Capítulo 4: Situación extraña

2712 Words
Enith se paró tal cual fiera en aprietos de su lugar, disimulando su adrenalina por el nerviosismo por ser descubierta, puso una enorme sonrisa en su rostro al ver al hombre plantado en la cabecera de la mesa señalándola con un dedo. — Hola cariño, ven conmigo —dijo acercándose al hombre confundido y tomándolo de la mano. Se lo llevó casi a rastras del lugar casi tropezando con las mesas de los lados y ante las miradas atónitas detrás de sus espaldas, salieron del restaurante a la seguridad que les brindaba la calle para que ninguna de sus ex compañeras pudiera escuchar o ver. — No te conozco, pero vi que me tomaste una foto hace unos instantes mientras estaba perdido buscando el restaurante. — Si bueno yo …—Enith comenzó a jugar con sus dedos, desviando la mirada hacia el suelo pavimentado cubierto del reflejo de las luces eléctricas de la calle para iluminarla, no sabía por dónde empezar. — ...Y cuando al fin encontré el lugar, te encuentro sentada como si nada, con tu grupo de amigas de las cuales al parecer soy el tema de conversación, me decidí acercarme, me llamaste cariño y me sacaste del restaurante a rastras -Alzó una ceja- y ahora aquí estamos tú y yo, dos completos extraños que nunca se han visto en su vida, hablando de un asunto que aún no entiendo y al parecer soy tema principal de conversación con tus amigas. Enith sentía su rostro arder de la vergüenza “¿acaso soy la persona con más mala suerte para mentir en el planeta?” pensó para ella misma, el peor escenario posible había pasado ¿Por qué ella? Debió haber sido honesta desde un principio o nunca haber aceptado la invitación de Katia de venir a una reunión que en apariencia estaba resultando desastrosa, “¡ahhh cómo echo de menos mi departamento solitario!” pensó. Se imaginó la cara de Jessica riéndose a todo volumen, resaltando incluso por arriba de la música de fondo del restaurante, llamando la atención de todos lo comensales en el lugar y sus ex compañeras riéndose junto a ella, señalándola por ser una estúpida mentirosa. Su cara se el contrajo por la desagradable escena en su cabeza que estaba por volverse realidad, sintió una sensación ardiente en el estómago al mismo tiempo que su corazón martillaba su pecho. — ¿Podrías… hacerte pasar... por mi novio solo por esta noche? —la solterona comenzó a juguetear con su dedos, mientras miraba de reojo los zapatos pulcros del muchacho, uno de ellos jugueteaba con una hoja seca machacándola. No podía ver a la cara al hombre extraño, recorrió la mirada a la altura del pecho del hombre frente a ella, notó una figura masculina bien marcada como fruto de horas bien trabajadas en el gimnasio. Sintió vergüenza por su petición tan estúpida. — ¿Por qué debería hacerme pasar por tu novio? —El hombre dejó de jugar con la hoja en su zapato, acercando un poco su rostro para verla mejor. — Porque hay una bruja que me ha hecho la vida de cuadritos… Enith le contó con lujo de detalle en diez largos minutos (para el muchacho) la historia que ella tenía con Jessica y Roberto. Cuando terminó su relato, vió al hombre que se encontraba con una mano en la cabeza y cara de haber escuchado la estupidez más grande en su vida, con una sensación similar cuando un novio ha cometido el grave error de acompañar a su novia de compras terminando con una cara de fastidio resignado. La solterona estaba segura por la expresión del muchacho, que se había ganado el premio a la petición más estúpida de la década, pensándolo bien nunca debió de haber actuado de una manera tan infantil como había reaccionado, pero esa bruja merecía tragarse sus palabras. Con un suspiro de derrota, Enith dio el primer paso de regreso al restaurante decidida a ir por su bolso de mano y despedirse, saliendo despedazada por Jesica. La mano del extraño y guapo hombre le tocó el hombro deteniéndola en seco. —Acepto —dijo el muchacho con una amable sonrisa. Enith abrió la boca tanto que le dolió la mandíbula, no podía creer lo que había escuchado y captado sus oídos, el guapo había aceptado su desesperada y estúpida propuesta. —¿De verdad? —Enith no podía creer que se había topado con una persona tan bondadosa como él, aceptando de la nada a hacer un tonto favor como el que ella acababa de pedirle, siendo los dos completos extraños. —Si —el muchacho tenía una expresión amable en su rostro que lo hacian parecer un tanto angelical, o eso es lo que pensaba Enith. —Muchas gracias, de verdad no sabes como te agra... —decía la chica juntando sus manos con los ojos más complacientes, tenía ganas de abrazarlo. — Bien, más vale que mañana hagas la lista de mi supermercado y compres lo que necesito, también tengo unos paquetes pendientes por enviar a la paquetería y necesito que vayas a la tintorería a recoger mis trajes por mí —una sonrisa maliciosa apareció en el chico que comenzaba a disfrutar de la confusión de la chica. — ¿Por qué tendría que hacer eso? ¿no estás