Todo iba bien en aquella primera semana, Ana salía del trabajo a hacer lo usual pero llegaba a la misma hora que Nathaniel, aquello impresionaba al hombre puesto que estaba seguro de que gastaba gran parte de su salario en ropa y zapatos, lo cual le enloquecía. —Ana. —intentó iniciar pero ella levantó su mano. —¡Cómo me has llamado? —Ana. —Repitió Nathaniel. Aquel alto hombre quería pelea. Pues la tendría, un tono serio y utilizar su apodo común era señal de guerra Le pudo haber llamado perfecta, cariño, Lía e incluso Analía, pero >, ni siquiera a su abuela se lo permitiría. —¿Me vas a regañar? —Me preocupa tu obsesión por las compras, Ana. —Es mi dinero y si lo que quieres es que colabore con los gastos pienso hacerlo…. —Analía no se trata de ellos, te he comprado un nuev