CAPÍTULO III «Debe ser ya muy tarde, o tal vez... muy temprano» pensó Zena. Extrañamente, no estaba cansada, sino muy emocionada por todo lo que había sucedido durante la noche. El espectáculo montado por los estudiantes de arte había sido muy largo, pero en extremo divertido. Habían presentado extrañas creaciones preparadas en sus diferentes escuelas y talleres, y cuando un animal prehistórico se vino abajo con docenas de estudiantes encima, todos en el salón de baile rieron, gritaron y aplaudieron. A Zena le pareció muy gracioso. Se estaba riendo del caos Reinante en el piso inferior, cuando advirtió que el Conde la observaba sólo a ella, ignorando al espectáculo. —¡ Mire abajo!— exclamó ella—. ¡Le aseguro que nunca ha visto lío mayor que ése! —Prefiero contemplarla a usted —respon