—Bueno, ciertamente no será la última— dijo monsieur Duflot—, cuando esté casada, debe usted venir aquí con frecuencia con su esposo. Las relaciones de negocios serían mucho más agradables si las esposas acompañaran siempre a sus maridos.
—Gracias— contestó Varia con una sonrisa—, pero no creo que mi... mi futuro esposo esté muy de acuerdo con usted. El prefiere siempre viajar sin las molestias que impone la compañía femenina.
Miró hacia Ian con ojos risueños y una sonrisa en los labios.
—Así es— dijo Ian—, creo que los negocios son más satisfactorios cuando los que los realizan no tienen que estar pendientes de divertir a sus mujeres.
—¡Creo que estás equivocado...!— empezó a decir monsieur Duflot.
Mientras él hablaba, entró un criado y dijo algo en voz baja a madame Duflot.
—¿Cómo
