Se estacionó en el lugar de visitas, donde el guardia de seguridad le señaló. La mujer al bajar de su auto, pudo notar una colección de veinte autos del año de alta gama, Lamborghini, Ferrari, Tesla, Rolls Royce, entre otros “¿tiene un Rolls Royce?” se preguntó a sí misma llevándose una mano a la boca. Cruzó el lujoso estacionamiento con la despensa en mano para introducirse a una parte del jardín que contenía esculturas florales simulando esculturas griegas, pudo notar una enorme piscina que por un momento cruzó por su cabeza que podría caber una ballena adulta en ella; más al fondo pudo distinguir un pequeño santuario estilo japonés que servía como una zona de yoga y meditación con un pequeño lago alrededor y un puente que conecta el jardín con la entrada del lugar zen.
El portero se acercó a ella para darle instrucciones al verla tan perdida, pues Enith se sentía como si estuviera en algún hotel lujoso de cinco diamantes.
— Me informó el joven Guinot que usted estará viniendo seguido, eso espero porque sus antiguas asistentes han renunciado al tercer día, es demasiado exigente —le dijo el hombre al darle una calcomanía para que la colocara en el carro y la identificara como parte del personal del muchacho, la chica vió perpleja la calcomanía antes de reaccionar.
— Es muy probable que me vea aquí solo esta vez, puede quedársela que yo misma hablaré con el señor Elio, muchas gracias —dijo Enith con la mejor amabilidad posible al de seguridad sonriendo, aunque viendo en dirección a la elegante puerta de madera frente a ella con una mirada profunda, quería matar al engreído.
— No la culparía sino regresa, sé lo pesado que puede llegar a ser el señor, mucha suerte —le dió el señor una ligera palmada en la espalda alejándose del lugar.
Enith suspiró, para tranquilizar las ganas que tenía de despedazar al hombre ¿ser ella una asistente sin paga? ¿quién se creía que era él a parte de ser propietario de un Rolls Royce? la cena en el restaurante le había salido demasiado cara para sus bolsillos, la había dejado en bancarrota, ella solo había planeado pagar lo suyo y ahora había descompletado para su renta.
Tomó las bolsas de supermercado, tocó la puerta principal de donde un mayordomo abrió, a lo lejos vio asomando el rostro de Elio, éste vestía de manera formal, con un traje gris y una camisa blanca que le quedaba a la perfección, resaltando sus músculos que lo hacían lucir muy varonil.
El mayordomo la dejó pasar, ella entró con dificultad, aventando las cosas en la cocina que se encontraba al fondo de la casa, a diferencia del muchacho ella traía unos jeans ajustados y una playera blanca, pues necesitaba estar cómoda para la lista de deberes asesinos que el tipo le había encargado como p**o.
— Tu portero me dijo que habías avisado que “tu asistente” estaría viniendo seguido —Enith resopló tan fuerte que por un momento Elio creyó que se había sonado la nariz.
— Si ¿algún problema? —dijo mientras se servía un vaso con agua, se acercó un poco hacia la chica, quien le sostuvo la mirada unos segundos, antes de voltear a ver hacia el lado contrario para ocultar un poco sus mejillas sonrojadas.
— No sé si me estás confundiendo o realmente pretendes hacerme tu esclava —los dedos de la chica comenzaron a bailar por sí solos sobre la barra.
— Bueno te recuerdo que ayer tuve que mentir por ti, deberían de darme un oscar a mejor actor del año, además tenemos una cita con tu querida Jessica para verla con tu ex, nadie más va a aceptar un trato tan absurdo y... bueno, la verdad me quedé picado, quiero saber en qué acaba todo esto —dijo el muchacho sin cuidado, quien buscó la mirada de Enith guiñándole un ojo.
— ¡Ahhh! Eres el mismo diablo —suspiró la solterona— no debí ir a esa estúpida reunión, estaba mejor en mi casa.
