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Billonario novio prestado

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Enith se ve envuelta en una serie de eventos románticos desafortunados, plantada en el altar y con un corazón destrozado, años después su ex y su actual esposa aparecen nuevamente en su vida. Las cosas se complican cuando conoce a Elio con quien junto a él montan la "farsa maestra" para restaurar el honor y la dignidad de la muchacha, pero las cosas se irán complicando cada vez más ¿Hasta dónde llegará la mentira?

Obra registrada en safe creative con el número: 2202090449662

Todos los derechos reservados.

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Capítulo 1: Enith Caley
En un viaje a Miami por aniversario de novios, Roberto le propuso matrimonio a Enith en un atardecer en la playa, todos los transeúntes que pasaban por el lugar, aplaudían emocionados la escena de dos extraños decidiendo dar un paso importante en su relación, después de todo es uno de los momentos más esperado en la vida de una mujer. La escena perfecta que hizo que Enith volara alto ese día y cayera en un cuento de hadas, con un hermoso cielo naranja a punto de dar paso a la noche, en una playa vestida de agua azul turquesa, champagne para brindar con copas de cristalería fina, añadiendo un poco de romanticismo al oído con un violinista de fondo tocando solo para ellos dos, se encontraban parados en medio de pétalos de rosas rojas disfrutando el momento. Esa noche Enith se entregó a Roberto con toda dulzura y ternura en la habitación del hotel en cuerpo y alma. Su vida era perfecta. Enith amaba con locura a Roberto, a pesar de que algunas veces su prometido tenía mal genio no le impedía sonreír por él cuando lo veía comer, dormir, reír o hacer cualquier cosa en general, para ella él era un sueño hecho realidad y una felicidad la embargaba por compartir el resto de su vida con él. Era un sábado trece de marzo, el día de su boda llegó al fin, había acordado con su prometido verlo en el altar, esperaría para la sesión de fotos después de la luna de miel, por ahora quería que la viera lo más bonita posible camino al altar y que fuera sorpresa él ver a su mujer vestida de blanco. Llegó a la iglesia a las seis de la tarde hora en que la misa tendría inicio para unir sus votos en matrimonio, acto seguido irían al jardín de eventos donde se casarían por el civil. — Enith tendrás que esperar un poco en el carro, Roberto no ha llegado —decía su madre desde la calle, la joven la observaba desde la ventana del carro. — Ah, Roberto nunca cambia, ni siquiera el día de su boda es puntual —dijo Enith con un suspiro viendo a su madre con una gran sonrisa. — Ese muchacho tendría que haber puesto mil alarmas en un día tan importante como éste. — Está bien mamá algún defecto debía tener —sonrió la chica a su madre. Pasaron diez minutos más de espera, Enith comenzaba a sentirse impaciente porque Roberto no llegaba, su padre se acercó al auto. — ¿Por qué no le marcas a Roberto? para saber en cuanto tiempo llega, el cura de la iglesia empieza a estar un poco impaciente tiene otro compromiso en una hora. — Seguro ya está por llegar, pero ahora le marco. Enith tomó su teléfono y marcó al número de Roberto que ahora lo tenía registrado como “esposito”. El celular la mandó a buzón ya que se encontraba fuera de servicio o apagado, el corazón le dio un vuelco. — Tiene su teléfono apagado ¿le habrá pasado algo? —Enith comenzó a inquietarse, el rostro de su padre se tornó serio. —Quédate aquí y déjame investigar qué está pasando, esperemos unos minutos más por lo pronto —la muchacha asintió. Comenzó a mover sus piernas por lo nervios de no saber de Roberto, pasaron veinte minutos sin tener rastro de él, la chica había sido insistente en las llamadas sin éxito alguno pues su teléfono seguía apagado. Pasó media hora cuando Enith decidió bajar del auto, entró a la iglesia donde todos los invitados la veían con extrañeza en sus ojos al no llegar el novio. Su padre y Fiona la madre de Roberto palidecieron al ver a Enith parada a mitad de la iglesia con todos los ojos puestos en ella. La chica los observaba con el rostro serio y el ceño fruncido, su mente comenzó a divagar, pues imágenes de un Roberto accidentado se le vinieron a la cabeza. Cruzaron un par de palabras, para después ambos caminar hacia ella. Vio de reojo a su madre tratando de ocultar de manera inútil unas lágrimas. —Enith —le