CAPÍTULO 1
THELMA
—Creo que he encontrado uno—. Allie siguió buscando en el ordenador. —No importa... dice que su hijo se mea encima mucho, estoy segura de que no quieres lidiar con eso—. Dijo haciéndome reír.
—No entiendo por qué te gustan los niños, de todos modos hay tantos trabajos aquí en Los Ángeles, ¿por qué cuidar a un niño mocoso que ni siquiera puede controlar su pis—. Ella dijo.
—Me encantan los niños, es solo un trabajo extra, todavía estoy planeando convertirme en escritora. Y mucha gente de por aquí debe necesitar niñeras—. Suspiré.
—Bueno, puedes elegir cualquier otro trabajo extra, ¿por qué hacer las cosas difíciles y elegir de canguro? Es mucho trabajo.
—Se me dan bien los niños.
Puso los ojos en blanco levantándose de la cama.
—Jae quiere que nos encontremos con ella en la biblioteca.
—¿Por qué la biblioteca?— Pregunté.
—Es Jae—. Ella siguió poniéndose los pantalones. —Recuerda que quería que fuéramos a comer con ella, supongo que ahora está en la biblioteca.
—Está muy confundida desde que se divorció.
—Bueno eso es lo que pasa cuando te casas a los 20 años—. Dijo haciéndome reír un poco.
—Oh vamos ella estaba enamorada—. Me defendí dije preparándome.
—Ella no estaba enamorada, era estúpida—. Me corrigió.
*
—Me muero de hambre.— Allie dijo mientras estábamos en la biblioteca básicamente esperando a que Jae encontrara su libro. Ella estaba buscando el libro que leyó hace un mes sobre el amor, ya que le gustó mucho.
—No entiendo por qué lo trajiste aquí si te gustó tanto—. Allie le dijo a Jae al verla buscar por todos los estantes.
—Me estaba volviendo demasiado adicta y necesitaba un descanso de él, pero me di cuenta de que me encantaba y lo encontraré sin importar el tiempo que me tome—. Dijo.
—No importa cuánto tiempo porque me muero de hambre y se supone que vamos a ir a almorzar—. Ella dijo.
—Bueno, puedes besarme el culo.
—Puedes besar el mío cuando me veas alejándome y yendo al brunch sin ti.— Allie respondió. Siguieron discutiendo en susurros y yo empecé a alejarme buscando un libro propio, aunque no pensaba conseguirlo.
Estaba mirando a mi alrededor y sentí como tiraban de mi chaqueta haciéndome bajar la mirada.
—Discúlpame—. Bufó. Tenía unos cinco años y parecía que había estado llorando.
Tenía el pelo castaño claro con ojos verdes y mejillas regordetas.
—Hola. ¿Estás perdida? —le pregunté haciéndola asentir. —¿Con quién has venido?
—Es un amigo de mi padre—Olfateó. —No le encuentro.
—¿Cómo te llamas?— Le pregunté.
—Luna.
—Vale, yo me llamo Thelma—Continué viéndola sonreír un poco. —¿Dónde lo viste por última vez?
—Estaba junto a los libros—. Dijo lo que realmente no era de ninguna ayuda, pero lo intentó.
—Vamos.— Dije agarrándola de la mano. —¿Cómo es?
—Es alto y tiene mucho pelo—. Me dijo. Me agarró fuerte de la mano mientras lo buscábamos.
Era una biblioteca enorme, así que no sabía si iba a ser fácil.
—¿Estaba arriba o abajo?— pregunté.
—Estábamos arriba, pero ya no sé si está allí—. Continuamos mirando alrededor y subimos las escaleras tratando de encontrarlo.
—Luna.— Dijo un hombre subiendo las escaleras con cara de haber esprintado haciéndonos girar. Le miré raro y la hice retroceder.
—¿Qué coño estás haciendo?— Preguntó casi levantando la voz.
—¿Le conoces?— Pregunté haciéndola asentir.
—Es amigo de mi padre—. Dijo ella.
Solté un profundo suspiro soltando su mano mientras se dirigía a él.
—Lo siento.— Le dije.
—Está bien, lo entiendo—Dijo mientras la levantaba. —Estaba buscando un libro de colorear o algo para ella y salió corriendo, la dejé ir un segundo.
—Un segundo es todo lo que necesitan para escaparse—. Dije haciéndole reír.
—No te escapes así Luna, tu padre me mata—. Me dijo.
—Lo siento, Marco—. Dijo ella.
—Muchas gracias por mantenerla a salvo, quien sabe qué podría haber pasado—. Dijo.
Asentí con la cabeza.
—No tienes que agradecérmelo, me encantan los niños.
—¿Ah sí? ¿Eres niñera?
—Solía serlo, he estado buscando trabajos de niñera para una familia permanente desde que volví.
—Oh, ¿esta es tu ciudad natal?— Preguntó haciéndome asentir. —Yo también.—Sonrió. —Mi jefe ha estado buscando una niñera. Él no contrata a nadie es muy um... reservado sobre cosas serias, pero tal vez lo convenza de que te llame.
—Oh, no tienes que hacer eso—le dije.
—No, insisto, dame tu número y él te llamará cuando no esté de humor testarudo—. Dijo haciéndome reír un poco.
Cogí un pequeño bloc de notas de mi bolso escribiendo mi número en el papel y entregándoselo.
—Gracias de nuevo—. Me dijo.
—Adiós Thelma.— Dijo la niña haciéndole reír.
—Adiós, Luna—. Sonreí.
—Perra, ¿a dónde rayos te fuiste?—. Preguntó Allie subiendo las escaleras mirando raro a Marco.
—Una niña se perdió y fui a ayudarla—. Le dije.
Ella puso los ojos en blanco.
—Niños mocosos.
—Era adorable—. Jae arrulló.
—Sí, de todos modos, ¿estás lista?— Me preguntó haciéndome asentir.