Las notificaciones en el celular de César empezaron a llegar rápidamente apenas lo encendió, como una avalancha de preocupaciones y responsabilidades. Llamadas, mensajes, tanto de su familia como de la empresa, cada uno clamando por su atención. El estrés aumentaba en su pecho a medida que el auto avanzaba hacia su destino, llenándolo de ansiedad.
De solo imaginarse el sermón que su familia le daría, César quería dar marcha atrás y escapar de la situación. Pero lo único que lo motivaba a seguir adelante era la salud de su bebé.
—Más rápido, Erick —le dijo a su amigo, quien conducía —. Necesito llegar lo antes posible. Solo espero que el bebé esté bien.
—De seguro Violetta no soportó la angustia —repuso Erick—. En su estado de embarazo, puede correr muchos riesgos.
César lo sabía, sabí
