Relata Nathan. Acababa de unir su vida a la mía, en esta vez con su verdadero nombre. Había firmado, era como si hubiera entregado su alma al diablo. Ella era mía, y aunque solo era una chiquilla de dieciocho años me pertenecía, y siendo de mi propiedad nadie podría tocarla, ni siquiera su familia. A estos últimos les esperaba una vida llena de tinieblas, habían tentado al mismo demonio, debían recibir su castigo, y quién más para castigarlos que mi persona, porque yo soy conocido como el señor del inframundo. El cruel y miserable Nathan Pinheiro, castigador de los pecadores quienes intentan ser o saber más que yo. No eran los primeros que intentaban engañarme, ya otros lo habían intentado, sin embargo, siempre fracasaban, no parecían ser lo suficientemente inteligentes para engañarme