dijo Fiona con lágrimas asomándose en sus ojos, la joven se estaba preparando para lo peor. — ¿Roberto está bien? —preguntó la joven con unas lágrimas asomándose en sus ojos. — Desearía poder decir que no, es la primera vez que desearía que a mi hijo le hubiera pasado algo para tener la excusa perfecta de no haber llegado —Fiona luchaba para no quebrar sus voz, Enith no le quitaba la vista de encima, mordiendo su lengua para no dejar escapar un grito desgarrador que le estaba carcomiendo el pecho. —Por favor continúa Fiona. — Recibí una llamada de él hace unos minutos, no va a llegar. Enith sitió que todo el peso del mundo caía sobre ella y la aplastaba de manera abrupta dejándola con apenas un hilo de vida, las lágrimas salían de sus ojos, cómo deseaba tanto que Jessica estuviera en ese momento con ella, de no ser porque había volado a París por una emergencia familiar sería su hombro donde podría recargar su tristeza. — ¿Por qué no me habló a mí Fiona? —los llantos la traicionaron acaparando la mirada de los invitados. —No lo sé mi niña, es un cobarde y me decepciona mucho como madre el que te haya hecho esta canallada. Su celular vibró y vio un mensaje de Jessica, abrió el mensaje que contenía un video, en el video se veía a su amiga en la torre eiffel. — Hola amiga, espero que la estés pasando bien… bien sola, mira con quien vine a París ta-ran —en el video apareció Roberto quien le dió un beso en la mejilla, Enith veía aterrorizada la escena— sé que en este momento te estarás preguntando que qué hace Roberto conmigo, bueno mira —le mostró una mano con un anillo de compromiso, se besaron y Jessica comenzó a reír con él— ¡Oh! pequeña Enith, siento decirte que llevo tres años de relación con Roberto, planeamos todo desde como te conquistaría, hasta dejarte plantada en el altar, ay amiga lo que daría por ver en este momento tu cara de estúpida esperando cuarenta minutos en el altar al hombre que me propuso matrimonio jajajaja— ambos se rieron a carcajadas en el video. Enith aventó el teléfono, su padre y Fiona al verla en estado de shock intentaron tomarla de los brazos con suavidad pero la joven retrocedió unos pasos, al sentirse agobiada por ver los rostros curiosos y los cuchicheos de asombro de los invitados, echó a correr hacia la calle, tomó el primer taxi que vio, subiendo tan rápidamente que ninguno la pudo seguir. — ¿A dónde la llevo señorita? —dijo el taxista afligido. —A donde reparen los corazones rotos —dijo la chica con lágrimas en los ojos. Se perdió durante tres días en la playa donde gritó, lloró e hizo trizas su vestido de novia haciendo una fogata con él y maldiciendo a la pareja traidora a través del mar. Sus emociones iban desde la furia hasta la tristeza, no había manera de parar el dolor agonizante que sentía, había sido traicionada por las dos personas más importantes de su vida, de la manera más cruel posible. Fue despedida de su trabajo por ausencia, la gente rumoró durante meses sobre cómo había sido plantada en el altar, las personas le habían apodado “la solterona de la iglesia”. Desde ese entonces cerró su corazón para sanar sus heridas y juró para ella misma ser soltera por siempre, haciéndole honor a su apodo, sentía que había tenido suficiente de patanes en su vida, y vaya que había tenido cinco novios antes que Roberto que le habían puesto el cuerno, pero su ex prometido se había llevado el trofeo al peor patán de la historia. Se había cansado de los hombres y del tema de las relaciones amorosas. Se sumergió en el mundo del estudio y la competencia laboral promedio, olvidándose de su vida social, no quería saber del mundo. Enith se había graduado previa a su matrimonio en una escuela privada, ya que con su esfuerzo consiguió una beca completa, en la licenciatura mercadología y diseño, había estado trabajando en pequeñas empresas para ganar experiencia mientras hacía múltiples diplomados y doctorados, sin duda era lo que se le denominaba “un ratón de biblioteca”. Era una chica rara que rara vez salía, tenía poco contacto con la gente y al parecer había dejado de importarle el amor. Lo último que supo de Roberto y Jessica fue que se casarían en un periodo de seis meses, donde tendrían una boda de ensueño e invitarían a la mayoría de las personas que presenciaron la boda no realizada de Enith. Pasaron dos años, tiempo en el que la vida de Enith comenzaría a cambiar de una manera extraña.

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