Los dos acabaron sus cenas y estaban repitiendo con una copa de vino, ella estaba más nerviosa de lo que demostraba, pero los sentimientos del joven de cabello claro eran completamente afines. Era como si hubiesen regresado a la adolescencia en aquella primer cita en la que no sabes de qué hablar qué hacer, o como comportarte. —Agradezco la cena—Concluyó Analía. —Yo por la compañía. —Me tengo que ir. —Respondió la mujer con una sonrisa de medio lado. —¿Por qué? —Me invitaste a cenar. —Aún falta el postre. —Dijo Nathaniel al verle ponerse en pie. —Mejor otra copa. —Lo que quieras. El joven llamó al mesero y le pidió que les llevase la botella de vino, Ana por su lado se dedicó a encender un cigarrillo. —Señora , no es permitido, —Dijo el mesero y la mujer avergonzada hizo