*** Mientras tanto, César había regresado a la mansión apenas la noche oscureció el cielo. Estaba más que entusiasmado con la cena en casa de Morgana, ansioso por discutir en profundidad su nuevo proyecto juntos. Decidió llegar un poco antes para informar a Violetta, quien debía acompañarlo. Sin embargo, al entrar, no esperaba encontrar una lujosa mesa servida en el comedor y a una Violetta, radiante y elegantemente vestida, sonriéndole como un ángel. —Mi amor, ya llegaste —dijo acercándose para recibirlo con un beso en los labios—. Supe que saldrías temprano, le pregunté a tu asistente. Espero que no te moleste. —Evita averiguar mi horario con mis empleados —espetó César, pero Violetta no tenía intención de retroceder. Estaba acostumbrada a su frialdad, la cual no duraba mucho cuando