THELMA
—Siempre haces trampas en este juego—. Le dije a Marco mientras jugábamos al uno.
—No he podido hacer trampas la segunda vez porque ha ganado Luna—. Dijo haciendo que la miráramos.
—Juego mucho en mi iPad—. Sonrió.
—Solo estás enfadada porque he añadido cuatro a tu baraja tres veces—. Dijo.
—Lo que era hacer trampas viste que siempre me quedaban dos y decidiste añadir más.
—Puedo darte lecciones. Pero tienes que pagar—. Dijo haciéndome poner los ojos en blanco.
—Adiós.— Dije levantándome de la mesa.
—Mal perdedor.— Dijo Marco.
Me di cuenta de la hora que era dándome cuenta de que tenía que prepararme. Jae y Allie insistieron en recogerme, pero son muchos guardias y él no los conoce, así que no quiero que simplemente vengan a su casa.
Así que insistí en reunirme con ellos allí.
*
Finalmente, salí de la ducha viendo a Luna sentada en la cama haciéndome saltar.
—Mierda, Luna.— Dije acercándome a mi tocador.
—Perdona... Quería ayudarte a prepararte. Vas a salir, ¿verdad? Papá me lo dijo, ya que esta noche se queda aquí conmigo—. Me dijo.
—Oh... vale—Sonreí.
—Puedo elegir tu atuendo—Dijo yendo al armario—¿Vas a encontrarte con un hombre allí?
—¿Eh?— pregunté.
—Conocer a alguien que te guste—. Dijo saliendo del armario y acercándose a mí.
—Oh... no lo sé—. Dije sinceramente.
—Espero que lo sepas. Eres preciosa—. Me dijo haciéndome sonreír.
—Y tú también—. Le dije.
—Te puedo ayudar con el maquillaje—Me dijo. Cogió el pintalabios que hacía juego con mis labios y me lo puso. Estaba muy concentrada. —¿Te gusta mi papá?—Me preguntó casi haciéndome ahogar en mi propia saliva.
—¿Qué? No, claro que no—. Dije medio mintiendo.
—Creo que os veríais bien juntos—. Sonrió cogiendo el colorete.
—¿Dónde aprendiste a maquillarte?— Pregunté intentando cambiar de tema.
—Lo veo mucho en YouTube cuando estoy aburrida. Papá me regaló mucha pintura, así que primero practiqué con eso. Me di cuenta de que es igual que el maquillaje—. Ella sonrió.
—Hablas con fluidez, nunca escuché a un niño de cinco años hablar como tú—. Dije todavía genuinamente curioso sobre cómo ella habla así.
—Educación en casa.
—¿Por qué te educan en casa? Nunca me lo dijiste.
—Papá solo quiere que esté segura. Le gusta que esté aquí con él, no sé realmente lo que hace, pero siempre hay muchos hombres alrededor, todos han cuidado de mí desde que era un bebé, me dijo. Sé que hace muchos negocios, ya que siempre está ocupado—. Me explicó haciéndome asentir.
—¿Te gusta?— Me preguntó. Me miré en el espejo viendo que ella se maquilla mejor que yo.
—Me encanta, vamos a elegir un conjunto—. Dije cogiéndola de la mano y entrando en el armario.
*
—Lo hice bien—. Dijo haciéndome reír. Escogió un top de cuero rojo, con pantalones de cuero a juego. Y decidió llevar mi pelo suelto con pequeños rizos.
—Vamos.— Sonrió cogiéndome de la mano haciéndome recoger todas mis cosas. Llevaba tacones así que intenté tener cuidado, pero estaba demasiado excitada.
Bajamos las escaleras y vimos a Marco y a su padre, pero también a otros tres hombres vestidos de n***o, supongo que trabajaban para él. Mierda, ahora estoy nerviosa.
—Wow.— Uno de los hombres dijo y pillé al Sr. King mirándole fijamente.
—Vayan a la oficina—Les dijo. Todos seguían mirándome boquiabiertos mientras pasaban.
