Samantha
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Mi verdadero nombre es Lorena Vivas Mendoza. Soy colombiana, nací en un barrio humilde y mis padres venden productos de contrabando para poder subsistir.
Emigré a Venezuela hace aproximadamente tres años luego de un horrible acontecimiento que marcó mi vida. Mi familia no pudo costearme una educación, así que desde que recuerdo tener uso de razón mi vida diaria transcurría entre revisar pedidos, entregar mercancía, o envasar en nuevos empaques el arroz, azúcar, café y otros productos de primera necesidad.
Mis padres lo conseguían a un precio relativamente bajo y le generaban una ganancia que era lo que permitía pagar los servicios públicos y nuestra alimentación diaria.
Vivíamos en una casa alquilada, muchas veces mi papá pagaba la renta a tiempo, otras debía pedirle a Doña Tere unos días de plazo y ella amenazaba con sacar nuestras cosas a la calle si no conseguíamos pronto el dinero.
Más de una vez tuve que salir con papá y cruzar nadando el río Táchira con cajas en la espalda. Muchas veces la DIAN nos decomisaba la mercancía y perdíamos todo. Pero al siguiente día nos levantábamos con más ganas de trabajar.
Llegue a mi mayoría de edad y no sabía que era tener un novio o amigas. Porque al finalizar el día estaba tan agotada que lo único que deseaba era ir a casa a descansar y jamás asistía a eventos sociales.
En ocasiones mamá insistía en que saliera un poco, pero yo tenía una meta, me quería comprar una moto y por eso trabajaba durísimo porque estaba a punto de alcanzarlo.
Con una moto se facilitaría mi trabajo y el de papá. Además ya podríamos entregar los pedidos sin necesidad de buscar intermediarios.
Pero un día mamá de comunicativa le comentó a otra señora que yo estaba buscando una moto para comprar y la señora le dio un número de teléfono para que nos comunicáramos con un familiar de ella que trabajaba en un concesionario.
Ahí empezó todo porque si hice el negocio y me compré mi vehículo pero también me llevé gratis al vendedor que terminó enrollándome en un lío amoroso.
Para mí todo era magnífico y confiaba en cada palabra que él decía. Me enamoró hasta que incluso llegué a pelearme con mi padre por defender “nuestro amor”. Qué ilusa era… Poco a poco fui cediendo hasta que una noche acepté perder mi virginidad con él.
Estaba algo nerviosa y él me hizo perder la timidez con unos cuantos tragos de anís. Tuvimos sexo pero jamás me podría imaginar que todo se trataba de una apuesta, menos aún que había quedado todo filmado.
Apenas me termine de poner la ropa salieron de donde estaban escondidos sus amigos y lo aplaudían y decían una cantidad de obscenidades. Me quedé esperando una explicación, pero él agarró el dinero de la apuesta y se fue sin dirigirme una mirada y uno de sus amigos me lanzó un fajo de billetes y me trató de prostituta barata.
No entendía ¿Qué había hecho mal? ¿Por qué me lastimaba de esa forma? A cada rato repetía lo mucho que me amaba pero solo había sido una estrategia.
No alcanzaba a comprender cómo había sido tan estúpida. Y eso no fue lo peor, esa noche llegué a llorar desconsolada a mi habitación.
Deseaba morirme esa noche. No tenía a quien pedirle un consejo…
Al otro día todo se tornó más gris, al parecer eran youtubers y siempre estaban haciendo locuras para ganar seguidores, está vez era enamorar a una virgen y tener sexo con ella. Mi vídeo estaba rodando en la red como pan caliente.
Cuando les reclamamos dijeron:
—“Agradezca más bien que la hicimos famosa” —Degenerados… De ahí en adelante me cerré más de lo que ya era, pero la mirada acusadora de la gente no dejaba de atormentarme y eso sin mencionar los comentarios que de mí habían.
Mis padres tomaron la decisión de que debía emigrar y buscar un trabajo para independizarme y borrar de mi mente la horrible experiencia. La opción más factible fue éste país. Al principio me fui a la capital.
Las costumbres totalmente diferentes me hicieron pasarla mal. Yo era una mujer muy simple, ni siquiera usaba maquillaje o ropas lindas.
Mi primer trabajo fue en una peluquería, después de varios meses allí la dueña quiso en agradecimiento a mi fidelidad hacerme un cambio de look.
Me hizo una queratina, un corte de cabello precioso, una manicura, diseño de cejas y me enseñó a maquillarme. Ese día no podía creer lo hermosa y femenina que me veía.
Para celebrarlo decidimos ir a una discoteca en la noche y muchos chicos me observaban con admiración. Pero yo no quería saber nada de hombres. Así que ni una sonrisa les ofrecía y me alejaba cada vez que alguno intentaba coquetearme.
Desde ese momento para mí se hizo imprescindible ir al salón de belleza para verme hermosa, pero para mí. No para lucirle a nadie.
Poco a poco empezaba a recuperar la confianza y el amor propio que ese cretino había destrozado.
Luego siguió el gusto por la ropa cara, perfumes, carteras, zapatos de tacón. Y se me presentó el inconveniente de que no tenía suficiente dinero para costear mis gastos.
Entonces una de las chicas me propuso una actividad que ella hacía. Generalmente no tenía novio. Y por internet vendía su virginidad. Siempre le resultaba porque lo único que tenía que hacer era fingir ser una inexperta y varios vapores de alumbre para que su v****a quedará estrecha.
Era evidente que era un tipo de prostitución pero al ver el auto, las joyas y todas las cosas de valor que tenía se tornaba una fabulosa opción.
