*** ¿Santoro le había permitido tenerlos en su apartamento? Era algo que no se esperaba. Siempre había tenido que verlos en la élite o en la propia casa de Santoro, por cuestiones de seguridad. Nunca los ha tenido a su sola disposición. Cuando él le dijo que los había enviado a su escondite, no dudó en salir disparada hacia el lugar. Se trataba de una finca apartada de la ciudad, un refugio donde solía esconderse para eludir a las autoridades y a sus enemigos, quienes ya habían intentado matarla en varias ocasiones. Había vuelto a Italia apenas hacía una semana, tras haber pasado un año fuera, dedicado a cuidar su embarazo. Stefano, su inseparable compañero, la había acompañado durante aquellos meses que se le hicieron eternos, encerrada, saliendo solo de vez en cuando para evitar cont