Capítulo 14.

1668 Words
Igor. - ¿Puedo hacerte una pregunta también? - Pregunto lisa.  - Inténtalo. - ¿Por qué necesitas una barba así?  - Y, ¿Por qué tú tienes el pelo tan largo? – pregunté sonriendo y pasé su mechón detrás de la oreja.  - Porque es hermoso y no me digas que no te gusta. - Si, me gusta. Igual como mi barba. - Sonreí. - ¡Que dices! ¿Cómo lo puedes comparar? Mi cabello es sedoso y suave, y tu barba es ... Por cierto, ¿puedo tocarla? - preguntó Lisa con los ojos ardientes, mirando mi barba. - ¿Hablas en serio? - Bueno, sí. Nunca he tocado la barba de nadie. ¿O es demasiado pedir? - Toca, - dije y Lisa vaciló un poco, pero después de unos segundos de reflexión, estiró su mano hacia mi barba. - ¿Cómo te parece? - Es difícil de explicar. Pensé que sería como una escoba o muy espinosa. - ¿Qué más pensaste? - Dije, apenas conteniendo mi risa. Ella inmediatamente bajó los ojos. - ¿Quizás sería mejor afeitarse? Eres un hombre joven aun, ¿por qué necesitas los matorrales en la cara? - Quizás. - Sí, eres lacónico, - dijo Lisa, quitando su mano de mi cara. - Todo es extraño contigo. Se dio la vuelta abruptamente, alisándose el cabello suelto con una mano, lo que me obligó a respirar su olor dulce y agradable. Ella quiso volver a la mesa, pero no pude dejarla ir. ¿Por qué estoy chocando con la misma piedra? Imbécil. Después de todo, sabía que era imposible tocarla, porque mi cabeza fue volando, solo por un toque. Para ser sincero, pensé por un momento en emborracharla primero y tratar de acostarme con ella, y después de nuestra conversación, algo dentro de mí se resistió a implementar esta estúpida idea en realidad. Sí, mi querida conciencia, te despertaste en el momento equivocado. Y solo cuando ella quiso salirse de mis manos, me di cuenta de que tenía que negociar con mi conciencia o con alguien más que me estaba deteniendo. "A la mierda todo, la quiero y punto." - gritaba mi lujuria. Sus labios brillantes estaban solo a un centímetro de los míos, ¿qué me estás haciendo? Una pregunta retórica, cuando estos mismos labios todavía se ciernen ante mis ojos. - ¿Qué? - preguntó. - Tus labios son brillantes, espero que no estén pegajosos. Lo odio, - creo, que me volví loco y me acerqué con un dedo a su boca. Y no solo lo estiré, sino que lo pasé por el labio inferior. - No pegajoso. No pude, Dios sabe que lo intenté, pero la cercanía de sus labios me privó de mi voluntad. Lisa, en lugar de decir algo o simplemente enviarme en los cuatro vientos, simplemente me miró a los ojos. ¿Estaba sorprendida? ¡Qué tonto! Ella dijo que dejó a su prometido porque él no le prestaba atención. Como mi última amante. ¿Qué puedo darle? Nada. - El hecho de estar en casa con una mujer desconocida y en general ... todo esto. No sé lo que has dibujado en tu cabeza sobre mí, pero definitivamente no soy así. Puede que no lo creas, pero no me llevo bien con gente nueva, especialmente con las mujeres. Ni siquiera sé de qué hablar con ellas, pero contigo, de alguna manera, todo sale por sí solo. ¡Fácilmente! Esto es una especie de paradoja, - traté de justificarme a mí mismo. - Sucede, - suspiró. - ¿Quieres algo de té? - No, gracias. Perdón. - Respondí. - Voy a dar de comer a Agripina y las gallinas. Y tú vete a la cama. Estamos planeando una caminata mañana. ¿No te olvidaste? - No me olvidé, pero limpiaré la mesa y después iré a dormir, - dijo ella, ofendida. - No, déjalo, cuando vuelva lo haré yo mismo, no quiero que te manches ese vestido tan hermoso, - respondí y salí.  Respiré el aire helado, volviendo a mis sentidos. Una fuerte ráfaga de viento helado me hizo estremecer. "Hice todo bien. Lisa es una buena chica, gracias a ella tuve una verdadera Navidad hoy, no necesito infligirle otra herida, porque lo nuestro no tiene ningún futuro," - traté de persuadirme en vano, porque si ella me hubiera dado al menos alguna señal, entonces todo sucedería entre nosotros y ella ahora estaría durmiendo en mi cama, porque la atracción, que sentía por ella era sobrenatural. Lisa. Igor desvió la mirada y salió de la casa con un paso rápido. - ¿Que ha sido todo eso? – miré a la puerta cerrada sin saber qué pensar. Hubo una chispa entre nosotros. Saltaba con simples toques fugaces y miradas largas e inquietas, la sentí en el ruido de su corazón y hormigueo en la punta de mis dedos. Entendí esto, estaba segura de que él entendiera perfectamente también, por eso me tocó los labios. Pensaba que me iba a besar, pero él marchó. ¿A lo mejor no entendió, que yo estaba dispuesta a seguir? Por supuesto que lo entendió. Igor era un hombre adulto. Por eso me