••• Cuando Fénix desapareció de su vista, César se giró hacia Erick con una expresión que congelaría la sangre de cualquiera. La metamorfosis del ogro prepotente que todos conocían fue inmediata, un cambio radical. —¿Qué demonios fue eso? —le soltó, avanzando con pasos amenazantes. —¿Eso? Solo la estaba despidiendo —respondió Erick, tratando de ocultar sus nervios mientras aclaraba su garganta. ¿Había notado la nota que deslizó en su bolsillo trasero? Rezaba para que no fuera así. —¿Un abrazo de despedida? Tú no haces esas cosas —César lo fulminó con la mirada mientras se dirigía a la cocina, abriendo la nevera para sacar una lata de soda—. Algo me ocultas, Erick. Lo presiento y sé que es así. Erick se giró hacia él, abriendo la boca para decir algo, pero sus palabras murieron en su