Ella cambió

2016 Words

••• Tras lo que pareció una eternidad, Fénix finalmente alcanzó su destino. Había cumplido su promesa: llegar al anochecer, sin importar la hora. Seguramente, Santoro no sería tan irracional como para castigarla por cumplir su palabra. Las imponentes puertas de la mansión de Santoro se abrieron, dejándola entrar. Avanzó por el sendero de piedra, sus piernas temblorosas y entumecidas. La larga caminata la había dejado más débil y agitada de lo que ya estaba. Con un gesto casi automático, acomodó su cabello y alisó su ropa antes de cruzar el umbral. No deseaba levantar sospechas. Al ingresar, lo primero que vio fue a Stefano, sentado en el living. Desde su acalorada discusión en el sótano, él no había vuelto a visitarla. —¿Qué haces aquí? —preguntó sin preámbulos, sin molestarse en salu

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