—Bonito culo.
Me enderezo y miro fijamente al gilipollas.
—Deja de mirarme el culo y ayúdame.
—No, prefiero mirarte el culo—, sonríe Zayn.
Me pongo de rodillas y echo más arena en la bolsa de basura.
—Oh, así que te gusta al estilo perrito—, me guiña un ojo.
Que alguien le dé un puñetazo de mi parte. Con un ladrillo.
—Si no vas a ayudarme, vete—, le digo mientras echo más arena en la pala.
—Créeme, preferiría estar atiborrándome de macarrones con queso peludos que estar aquí contigo. Pero, por desgracia, no puedo irme hasta que todo esto esté ordenado.
—Se limpiaría más rápido si ayudaras—, grito mientras me vuelvo a poner de pie, con la pierna acalambrada.
—Ya te lo he dicho; no.
—Entonces, ¿qué tal si te callas y dejas de molestarme?
—Lo pensaré, princesa.
Princesa.
Después de un par de minutos de silencio y de que Zayn pateara la arena del suelo -haciéndome más difícil barrerla-, por fin vuelve a hablar.
—¿Quieres algo de la máquina expendedora?
Le miro, sorprendida de que lo pregunte.
Levanta las cejas cuando no contesto.
—Bueno... ¿Te vas a quedar mirándome como si acabaras de ver al puto Papá Noel follándose a tu madre o vas a contestar?
Siento que se me calientan las mejillas. ¿Por qué soy tan patética?
—Um, solo una botella de agua, gracias. Ah, y tazas de mantequilla de cacahuete de Reese también—. Me meto la mano en el bolsillo y saco algo de cambio. —Toma—, le tiendo el dinero delante de mí.
Sacude la cabeza, riendo.
—A veces eres mono, empollón—. Se marcha sin coger el dinero.
¿Qué es tan gracioso?
¿De verdad Zayn Blake acaba de ofrecerse a traerme comida? Y da la casualidad de que los chicos que me traen comida gratis son exactamente mi tipo.
Sonrío para mis adentros y empiezo a limpiar la arena de nuevo.
—Maldita sea—, dice una voz masculina.
Levanto la vista y me encuentro con unos preciosos ojos grises.
Mason Conway.
El jugador estrella de fútbol del instituto de Long Beach. Aquí. Mirándome de rodillas barriendo la arena.
Gracias, Dios.
—¿No eres tú el que se cubrió de esto?— El pregunta.
—Sí, soy yo.
—¿Y te hacen limpiarlo?
—Ajá. Bueno, con la ayuda del gilipollas que lo hizo, pero no está ayudando mucho.
—Eso es una mierda—. Extiende la mano para ayudarme a levantarme. Lo miro por un momento, preguntándome si esto es una broma y él me empujaría de nuevo hacia abajo y toda la escuela saltaría y empezaría a reír.
Sí, tengo un poco de problemas de confianza.
Le cojo la mano y su fuerte brazo me levanta.
—Gracias—, sonrío.
—No hay problema—, me responde sonriendo, pero su sonrisa me deja boquiabierta. Nunca había estado tan cerca de él. Nunca me había fijado en los hoyuelos de su sonrisa, y en sus ojos; nunca había visto lo bonitos que eran sus ojos.
Alguien tose, sacándome de mis pensamientos. Me giro a mi derecha y allí estaba Zayn, sosteniendo comida de la máquina expendedora.
—Zayn, así que tú eres el imbécil que hizo esto.
—¿Imbécil? Más bien una leyenda—, sonríe y me da mi botella de agua y mis galletas Reese. Le doy una sonrisa de agradecimiento.
—Yo no diría que meterte con chicas te convierte en leyenda.
Me giro, sorprendida por lo que Mason acaba de decir. ¿De verdad me está defendiendo?
—Menos mal que no te he pedido tu opinión.
Oh, Dios.
Mason lo mira fijamente por un momento antes de volver a mirarme, su expresión se vuelve más suave.
—No he oído tu nombre.
—Uh, Amara,— digo con la voz más tonta que nunca.
—Amara—sonríe—qué mono.
Mi estómago explota de mariposas.
Mi vida ha dado un vuelco estos últimos días. Quiero decir, estoy en medio de los dos chicos más guapos y populares de la escuela.
—Nos vemos—, dice antes de alejarse.
Creo que me voy a desmayar.