hablando en serio, o si? —dijo Enith mientras lo veía con extrema confusión, pues el chico que hace algunos segundos fue amable con ella se estaba quitando su traje de cordero para dejar al descubierto al lobo que tenía dentro. —Bueno, si no tienes interés en lo que quiero a cambio, creo que quedarás al descubierto ante la bruja y sus secuaces —dijo el chico echando a caminar en dirección contraria al restaurante. —No, espera —Enith revolvió su cabello de nuevo echando a correr tras de él— ¿A qué hora quieres la despensa en tu casa? —lloraba con resignación en sus adentros por la metida de pata y el enredo en que se estaba metiendo. El hombre estaba divirtiéndose con el contrato que acababa de conseguir parecía que había conseguido la lotería, mientras que Enith se llevó una mano a la cara dándose un zape por la estupidez que había cometido, había firmado un contrato con el mismo diablo que la tomaría como su mandadera de manera gratuita, el contrato más estúpido que jamás había hecho en su vida. —Bien, veo que estás entendiendo “mandadera” —el tono de voz del extraño hizo un énfasis romántico en la palabras “mandadera”, mientras entraba al restaurante con una sonrisa triunfante en su rostro perdiendo— esto será divertido, veremos en qué acaba, haré mi parte “cariño” —le guiñó un ojo y la tomó de la mano para entrar al restaurante con una sonrisa triunfante en su rostro. Por un momento la solterona olvidó su nerviosismo al ver como el trasero redondo de su falso novio pasaba entre las mesas jalando las miradas de las demás mujeres y alguno que otro hombre, no los culpaba el tipo tenía un cuerpo de dios esculpido en el gimnasio, ella detrás de él caminaba a paso torpe. Al llegar su mesa, los cuchicheos y los choques de los cubierto se detuvieron en seco, Enith se sintió acalorada al sentir todas la miradas de las mujeres que se posaron en ella y el apuesto hombre que la acompañaba; la reacción de Jessica fue abrir la boca por la sorpresa de que Enith había hablado con la “verdad” y no había había nada que pudiera hacer en ese momento para bajar la moralidad de su ex amiga. A decir verdad, el falso novio era sin duda más guapo que Roberto, al gusto de Enith y al parecer de la rubia también. — Hola buenas noches bellas damas, mi novia dijo que se iba a reunir con sus amigas, aunque no me dijo que todas eran muy guapas —había una simpatía envidiable en el tipo. Todas las mujeres de la mesa comenzaron a ruborizarse, por el cumplido que lanzaba al aire aquel extraño galán. —Ay qué amable —decía una de las presentes sonrojada y riendo con cierta pena. — Enith no nos habías platicado mucho del bombón que tienes como novio —decía Diana comiéndose con la mirada al tipo. — Enith, que bonito nombre es el de Enith —volteó su cabeza para verla fija a los ojos, la mujer se sonrojó con ligereza al escuchar su nombre en la voz del muchacho —sin duda mi novia tiene un excelente gusto —la solterona sintió un golpe de guante blanco por parte del chico, el resto de las mujeres comenzaron a reír; sin duda había adoptado un excelente papel y lo estaba ejecutando como un experto mentiroso “púdrete Jessica” pensó la solterona al ver como la rubia bebía de su copa para ocultar su desagradable asombro. — Le encanta bromear, lo cierto es que me estuvo rogando tres meses seguidos antes de que aceptara salir con él —dijo la solterona sacando la mejor sonrisa que pudo para ocultar el dolor que le estaba provocando el apretón de mano que el muchacho le estaba dando como reacción a su comentario. — Y puedo entender por qué —decía Katia dirigiendo una mirada rápida al extraño— Enith es una mujer excelente y merece ser feliz. — Quien diría que la pequeña Enith de la que todo el mundo se burlaba y nadie creía que haría una carrera prometedora, se ligaría a tal bombón —decía otra de las presentes. El extraño se había convertido en el centro de atención ¿su plan había sido un éxito o el extraño ya era un éxito por parecer estrella de cine? ¿Por qué estaba tan nerviosa? ¿o había fracasado porque no sabía qué planes tenía el hombre al haberla llamado “mandadera”? quería que la tierra la tragara y la escupiera en Australia, el lugar más lejano que se le había ocurrido en ese momento. — ¿Y por qué no te presentas? —decía Jessica con la mayor hipocresía posible— cuéntanos sobre ti, todas estamos muy curiosas por saber quien es el novio de la pequeña Enith. — Elio, Elio Guinot, un hombre común y corriente como todos los demás, trabajando en una empresa, adicto a la carne, al buen vino, y enamorado de mi Enith —sonrió mostrando sus dientes perfectos viendo con dulzura a su falsa novia. Ahí estaba él todo encantador, un actor profesional metido en su papel, al menos le había ahorrado la vergüenza de desmentir su farsa y pasar la peor vergüenza de su vida ¿cómo una mentira piadosa había crecido tanto en cuestión de una hora? Se sentaron en la mesa, las mujeres le hicieron un espacio al galán