— Nunca dije que era un santo —una sonrisa perfecta hizo que de nueva cuenta Enith desviara la mirada de Elio quien se divertía de sus reacciones, hacia las bolsas de la despensa— descuida, solo pretendo que vengas una vez a la semana en lo que soluciono el problema de la asistente, no creas que soy tan ruin —le dio un tierno golpecito a la punta de la nariz de Enith con uno de sus dedos, lo que la hizo sobresaltar.
— Está bien, sólo en lo que consigues una asistente que te ayude en todo lo que necesites, iré por las quinientas mil bolsas que faltan y tus trajes, ya vuelvo.
La muchacha dio un total de cinco vueltas a su carro, se encontraba exhausta, lo único que quería en ese momento era comer algo delicioso y dormir, ya que al día siguiente tendría que despertar temprano e ir a trabajar.
— Servido, aquí están los trajes, la despensa y solo necesito los paquetes, los enviaré mañana que salga del trabajo —dijo la chica mientras se recargaba sobre la pared, se dejó caer al suelo por el cansancio, tenía el cabello enmarañado parecía que le había explotado un volcán en la cara.
Elio comenzó a reír por lo bajo, al observar cómo la mujer con un look rockero la noche anterior, se encontraba al pie de su puerta derrotada por la distancia entre el estacionamiento y su cocina.
— Es noche y estaba por cenar ¿por qué no me acompañas?
— ¿Tengo que pagar por la cena? —lo vió con ojos a medio cerrar.
— No —río nuevamente— pero te tocará lavar los trastes, les dí el día libre mis empleados.
— Trato —Elio la ayudó a incorporarse llevándola a la sala para que se relajara un rato.
Después de un tiempo, la chica se incorporó al percatarse del olor agradable a mantequilla y hierbas italianas que invadían la estancia, vió como Elio se encontraba cocinando un delicioso salmón y espárragos. Se sentaron en su lujosa mesa de mármol que donde había un hermoso ventanal que tenía una vista nocturna preciosa que daba a la ciudad.
— Tu casa es muy amplia para solamente vivir tú solo —dijo la chica para romper el hielo, mientras veía el panorama nocturno a través del cristal.
— Me gustan los espacios grandes, aunque debo reconocer que muchas veces siento mucho vacío, me acostumbré así que creo que está bien para mí ¿qué hay de ti? —preguntó Eliot interesado en la mujer que tenía frente a él.
— ¿A parte de estar sola e inventarme un novio falso? no hay mucho que contar para ser honesta.
— ¿Te dolió mucho lo que Jessica te hizo? —Elio se llevó un bocado mientras que Enith contempló por un instante su plato antes de dejar salir las palabras de su boca.
— Me destruyó el alma, era mi mejor amiga, mi hermana, hacíamos todo juntas, ya sabes, eran de esas amistades de las cuales compartes tu vida diaria con ellas —chasqueó la lengua— habría dado la vida por ella —suspiró un poco llevándose el tenedor que aprisionó con sus labios.
— Y ¿Qué hay de Roberto? —preguntó Elio con cautela en su voz. Enith dejó su tenedor en el plato por un momento, recordar a Roberto hacía que le doliera el estómago.
— no es mi intención incomodarte es solo…—
— Roberto era mi amor verdadero —interrumpió la muchacha con un hilo de voz, su mirada expresaba aún la amargura que aquel día la había marcado— se suponía que el día de mi boda sería el día más feliz de mi existencia — sonrió con amargura— hasta hoy en día no he recibido una sola explicación del porqué me hirieron de esa manera, no recibí más que ausencia en el altar y la vergüenza de su madre por ser un patán —se limpió dos lágrimas traicioneras que había resbalado a sus mejillas sin su permiso, se aclaró la garganta para ganar compostura de nuevo— en fin las cosas pasan por algo y estoy contenta por el hecho de que fue honesto conmigo.