sorprendió, que en una situación tan ardiente se contuviera. Generalmente hoy, cuando me sostenía en sus brazos, parecía, que era la moderación en sí. Sin coquetear, sin aprovechar la situación, sin hacer pasos para acercarse. Como si no estuviera seguro de si necesitaba tener algo conmigo. ¿Quizás no le agrado? ¡No podría ser! Eso no era cierto. Le gusté a él. ¡Y mucho! Lo sentí intuitivamente, lo leí en sus ojos, en el temblor de sus manos, cuando me apretó contra él y por ese aumento en la ingle. Estaba claro, que me deseaba. ¿Pero porque no hizo nada? "¿Quizás es virgen? ¿Puede ser? Vive en el bosque completamente solo. En tres días no vi ninguna mujer cerca". – Pero descarté este pensamiento. Esto no podría ser cierto. Igor se parece más a un duende severo, que a una flor tímida y nunca besada. ¿Entonces qué? ¿No quiere ofenderme? ¿No quiere apegarse a nadie? ¿Tiene corazón roto por una mujer y ahora no quiere equivocarse? ¿Qué? A pesar de que Igor dijo, que no limpiara la mesa, lo hice y solo después fui a mi habitación. Me acosté, pero en mi cabeza aún estaba mi leñador, sujetándome en un baile sin música, era tan romántico, tan sensual y por alguna razón yo recordé otro baile, hace diez años. De aquella estaba aficionada al tango argentino y cada fin de semana iba a la discoteca “Clavelina”, donde se reunía la gente como yo. Los apasionados ritmos brotaban de los altavoces, penetrando profundamente bajo mi piel, desplazando todas las preocupaciones y dudas. Una llama líquida fluía por las venas, acelerando el corazón a una velocidad increíble. Cerré los ojos, me disolví, rindiéndome al poder de la música. De repente sentí unas manos en mi cintura. Sentí como si fuera una descarga de la electricidad. Le aparté de mí misma, di dos pasos con la cadera, él me atrajo bruscamente, agarrando mi mano y le amenacé con el dedo. No pude recordar su cara, pero sabía que era muy guapo y sonriente. Todo estaba en orden, encajando movimientos perfectamente con el ritmo del tango. ¡Cómo se movía! ¡Oh sí! Se enrollaba en el baile muy bien, nunca tuve una pareja así. Jugamos entre nosotros, formando un círculo. La gente chillaba de alegría, gritaban algo, pero no pude oír. Mi atención estaba fijada en este tema. Agarrándome de la mano, tirando bruscamente hacia sí mismo. Nos movíamos juntos, sin arrancar las miradas ardientes el uno del otro. Me prensaba cuerpo a cuerpo, escuché un latido para los dos. Me recogió, me levantó del suelo y giró alrededor de su eje. Me volvió a poner de pie, apenas tocando el suelo, flui por su cuerpo como una gata sensual.  No me importaba lo que pensaran los demás. Era Solo un baile en el que me ahogaba. Luces multicolores se deslizaron sobre nuestros cuerpos, la música se convirtió en sangre, haciendo olvidarnos de todo. Me incliné hacia atrás, sabiendo muy bien que aguantaría, evitaría que me cayera. Sentí su aliento caliente en el cuello, y por esto escuché el ruido en la cabeza. Los acordes finales, y la canción se quedó en silencio, fue reemplazada por otra composición, pero nos quedamos allí, abrazados, incapaces de retroceder. - ¡Nombre! - Respiró pesadamente, como yo misma. Su mano caliente presionada contra mi espalda desnuda, provocando sensaciones contradictorias, el fuego ardía en sus ojos. En ese momento, incluso parecía que millones de diminutas chispas atravesaban mi piel. - No importa, - suspiré, mirándolo a los ojos. "Bueno, ¿por qué me acordé de eso ahora?" - Pensé y encontré la respuesta yo misma. Lo que sentía por ese chico, ahora lo sentía por Igor. Luego simplemente me escapé, asustada de los sentimientos que se apoderaban de mí. ¡Estúpida! Porque nunca había vuelto a experimentar nada parecido.  Incluso con Boris, a quien consideraba el hombre perfecto, no pasara eso. No hubo fuego entre nosotros. Me puse triste. O por el hecho de que nos separamos o por el hecho de que no me arrepentí en absoluto. Aunque no, lamenté por los tres años que perdí en una relación inexistente. Ahora mismo me di cuenta de que sería mejor experimentar una explosión de emociones una vez, que no sentir nada en toda la vida. Por lo tanto, decidí seducir al leñador por todos los medios. Solo el orgullo no me permitió saltar inmediatamente de la cama y correr a su habitación con una petición de amarme al menos una vez o mejor toda la noche.  En general, me obligué a calmarme, acostarme más cómodamente y cerrar los ojos. Pero sin importar cuánto tiempo mantuve conversaciones explicativas conmigo misma, una sonrisa de ensueño todavía jugaba en mis labios.
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