Al darme la vuelta, me encuentro con un Zayn con cara de enfado.
—¿Qué?
—Eh, M-Amara—, dice con un tono de voz agudo y burlón.
Pongo los ojos en blanco.
Gilipollas.
*
Era viernes por la noche y, después de una semana llena de acontecimientos, estaba agotada.
Voy a pasar una noche relajada viendo —The Vampire Diaries—, pienso mientras subo las piernas al sofá del salón.
Justo cuando estoy a punto de darle al play en la tele, suena mi teléfono. En la pantalla aparece —Mamá—.
—Hola, mamá—, le digo al teléfono.
—Hola, cariño, ¿qué tal el colegio?
—Ha ido bien, ¿querías algo?
—Sí, Evelyn me preguntó si irías a su casa a cuidar a Zayn.
Ugh.
—Pero estoy tan cansada—me quejo.
—Amara, por favor. No quiero tener que decirle a Evelyn que no solo porque eres demasiado perezosa.
No soy perezosa.
¿Sabes cuánto ejercicio hacen mis dedos apretando botones en este mando a distancia?
—Bien—suspiro.
—Gracias, cielo. Hay helado en el congelador si quieres traerle un poco a Zayn.
—Mamá... sabes que tiene 17 años, ¿verdad?
—Por supuesto que lo sé.
—Entonces por qué dices...
—Tengo que irme cariño, te veré cuando vuelvas.
Cuelga.
El último lugar donde quiero estar ahora es con Zayn. Todavía estoy enojada con ese idiota por avergonzarme frente a todos.
Me levanto del sofá con todas mis fuerzas, apago la tele, cojo el móvil y me voy.
*
—Hola, Sandy—, me saluda Zayn al abrir la puerta.
—Gilipollas—, le respondo con voz dulce.
—¿A qué debo el placer?
—¿No te lo ha dicho tu madre? Se supone que esta noche te hago de canguro.
La sonrisa cae de sus apuestos rasgos.
—Mierda, maldita sea esa mujer—, suspira. —Probablemente, me envió un mensaje, pero bloqueé su número.
—¿Por qué hiciste eso?
—Me cabreó.
—Eres un imbécil.
—Gracias, ahora vete por favor. No necesitas estar aquí.
—Oye, tío, ¿por qué tardas tanto?— Una voz de chico grita a través de la casa.
—Parece que sí— sonrío y paso junto a él para entrar en su casa.
Al entrar en el salón, veo a Cole e Isaac sentados en el sofá con los mandos de la Xbox en la mano. Veo en la pantalla que están jugando al FIFA.
—¿Amara?— Cole dice: —Vaya, casi no te reconozco sin la arena que te cubre.
Frunzo el ceño y me siento en uno de los otros sofás. En el que estaba tumbado Zayn cuando lo cuidé por primera vez. Creo que es mi sitio favorito para sentarme, por tener el ángulo perfecto respecto a la tele y todo eso.
—¿Qué hace ella aquí?— Isaac le pregunta a Zayn al entrar.
—Está obsesionada conmigo.
Me burlo.
—Ya quisieras, yo lo estoy cuidando. Y ustedes no deberían estar aquí.
Cole e Isaac se ríen, mientras Zayn mantiene su permanente cara de cabreo.
—¿Y eso por qué?
—Porque no se le permite tener amigos en casa.
—Entonces finge que no somos sus amigos. Somos sus amantes gays—, afirma Cole.
Pongo los ojos en blanco.
—Si no os vais, no estaré haciendo bien mi trabajo.
—Como si me importara—, Zayn se acerca a mí, —Ahora muévete.
—¿Qué?— Le miro fijamente.
—Muévete. Ahí es donde me siento.
—Como quieras, Sheldon.
—¿Me acabas de comparar con Sheldon Cooper?
—Sí.
—No me sorprendería que vieras ese programa, eres tan nerd.
—Disculpa, pero obviamente tú también la ves considerando que sabías quién era.
—Bueno...— tartamudea.
Damas y caballeros. Dejé a Zayn Blake sin palabras.
—Solo muévete, carajo—, exige.
—No, me gusta estar aquí.
—Que mal. Si no te mueves te obligaré.
—¿Puedes sentir la tensión s****l?— Cole susurra en voz alta a Isaac.
—Adelante, oblígame, imbécil.
Zayn me levanta del sofá, echándome sobre su hombro, y luego me tira al suelo.
