Elsa siempre tiene algo que decir, y me atrevería a incluir que es la única persona que me da paz, que hasta tiene la solución a todas las interrogantes que rondan en mi mente. Excepto ahora. —¿Casarte? —me pregunta por milésima vez, mientras nos sentamos en una banca del centro comercial a beber un helado—. ¿De verdad vas a casarte? Se ve tan incrédula, tal como me siento, y probablemente Alfonzo también. ¿En qué estamos metidos? —Sí, Elsa, voy a casarme —contesto tranquilamente, como si fuese lo más normal del mundo. —Wow. Simplemente… wow —sacude la cabeza, parpadeando repetidas veces—. Me voy unos días de viaje, y cuando llego, resulta que mi mejor amiga se ha comprometido con un tipo que pertenece al otro lado del mundo y hasta tiene planeada la fecha de su boda. Dime ¿qué ti