Analía vio un gran portón y una iluminada entrada, sabía casi cuál era la sorpresa de Nathaniel y le encantaba el gesto, se acercó y le dio un suave beso en los labios y le acarició la mejilla. —Espero te guste. —Sí. —Nathaniel rió y negó con la cabeza. —Y por eso compré un lugar para los dos. El portón n***o se abrió y el auto ingresó, Analía quedó sorprendida al mirar la casa; era preciosa y lo suficiente grande como para cinco personas, tenía lindos jardines, terrazas y piscina, vidrio, madera y cemento. —Es demasiado. —Si no te gusta podemos ir a comprar otra. —Me gusta, demasiado. —Te sugiero ir a tu armario. —Analía sonrió y caminó hacia el segundo piso, en él vio cinco puertas y una enorme en el fondo. Nathaniel le hizo una seña para que siguiera y abriera aquell