Me enseñó el portal donde se conseguía a los clientes. Primero acordaban la transacción que por supuesto debía ser una cantidad descabellada y luego se veían personalmente cada uno con un testigo para verificar que todo fuese correcto, incluso los hacía firmar un documento donde una vez consumado el acto no habría otro tipo de contacto.
Solía hacer coincidir el último día del periodo para que el pene saliera un poco manchado. Tenía muchas técnicas que de verdad no tenía conocimiento de que se pudieran hacer, bueno es que yo en realidad casi que era frígida. Ni siquiera me estimulaba cuando estaba a solas. ¡No sentía esa necesidad!
—Si te animas te contacto con un viejo verde que paga por acostarse con mujeres vírgenes. Te deja una buena pasta y pues no tendrías que trabajar tanto. —Esa fue la propuesta de Georgina, me urgía tener una vida cara así que me lo pensé unos días y terminé aceptando.
Antes de ingresar a la habitación debía entregar el dinero y pues ya luego me correspondía a mí el trabajo. Pero por algunas razones del destino o bueno un par de viagras le detonaron el corazón y allí sin ponerme un dedo encima terminó su historia en éste mundo.
Me quedó el dinero y mi supuesta virginidad intacta. El chisme se corrió y me contacto otro hombre, me ofrecía el doble que el anterior y acepté. De esa forma empecé a vender mi virginidad en diferentes lugares. ¡Era un negocio fabuloso!
Me compré un lujoso auto y no tenía un lugar específico para vivir. La pasaba de hotel en hotel, conociendo y vendiendo “mi producto” casi siempre me interesaba en hombres que tuviesen dinero. El amor me parece un asco así que de eso no se habla en mi vida.
Fue así como llegué a San Juan de Colón, era hermoso, me ubiqué cerca de los bares en una habitación modesta y económica. Estaban hablando de la rifa de una noche de pasión y yo misma me apersoné a hablar con el dueño del club y proponerle que rifara mi virginidad, digo, necesitaba dinero… A el dueño le pareció fabuloso y sacó una cantidad impresionante de boletos con un precio exagerado cada uno.
Yo estaba contenta porque mientras más dinero se reuniera mayor sería mi porcentaje. Y he sido tan de buenas que el boleto ganador se lo relegaron a un muchacho que aún era virgen. Seria más fácil que quitarle un dulce a un niño.
El joven era bastante … ¿Cómo decirlo para que no suene mal? ¡Eh! Ya está no encuentro otra forma: feo. Usaba unos lentes prehistóricos, una barba muy menuda (eso y nada mejor nada) flaco como un fideíto y con la piel de su rostro maltratada por imperfecciones, era como ver a uno de esos chicos nerd que solo se ocupan de investigaciones y lecturas extrañas.
Era la víctima perfecta porque le sacaría dinero y me aprovecharía de la situación para darle largas a entregarle “mi virginidad” era un bohemio enamorado, manejaba los instrumentos con mucha destreza, tenía una buena voz y hablaba de proyectos musicales impresionantes. ¡Podía ser una minuta de oro! Ahora solo veo posibilidades de generar dinero como sea.
En la primera cita me sentí como una adolescente, reímos mucho y disfrute escucharlo hablar con tanta inocencia. Por lo visto me iba a llevar grandes experiencias del lugar.
En todo momento le evite que me preguntará por su noche de pasión, le hablé de mi vida personal. Obviamente nada de lo que le conté era cierto, hasta fingí llorar escuchándole cantar una canción. Ya una vez que consideré oportuno le dije que debíamos irnos a casa y él me acompañó hasta la puerta, intencionalmente le di un beso a un lado de los labios para despedirme.
Sabía que volvería por mí, de eso no había duda. Necesitaba que me llevará a su casa para conocer cómo vivía. Total la historia de mi vida era muy trágica y a cualquiera le ocasionaría compasión.
Una vez en mi habitación, busqué un cigarro y me puse algo de rock and roll. Pedí un domicilio porque no me gustaba cocinar y con mi manicura recién hecha menos. La próxima vez por lo menos debo sacarle la cena y así no tengo que gastarla yo. De vez en cuando llamaba a mis padres y les decía que la vida aquí era complicada que había mucha xenofobia y a cada rato me quedaba sin trabajo.
Ellos eran los que habían insistido en sacarme del país así que eran los menos interesado en que regresara. Pero yo en mis objetivos tengo que voy a regresar y a mi ex novio que "se comió la luz le voy a enviar al de la moto".
Se que a raíz del vídeo que filmaron mientras teníamos sexo se hizo viral, consiguió muchos seguidores y generó un buen billete. Una parte es mío y la pienso cobrar así el bicho ese deba quedar dos metros bajo tierra.
Pero por ahora me debo concentrar en mi propósito; demostrar que soy una niña buena e inocente. Además si consigo algún multimillonario no me pondría brava. En esta zona suelen vivir unas personas con mucha cantidad de dinero, lo sé por las casas lujosas y las camionetas de último modelo que he estado viendo transitar por el pueblo.
Hay algo que siempre que he ingresado a algunos restaurantes caros, me llama mucho la atención; sobre todo donde venden comida de mar, es que van a comer grupos de hombres solos sin mujeres pero la forma de vestirse me indica que son adinerados porque lucen grandes cadenas de oro o plata sin algún temor.
Seguiré indagando para descubrir cuál va a ser la mejor opción para conseguirme uno de esos para que me dé un insignificante donativo que me alcance para un apartamento en la zona. ¡Hay que tener las metas claras!