—Muy bien— contestó él. Me llamo Jean y si debo presentarme en forma completa, soy el Conde Graumont. —Encantada de conocerlo, señor Conde— dijo Zena en tono formal. Yo soy Zena Bellefleur. —Encantado, señorita, ¿y qué apellido podría ser más apropiado para usted que ése ?— comentó el Conde. Tomó la mano de ella en la suya, al decir eso, y se la llevó a los labios. Zena se había quitado los guantes mientras observaba a los bailarines y cuando le besó la mano pensó que lo haría en la forma rápida y superficial en que los caballeros se inclinaban sobre la mano de su madre y, de vez en cuando, sobre la de ella. Pero el Conde realmente besó su piel y ella pensó que era una sensación extraña. Al mismo tiempo muy emocionante. Debido a que se sintió un poco turbada, retiró su mano y miró de