Ouch, por el culo.
—¡Imbécil!— Grito.
Zayn se desploma triunfante en su sitio mientras Cole se ríe.
—Un poco duro, Blake—, dice Isaac, conteniendo una sonrisa.
Zayn se encoge de hombros.
Me levanto del suelo y me siento al otro lado del sofá.
—¿Quieres jugar?—pregunta Cole, señalando el televisor con la cabeza.
—Claro—me da un mando y reinicia el juego.
—c*****o, estaba a punto de marcar—, dice Zayn.
Cole sonríe.
—No te preocupes, hermano, Amara puede ir a tu equipo y ayudarte.
—Eso no es justo. Pon a Isaac en mi equipo y podrás tenerla.
—Amigo, es tu niñera; quédatela.
Zayn gime.
Me siento tan querido.
Cole prepara el juego y empezamos a jugar. No tardo mucho en cogerle el truco otra vez, y acabo llevando la diminuta pelota por el campo y marco gol.
Aclamo:
—¡Sí!
Zayn, Cole e Isaac me miran asombrados.
—¿Cómo lo has hecho?— pregunta Zayn.
Me encojo de hombros:
—Mi hermano y yo jugábamos siempre.
—¿Quién es tu hermano?
—Se llama Joey, ahora está en la universidad.
—Joey Jones—, Zayn mira al techo. —Me acuerdo de ese tío. Es guay, ¿qué relación tienes con él?
—Eh, soy guay.
—Claro que lo eres—dice sarcásticamente.
—Lo soy. Estoy a punto de ganar este partido para nosotros. Siéntete libre de ayudar, pero no haces mucho de eso, ¿verdad?—. Recuerdo sus increíbles esfuerzos por ayudarme a limpiar la arena.
Cole se ríe entre dientes:
—Me gusta.
*
Un par de horas más tarde, el juego ha terminado -Zayn y yo ganamos- y Cole e Isaac se fueron a casa.
He decidido no decirle a Evelyn que están aquí. Aunque soy un mentiroso terrible, así que ya veremos si me cree.
Zayn sube a su dormitorio y yo me quedo sentada en el salón, viendo un viejo episodio de Cómo conocí a vuestra madre.
—Ay, Barney—me digo—ojalá le gustara a un tío tanto como te gustan los trajes.
De repente oigo abrirse y cerrarse la puerta principal. Espero que Zayn no haya decidido irse. Eso significaría que tengo que levantarme y hacer algo al respecto.
En lugar de eso, entra una guapa chica morena. Se le cae la boca al verme.
—Oh dios, debes ser otra de las ligues de una noche de Zayn que nunca pilla la indirecta—murmura.
—¿Qué...?
—Escucha—me interrumpe, acercándose y sentándose a mi lado, toma mis manos entre las suyas. —Cariño, sé que te duele, pero tienes que dejarlo ir. Te la ha jugado—. Pero ya está bien, puedes seguir adelante y encontrar al amor de tu vida. Vamos, desahógate. Estoy aquí para ti—. Sonríe dulcemente.
Los dos nos miramos un momento antes de que vuelva a hablar.
—¿Por qué no lo estás soltando todo?— Dice con lo que supongo que es su voz normal.
No puedo evitar reírme.
—¿De verdad crees que me enrollaría con Zayn?
—¿No?— Me suelta las manos.
—No—digo entre risas. —Soy su niñera.
—¡Oh, eres la niñera! Soy una idiota—, se ríe, poniendo mala cara.
—No te preocupes. No puedo creer que pensaras que sería tan rastrera como para acostarme con él. ¿Quién eres tú?— Trato de no sonar grosera en la última parte.
—Soy Maggie, la hermana de Zayn.
Oh.
Oh.
Se ríe de mi expresión.
—No te preocupes, puedes decir lo que quieras de él. Sé cómo es y estoy totalmente de acuerdo.
—No sabía que Zayn tenía una hermana.
—Sí, no se lo decimos a la gente, y estoy en segundo año.
Eso lo explica.
Sentado tan cerca de ella, me doy cuenta de que tiene los mismos ojos que Zayn, y también ambos tienen una mandíbula afilada. Aparte de eso, parecen muy diferentes, también en personalidad.
—¡Dios mío, estás viendo Cómo conocí a vuestra madre! Me encanta esa serie.
Esta chica cada segundo me gusta más.