Nadie se lo había preguntado, así que ella no había mencionado que jamás había montado en avión. Tampoco había dicho a nadie que nunca había estado en Francia y ésta sería, de hecho, su primera visita al continente.
«Por fortuna hablo francés» pensó ella, y recordó las largas y tediosas lecciones que le había dado una vieja francesa en el pueblo donde vivía cuando era niña.
—Tenemos tiempo suficiente— dijo Ian cuando el automóvil se detuvo a la entrada—, uno nunca sabe qué tiempo se va a emplear en el recorrido pues eso depende del tráfico.
—Es verdad— contestó Varia.
Se preguntó, al decir eso, si todas sus conversaciones con Ian serían de ese estilo.
El tiempo, el tráfico, todo lo que era cotidiano y ordinario. Todas las cosas que su padre solía describir, riendo, como somníferos.
P
