Era imposible lo que sus ojos habían visto, ¿Verdad? Quizás el haber tomado demasiado licor le jugó una mala pasada. Eso fue lo que pensó, pero no.
Cuando quería alcanzar a Lina, o como se llamara, ella se detuvo frente al hombre que hace un momento miraba tan intensamente. Todo pasó tan rápido que César solo la miró sacar un labial del escote de su sostén. En un movimiento ágil, giró la base del labial y reveló un proyectil oculto en su interior. Antes de que nadie pudiera reaccionar, Lina apuntó el improvisado arma directamente a la cabeza del hombre.
El disparo resonó en la habitación como un trueno, seguido de un silencio sepulcral. El hombre, que apenas había tenido tiempo de parpadear, se desplomó hacia atrás en el sofá, sus ojos abiertos en una expresión de sorpresa eterna. Las m
