Franco miró el mar, pensativo, giró su postura y observó a Susan. —Olvídate de Sarah. —Inclinó su rostro y volvió a besarla. Susan cerró sus ojos, correspondió a ese beso, sintiendo hasta su alma estremecerse, sabía que eso no estaba bien, que enamorarse de Franco Rossi jamás estuvo en sus planes, pero qué podía hacer ante todo lo que él despertaba en ella. Franco saboreó esa boca con aroma a cereza, disfrutó como siempre de los besos de Susan, él que estaba acostumbrado a controlarlo todo, pensó que con esa chiquilla sería igual, jamás imaginó que esa muchacha inexperta, fuera un torbellino en su vida, y despertara en él sensaciones que jamás antes sintió. Cuando dejó de besarla, la tomó de la mano. —Ven vamos a dar un paseo en el yate —propuso con esa sonrisa seductora, que era