— Eso no fue honestidad, fue cobardía sin duda —Elio golpeó con su puño la mesa al ver la frustración que la tristeza ocasionaba en Enith— honestidad habría sido que el tipo no hubiera permitido que llegaras al altar si él no planeaba hacerte su esposa, cortar por lo sano hubiera sido de un caballero —hizo una pausa al ver que la muchacha tenía un puchero que estaba aprisionando el llanto por la herida, por lo que trató de cambiar el tema— La verdad es que ayer que me pediste que me hiciera pasar por tu novio, fue la mayor estupidez que me han preguntado en la vida, pero escuchar los motivos que tenías y esa bruja haciéndote la vida de cuadritos, me dio curiosidad al verte en apuros.
— Vaya que eres chismoso —dijo Enith más animada, Elio sintió un gran alivio al reír ambos, en definitiva si era un hombre chismoso y lo aceptaba en su interior.
Se sentía un ambiente de complicidad entre los dos, algo que Enith hacía mucho no había experimentado con nadie más desde la última vez que había tenido una relación con Roberto. Se sentía relajada en compañía de Elio, sintió por un momento que lo conocía de toda la vida al tener esa plática tan natural y sobre todo la certeza de no ser juzgada.
— No lo voy a negar, a los hombres también nos gusta el chisme, aunque claro solemos ser más discretos para percibirlo, y espero con ansias esa reunión para conocer al tal Roberto.
— Es un asco de persona —dijo Enith tomando su copa para darle un trago a su vino, sonrió— la verdad es que hablo como mujer despechada, el tipo es muy carismático, creo que te va a agradar desafortunadamente.
— Ya veremos cuando lo conozca, pero si algo te puedo asegurar es que ese tipo te va a ver radiante y feliz, así que más vale que mejores tu actuación. Y bueno ya que terminamos de cenar en la gaveta izquierda es donde van los platos.
— Eres el diablo —le dijo divertida Enith mientras se levantaba de su lugar para recoger los platos, Elio solo sonrió y le hizo señal de salud con su copa de vino en mano.
Las siguientes dos semanas Enith y “diablo” como ella solía llamar a Elio cada que le daba una lista de mandados por hacer, se veían de manera breve solo para dejarle la despensa en su casa, con un saludo de manera cordial. Una vez que Jessica y Roberto llegaran de su viaje y tuvieran esa estúpida reunión, todo terminaría, y ella desaparecería nuevamente feliz sin tener que soportar las peticiones de un desconocido, que algunas veces era muy amable y otras ni él mismo se aguantaba, así era él como un diablo bipolar.
Llegó a la oficina un viernes por la mañana como era costumbre, saludó a su amiga Bianca que se sentaba en el cubículo justo al lado de ella.
— ¡Feliz cumpleaños! Qué bueno que llegaste ¿qué te pondrás para el convivio? —le preguntaba muy animada, Bianca la abrazó para felicitarla.
— ¿Era hoy el convivio de mi cumpleaños? ¡rayos! se me olvidó por completo —mentía Enith dándole la espalda a Bianca tratando de desviar el tema, tenía esperanza de regresar a casa después de la jornada laboral.
— Sabía que dirías eso, así que me tomé la libertad de traer tres vestidos más para que escojas el que más te guste, después de todo somos de la misma talla, no tienes excusas para no venir Enith es tu cumpleaños —dijo Bianca viéndole la espalda, las esperanzas de Enith habían sido esfumadas.
— Está bien, iré a la reunión, aunque mi cumpleaños es solo una excusa para que todos salgamos al bar no lo niegues —sonrió— ahora si me disculpas tengo un reporte que hacer antes de que el jefe me grite de nuevo —se dispuso a trabajar en la computadora —y gracias por lo del vestido.
En las siguientes horas Enith estuvo trabajando arduamente en el reporte hasta que su jefe le dio el visto bueno. En esa pequeña reunión tuvieron una pequeña charla desalentadora para Enith, pues el jefe le había informado que había problemas financieros en la empresa y de ser necesario ella estaba en la lista del personal para recortar, la muchacha le dio las gracias a su jefe por ser honesto con ella y prepararse para un despido de ser necesario.