—Hola, chaval—. Dijo uno de ellos tendiéndole el puño a Luna.
—Hola, Leo.— Ella sonrió dándole un puñetazo.
—Estás muy guapa—. Marco me dijo.
—Gracias, ya lo sé—. Dijo Luna haciéndome reír.
Entró en el despacho y Luna seguía cogida de mi mano acompañándome hacia la cocina.
—Antes de que te vayas—. Dijo sacando algo de su bolsillo. Me dio una pulsera hecha por ella.
Extendí la muñeca y dejé que me la pusiera.
—Es preciosa, Luna—. Le dije.
Ella sonrió.
—Papi, papi, no se ve genial yo la vestí.
Se arregló la corbata pareciendo que estaba un poco nervioso y se acercó a la cocina recogiendo a Luna.
—Espero que lo pases bien esta noche—. Me dijo.
—Gracias.— Le dije. Luna se acercó a mí y me puso las manos en los hombros mientras su padre aún la sujetaba. Me dio un abrazo y un suave beso en la mejilla.
—Adiós. Me saludó con la mano mientras Nicolau la llevaba arriba haciéndome devolverle el saludo. Ella es demasiado pura para el mundo.
*
—Oh dios mío.— Allie dijo mirando a un tipo subiendo al escenario.
—¿Qué?— Jae preguntó.
—Ya vuelvo—. Dijo siguiéndolo haciéndonos suspirar.
—Nunca había visto a una zorra tan borracha. ¡Allie!— Jae gritó, pero ella ya estaba coqueteando haciéndonos reír. —Vamos.— Dijo agarrándome de la mano arrastrándome al suelo.
—Ahora afloja—. Me dijo.
—Estoy aflojado—. Me defendí.
—Bueno vamos.— Dijo Jae arrastrándome.
Un chico se acercó a ella pidiéndole que bailara con él y ella me sonrió haciendo que me riera un poco. Sentí que un chico venía detrás de mí haciéndome voltear.
Oh era guapo.
—¿Cómo te llamas?— Me preguntó.
—Thelma... ¿Cuál es el tuyo?
—Kai.— Me dijo. Rodeó mi cintura con sus manos acercándome a él y me movió el pelo. —Puedo admitir que eres la chica más guapa que he visto aquí—. Me susurró.
—Supongo que no has visto a todas las chicas de aquí.—Le dije.
—Bueno, mis ojos solo han estado en ti toda la noche—. Me dijo.
Me dio la vuelta y movió mis caderas con las suyas. No planeaba bailar con nadie más que las chicas, pero esto es agradable.
—Tu cuerpo es perfecto—. Me dijo.
Sonreí por sus palabras sintiendo su mano guiar por mi brazo.
—¿Vives por aquí?— Le pregunté.
—Yo sí, ¿y tú?
—Yo sí—. Le dije.
—Es bueno oír eso—. Me dijo. Solo había bebido un trago entero y dos chupitos, así que ya lo notaba en mi cuerpo. No era un peso ligero, pero tampoco era un bebedor.
—Definitivamente, voy a necesitar tu número después de esto—dijo.
*
Finalmente, conseguí volver saliendo del coche. Me quité los tacones sabiendo que mis pies estaban rojos como tomates. Saqué la llave intentando recuperar el equilibrio y abrí la puerta sin hacer ruido.
La volví a cerrar mientras giraba el pomo para que no hiciera clic, seguro que todos dormían. Me apoyé en la puerta frotándome los pies e iba a subir los escalones hasta que vi la luz del señor Reyes en su despacho.
Dejé los tacones junto a los escalones y caminé hacia el fondo. ¿Siempre ha estado tan frío este piso? Llamé a la puerta escuchando su voz.
—¿Quién es?
La abrí lentamente viendo que no había nadie más que él.
—Hola...— Me quedé a medias.
—¿Necesitas algo?— Me preguntó.
—Oh… um no, es solo que no sabía que estarías levantada es como la 1 am.— Le dije.
