Varia vio con alivio que toda su ropa había sido sacada de las maletas y colocada en el armario.
Había empezado a quitarse el vestido cuando llamaron a la puerta.
—Adelante— ordenó en francés.
Una doncella bastante atractiva y joven, a quien había visto ayudando a meter el equipaje, entró y cerró la puerta.
Llevaba algo bajo el delantal. Cuando cruzó la habitación, sacó la mano y Varia vio que era una carta.
—Para usted, señorita.
—¿Para mí?— preguntó Varia sorprendida, pero inmediatamente intuyó de quién era.
—El caballero me ha dicho que se la diera cuando nadie nos viera— dijo la doncella en voz baja—, también me ha dicho que usted saldría esta noche... a pasear un poco.
Por un momento, Varia pensó en decir que no lo haría, sin embargo una vocecilla en el fondo de su mente pregu