para que se sentara al lado de Enith. — Vaya qué encantador, quien pensaría que la pequeña Enith tiene buen gusto con los hombres y que sobretodo, sea capaz de mantener tu interés —decía la bruja Jessica con cierta burla herida por ver a tan semejante galán al lado de su contrincante— Ahora que regrese de Dubai podríamos vernos todas en una reunión de parejas sería genial ¿qué dices Enith? Enith comenzó a sudar del cuello abriendo los ojos con su mejor sonrisa fingida mientras su mente procesaba mil excusas en menos de un segundo, lo que le provocó dolor de cabeza. — Elio tiene que ir de voluntario a...Ruanda para atender a los más necesitados... estará fuera del país para cuando regreses de tu viaje —replicó la solterona con dolor disfrazado de amabilidad. — Cariño, no te preocupes, si la reunión se hace en un mes estaré de regreso de la misión caritativa en Ruanda a la que me inscribiste por tu buen corazón, no hay ningún problema —Elio vió a Jessica para confirmar antes de que su novia falsa pudiera replicar— asistiremos con gusto, dale los detalles a mi mujer cuando regreses de Dubai —el muchacho vió a Enith con diversión reflejada en una sonrisa perversa, ésta la veía con una enorme preocupación parchada de una gran sonrisa fingida, al mismo tiempo que trataba de averiguar qué era lo que el extraño tramaba. — Entonces está decidido, cuando regrese de mi viaje de aniversario de bodas, organizaremos otra reunión con nuestras parejas ¿les parece bien chicas? —preguntaba Jessica a las presentes para pactar la cita y que fuera un compromiso. Todas aceptaron gustosas de tener una reunión más, Enith no sabía como reaccionar y nadie de las mujeres ahí presentes se imaginaba siquiera el rollo en el que ella se había metido al conseguir un novio falso. Transcurrieron dos horas en medio de copas y una deliciosa cena donde el centro de atención fue el novio farsante que tenía más encanto que el mismo Obama, o Drake Bell en México, después de la cena y muchas risas todas se despidieron de ellos partiendo a sus casas, para alivio de Enith. Elio y la mujer soltera se quedaron en el restaurante que se encontraba casi vacío por completo por la hora que era. — Mañana ¿A que hora paso por tu casa para llevarte la despensa? —dijo Enith para cumplir su parte del trato. — Te escribiré por la mañana y te enviaré mi ubicación por w******p —decía el tipo. — No sé si agradecerte o gritarte, no era necesario aceptar la invitación de la harpía —Enith apretó los puños mientras hacia una mueca, el tipo se rió con su mirada perdida en los ojos almendrados de la muchacha. — Acepta que estuve de maravilla, vi tu cara de excitación al ver que la harpía tuvo retorcijones de estómago por solo tenerme como “novio”, imagina la cara que pondrá tu ex, ya me imagino. Ambos sonrieron complacientes por el éxito de la extraña situación. Enith sitió un cúmulo de pequeñas mariposas golpeteando en su estómago, los dos se perdieron en sus miradas creando por un instante un momento de complicidad entre ellos, dos completos extraños que habían sido cómplices de un crimen no pasional, alimentado una enorme mentira para salvaguardar la dignidad de la solterona. Elio se aclaró la garganta para interrumpir ese momento “raro” entre ellos, tomó el teléfono de Enith para anotar su número y marcarse así mismo para registrar el número de la chica. Se paró de la mesa, caminó a la salida, dejándola confundida y sola. — Mañana te escribo entonces, por cierto paga la cuenta es lo mínimo que merezco por tan gran debut que tuve —Antes de que Enith pudiera decir algo en contra salió del lugar. —¡Estaré haciendo tus pendientes mañana, ese era el trato…! -le gritó, el muchacho solo le guiñó un ojo antes de perderse en la vida nocturna de la calle. No sabía cómo reaccionar, si había sido buena idea o no, si había sido encantador o no, si era una tonta e infantil por actuar de esa manera o simplemente necesitaba adrenalina en su vida y disfrutar un rato de los espasmos de desagrado de Jessica. Lo cierto es que Enith pensaba que Elio, con esa apariencia encantadora de ser todo un galán caritativo en realidad era el mismísimo diablo, suspiró resignada y pagó una cuenta exorbitante, después de todo si había cumplido con una petición estúpida para su sorpresa aunque había accedido por diversión. Enith llegó al día siguiente a la casa de Elio, estaba ubicada en la mejor zona de la ciudad, nada comparado en donde ella vivía, pues mientras que él tenía un basto “mar” donde nadar, ella solo contaba con una “pequeña pecera” donde apenas podía moverse, no había punto de comparación entre la mansión del muchacho y los escasos cuarenta metros de piso que la solterona poseía. “¿Quién es en realidad Elio Guinot?” se preguntó la muchacha al corroborar la dirección con google maps verificando que estaba en el lugar correcto, creciendo aún más su asombro por dentro y por fuera.
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