—Estaba terminando—. Me dijo. Como todavía tenía un poco de licor en mí, ya se había armado de valor para decir lo que había estado pensando.
—¿Por qué no te gusto?— Pregunté acercándome a su escritorio.
—¿Qué quieres decir?
—Así es como me siento a veces. Como que no te gusto, pensé que te tomaría un tiempo entrar en calor, pero no sé—. Dije sinceramente.
Se levantó del escritorio frotándose la cara.
—¿Por qué te importa si no le gustas a alguien?
—No me importa. Es solo que a veces es incómodo. No quiero caerle mal porque me molesta desde que estábamos en la misma casa. No sé por qué, pero lo hace, me importa si no le gusto a alguien y no es mi culpa—le dije.
Me miraba fijamente con su aroma en mis fosas nasales.
Siempre olía bien.
—No debería importarte si no le gustas a alguien, Thelma—. Dijo. Respiré hondo al ver cómo mi nombre salía de su lengua. Su cuerpo estaba casi pegado al mío y nos mirábamos a los ojos.
—Tu aliento huele a alcohol—. Dijo un poco decepcionado
Él siempre tenía ninguna emoción en sus ojos.
—¿Te he dicho alguna vez que me caías mal?— Me preguntó haciéndome negar con la cabeza. —No me gusta cuando haces eso.
—No... no lo has hecho—. Dije. Ya no podía controlarlo. Estaba tan cerca de mí, sentía tanta adrenalina corriendo por mi cuerpo.
—Hueles a colonia de hombre—. Me dijo.
—Había mucha gente—. Afirmé.
—¿Quién te ha tocado?— Me preguntó acercando su cara a mí.
—Nadie...
—Estás mintiendo—. Me dijo.
—No miento.
—¿Quién coño te ha tocado?— Preguntó de nuevo levantando mi barbilla para mirarle.
—No me acuerdo, solo un tío—. Le dije. Se mordió el labio y los pegó a los míos. Todo pasó muy rápido. Lo rodeé con mis brazos sintiendo su lengua entrar en mi boca.
Me agarró por la cintura y me subió al escritorio. Me agarró por la parte inferior de los muslos y me acercó a él mientras los rodeaba por la cintura.
Tomó el control total del beso, saboreándome mientras me chupaba los labios. Mi cuerpo se sobrecalentaba mientras dejaba que él tomara todo el control, me estaba entregando a él sin siquiera preocuparme.
Gemí en su boca cuando rompió el beso y me rodeó el cuello con la mano.
Lo atraje hacia mí dejando escapar suaves gemidos. Me dejó besos y pequeños chupetones en el cuello. Volvió a besarme hasta los labios y oír sus gruñidos casi me hizo saltar por los aires.
Me bajó la blusa dejando al descubierto mi sujetador y sus manos bajaron hasta el botón de mis pantalones. Los desabrochó sin romper el beso y llevé mis manos a su cintura. Estuve a punto de bajarle la cremallera sintiendo cómo sus manos se agarraban a mi culo desde el interior del pantalón y cómo mi tanga le hacía gruñir aún más.
Sintiendo lo grande que era contra mí, quise seguir sin que me importara hasta que se detuviera.
—Mierda— Suspiró deteniendo todo. Los dos respirábamos agitadamente y empecé a ponerme nerviosa sabiendo que mis mejillas se iban a poner rojas.
Volví a subirme el top viéndole frotarse la cara.
—Se está haciendo tarde—. Me dijo. —Y está claro que necesitas descansar del alcohol.
Ahora estoy muy sobria después de lo que acaba de pasar.
—Oh... t-tienes razón—. Continué bajándome del escritorio.
—Deberías dormir un poco has estado fuera toda la noche—. Me dijo haciéndome asentir. Suspiré mentalmente mientras él volvía a su escritorio sacando algunos papeles.
Salí cerrando la puerta detrás intentando contener mi rabia. Nunca en mi vida había conocido a alguien tan bipolar.
¿Por qué soy tan estúpida?