para mí y aprieta mis mejillas. — ¿Sucede algo? —niego, paso mi pierna sobre esa horrible cosa y agarró la camisa de Abdel miedosa. Él agarra mis manos, me obliga a pasarlas alrededor de su cintura abrazándolo—. Así estarás más segura —. Tragó duramente mi saliva cuando escucho como esa cosa se enciende, ¡brócolis!, chillo fuertemente cerrando con más fuerza mis ojos, el agarre que tengo en la cintura de Abdel se vuelve más fuerte y muerdo mis labios cuando siento su musculatura con facilidad. Siento mi cabello revolotear por el aire y suspiro sintiendo mis mejillas acaloradas, los efectos del celo parecen afectarme antes de lo que deberían. Se supone que mañana inicia mi celo, pero parece ser más fuerte de lo que creía. Se detiene y suspiro; — Llegamos bola de pelos —. Dejo salir un leve gruñido por escuchar de nuevo ese apodo que tanto detesto, pellizco una parte de su abdomen escuchando su risa mientras comienza a ponerse de pie. Me quedo en el mismo lugar sin moverme, no me inmuto de mi puesto, aún no se me va el miedo y solo estoy estática en el lugar mientras tiemblo. Abdel pone su mano justo donde se ubica mi colita y suspiro jadeante, me ayuda a bajar de la moto y me aparto de él rápidamente. Eso me descontrolo, más con este avance de mi celo. — Oh, santos cielos, tu aroma —se tapa su nariz—. ¿Qué es eso? —. — Nada, debes irte —. Niega con una sonrisa. Miro sus ojos y me doy cuenta de que él también está en su celo, ¡zanahorias!, se acerca a mí alejando su mano de su rostro y retrocedo, olfatea mi aroma y cierra sus ojos volviendo a tapar su nariz, ¿oleré mal? — ¿Esa era tu colita? —niego y luego asiento nerviosa—. Giovanna sabes que tu aroma es de melocotones —. Tragó duramente, niego mientras me quito el casco. Tapo mi colita y el pequeño tic en mi ojo comienza en mi párpado delatando mis nervios, tengo miedo de que algo suceda al estar ambos con el inicio de nuestro celo. — T-te veré mañana —. Camino sin darle la espalda por miedo a que me siga como una presa. Me quedo quieta al sentir su aroma a poderosa testosterona y niego, no puedo, no debo de hacerlo. Sé que se contiene y yo debo de hacer lo mismo. — Vendré por ti en la mañana —asiento—. En mi moto —niego y ríe—. ¿¡Tu colita salió por sentir nervios o por el celo!? —. — No es de tu interés —. Gruño entrecerrando mis ojos y lo obligó a callar. Escucho su risa, pero solo comienzo a caminar hacia la entrada del departamento tratando de contener mi aroma, miro hacia atrás para ver si él sigue aquí, pero él ya no está. Suspiro entrando con rapidez al elevador recordando cuando Abdel me dio las llaves del pequeño departamento en donde me permitió vivir su padre, sé que fue por la insistencia y necedad de Abdel por lo que terminó aceptando. Y ahora nos encontramos en este enruedo en él cuál solo estuvimos a punto de perder el control. —Ending— Con una mirada llena furia, el heredero Abdel observo a la joven que mentía sobre las acciones de su omega, miro con asco a la joven que comenzaba a temblar de miedo. Gritaba queriendo que la omega de ese hombre regresara, la salvara y le tuviera lástima. — Habla, sálvate —. — Fui obligada a decirlo, yo no quise mentir por mentir. Por favor perdónenme —. Desesperada por no saber que hacer, se puso de rodillas en el suelo pidiendo perdón por lo que dijo. — No eres la primera, pero espero seas la última. Sé que tú me dirás quien le hace estas cosas a mi omega o quieres desafiar mi buen trato hacia tu familia, creo haber escuchado que tienes una beca —. — Yo... —. — No lo pienses tanto. ¿Crees que te usaran? ¿Qué te harán el ciervo de la escuela? No quieres ser mi omega, tu empatía te hace sentir desde antes que sufrirás. Así que porque callar y guardar la verdad. No soy bueno controlando mi bestia, conoces los rumores. Te estoy dando una oportunidad, aprovéchala y sé buena ciudadana —. Abdel puso su mano sobre el hombro de la joven, logrando que esta sienta aún más miedo. Puesto que era sabido que el heredero era un ser oscuro, uno que intentaba mantener callado ese ser siniestro, torturaba a cualquier que se atreviera a ir con su omega y decir la verdad. Tampoco la joven podía ignorar el hecho de que al no decir nada quien la atormentaría sería un gobernante, eso arruinaría a su pobre familia. — Está bien, dire quienes son los que ordenan las burlas, humillaciones y acoso hacia su pareja —. Abdel le aventó un papel con una pluma, sentía una paz, porque pro fin le pondría fin a la tortura que su omega siempre oculta. Por fin había encontrado a alguien débil que se dignaba a hablar y decir quienes provocan daño a su ser de luz. — Escribe, no quiero que omitas ningún nombre. Principales y secundarios, todos pagarán —. ◣ ... ◢

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