Los ánimos le habían caído por los suelos, y por un momento agradeció que Bianca había llevado ropa extra para ella, se quería divertir y olvidarse de los problemas de su fracasada vida, por lo menos así se sentía en ese momento, derrotada en muchas áreas de su vida, con una amenaza de despido, soltera y encima con una mentira que estaba creciendo por tratar de defender su honor ante la bruja de Jessica y su ex. Solo quería olvidarse un momento de todo, vaya manera de cumplir años.
Enith había escogido un vestido n***o pegado a su cuerpo, bastante revelador que le hacían relucir sus curvas, al menos había triunfado en el gimnasio, pensó con un poco de amargura. Bianca le ayudó a peinar su cabello castaño y hacer relucir sus ojos de avellana, de chica godín había pasado a ser la reina de la noche.
Enith se fue en su auto en compañía de Bianca a un bar al centro de la ciudad, el bar se encontraba lleno pero habían reservado una mesa para ellos con anticipación. En el centro del lugar había una pista de baile, alrededor de la pista estaban las mesas y al fondo en la parte alta del lugar estaba la sección VIP que solo los millonarios podían pagar. Todos pidieron cerveza y brindaron por el cumpleaños número treinta de Enith, los meseros del lugar le cantaban la canción típica de cumpleaños mientras prendían luces de bengala a su alrededor, llamando la atención de las demás personas de alrededor al mismo tiempo que le aplaudían.
Uno de sus compañeros, Omar, la invitó a bailar, si en algo era buena era en bailar explotando su sangre latina, con los tacones bien puestos, el sexy vestido entallado y ese movimiento de caderas, llamó la atención de varios chicos del lugar, se encontraba disfrutando el momento y nada más. No quiso saber nada más.
Cuando la canción terminó regresaron a su asiento, Enith le dijo a Bianca que iría al baño, y así fue, se retocó un poco el maquillaje y el frizz del cabello, no era mucho de maquillarse pero cuando lo hacía, su sentimiento de feminismo natural la invadía.
Al salir del baño se topó de lleno con la cara de Elio quien no le quitaba la mirada de encima, Enith no sabía si era el alcohol que traía encima o una ilusión, pero vio cierta sorpresa en su rostro.
— Señorita sé que esto va a sonar raro pero ¿eres Enith? —la chica puso cara de extrañeza.
— No conozco a ninguna Enith —mintió la muchacha, ahora que recordaba había caído en la cuenta que él nunca la había visto tan “bichota” hecha toda una diosa amazona gracias su outfit y el maquillaje.
— Creí que por un momento era alguien conocida, disculpe —la chica comenzó a reír.
— Claro que soy Enith ¿qué haces por aquí? —Enith lo tomó del brazo riéndose para evitar que se fuera, Elio no pudo evitar abrir la boca y dejar de respirar por un momento al saber que se trataba de su novia falsa.
— Te ves muy bonita —Enith se sonrojó ante el cumplido de su falso novio quien se aclaró la garganta para disimular un poco la impresión que la muchacha causó en él— te vi bailar de una manera impresionante, llamaste mucho la atención en la pista y tu cara se me hizo conocida, no sabía que tenías tal talento —dijo el hombre sin poder dejar de ver de manera discreta sus pechos y sus ojos con cierto rubor en el rostro.
— Hay cosas que a mi se me olvidan que tengo y las recuerdo hasta que las vuelvo a disfrutar —le sonrió— bueno creo que tengo que regresar a mesa van a empezar a preguntar por mi —Enith comenzó a avanzar.
— Vi que tu pretendiente sabe bailar muy bien —comentó Elio con una voz apresurada antes que Enith se perdiera en la pista de baile para ir con sus compañeros, la chica regresó hacia él.
— ¿Quién Omar? jajajaja —rió divertida mientras se acomodaba su bolsa de mano— Omar es como mi hermano y es gay tal vez por eso sabe bailar tan bien —miró a alrededor para comprobar que Elio se encontraba sin acompañantes— ¿vienes solo?
— Mi cita se fue así que si, estoy prácticamente solo —torció la boca con ligereza.
— Ven conmigo, estoy celebrando mi cumpleaños con los chicos de mi oficina —Enith tomó de la mano a Elio, con valentía y sin previo aviso liderando el camino.
Cuando salieron del pasillo de los baños, la muchacha vió vacío el lugar donde habían estado sus compañeros de la oficina, la chica no se había percatado que había tardado en el baño cuarenta minutos hasta que vió la hora en su celular con cara de espanto. Tenía un mensaje de Bianca donde se estaba despidiendo y le explicaba que algunas esposas de sus compañeros les habían marcado de manera insistente reclamándoles y tuvieron que retirarse; eran las dos de la mañana y todos tenían vidas de casados, sus parejas e hijos los esperaban en casa.
— Bueno, creo que todos están casados y me han mandado un mensaje despidiéndose de mí, las esposas se pusieron locas —dijo Enith con amargura, lo vió de reojo por un momento— será mejor que me vaya a descansar yo también —la chica abrió tanto los ojos que e dolieron al ver que aún sostenía la mano de Elio, él apretó la mano por instinto con suavidad para no dejarla ir.
— Espera, es tu cumpleaños y ambos estamos solos, creo que podríamos quedarnos un poco más y terminar de celebrar tu día —la mirada de Enith se suavizó dibujando una curva hacia arriba con los labios de manera involuntaria su semblante cambió al saber que podía seguir celebrando su cumpleaños con Elio— descuida, esta vez corre por mi cuenta no necesitas pagar nada —Ambos rieron por lo bajo.
— ¿Sin trato de por medio?
— Sin trato de por medio, solo dos amigos celebrando tu cumpleaños.
Las siguientes horas la muchacha le dio clases de baile al guapo, se divirtieron durante toda la noche como dos jóvenes adolescentes con el corazón acelerado, aunque al día siguiente la borrachera y el desvelo les pasó la factura, no es lo mismo los tres mosqueteros veinte años después.
Era un lunes por la mañana cuando Enith llegó a la oficina, acomodó sus cosas en su cubículo para comenzar a trabajar en los pendientes que tenía para su jefe, Bianca se encontraba al lado de ella comiendo fruta picada de un topper.
— Buen día Bianca traigo tu vestido recuérdame que te lo de antes de irnos —dijo Enith al mismo tiempo que se sentaba en su silla.
— Buen día Enith no tengas cuidado con el vestido, hey ¿cómo te fue con el guapo? —Enith estaba confundida sobre la pregunta que Bianca le estaba haciendo.
— ¿De qué hablas Bianca? no entiendo tu pregunta.
— Del guapo que se acercó a nuestra mesa a preguntar por ti el día de tu cumpleaños.
— ¿Qué hizo queeee? —Enith se llevó una mano a la boca para callarse, todos sus compañeros voltearon a verla. Esta saludó con una mano a todos disimulando su grito ahogado.
— Oh, él dijo que lo habías invitado a tu fiesta, todos te estábamos esperando a que regresaras para irnos juntos pero, él dijo que era tu amigo y se ofreció a llevarte —Bianca se inclinó hacia Enith para susurrarle en el oído— ya sabes como son las esposas de Luis y Pablo los amenazaron, mi esposo pasó por mi y no había estacionamiento, así que me tuve que despedir sin más.
— Si lo conozco pero no lo invité a mi fiesta, si que es un chismoso, pero no voy a negar que me fue bien, terminé dándole clases de baile, es buen alumno aunque le falta mucho por superar a Omar —dijo la muchacha, Bianca puso una mirada de picardía.
—¿Será que por fin te has animado a reabrir tu vida sentimental?