Enserio tengo tan buena suerte. Esto debe de ser una jodida broma, en este momento es donde alguien aparece con una cámara y me dice: "Tu vida es una mierda que puede entretener a otros y por esa razón te grabamos". Tiene que ser una broma.
—Pueden pasar — la voz de Sesshomaru se escucha fuerte y muy varonil.
Camino al interior con la cabeza agachada porque no quiero que me vea. Dios, la que se me armaría. Entramos a la gran mansión y me doy el lujo de ver detalladamente todo. Sin duda aquí lo que sobran son los caros objetos que adornan el lugar. Varios chicos están sentados bebiendo y riendo, mis ojos inmediatamente captan la postura relajada de Inuyasha. ¿Qué puede ser mejor ?, suspiro y las chicas corren rápidamente a ellos saludando. Yo, sin embargo, me acerco al reproductor de música a buscar la canción con la que bailaré. El dulce y excitante sonido de Arctic Monkeys con la canción Do I wanna know suena. Me gano las miradas de todos y llamo a las chicas para movernos acorde al ritmo sensual de la canción.
Bajo las manos pasándola por mi cuerpo mientras que doy una sensual vista al bajar lentamente mi trasero. Quedo en forma de sentadillas así que me pongo como un perrito y luego me levanto y me muevo de manera incitante hacía el pecado. Camino hasta uno de los chicos que descubro es Miroku, me muevo delante de él y me siento en su regazo para poder susurrarle algo.
—Cualquier cosa me cubres — murmuró, él me mira sorprendido al parecer hasta ahora que se dio cuenta que soy yo. Asiente despacio y sigo con mi trabajo.
Cuando llego a Sesshomaru trago seco, me muevo suavemente, me acuesto dejando caer mi cabeza a su hombro y moviendo mi cuerpo. El último es Inuyasha, me siento en sus piernas y hago lo mismo, pero él me agarra la cintura y se mueve acorde mis movimientos.
—Te me haces demasiado conocida — murmura en mi oído, mi corazón late de manera tan rápida que temo lo escuche.
Me encojo de hombros y camino fuera del lugar cuando la canción termina.
—Necesito que mandes a alguien que me recoja urgente — digo cuando mi jefe descuelga el teléfono.
—¿Por qué? —Pregunta extrañado.
—La fiesta es de mi maldito jefe — contesto rápidamente.
Un silencio que me parece eterno se instala al otro lado de la línea.
¿Qué? —Pregunta nuevamente. Con mi mamo libre acaricio mi nuca tratando de calmarme y no mandarlo a la mierda.
Ese vocabulario no es de señoritas
—No te lavaste bien los malditos oídos, hazme desaparecer rápido de este lugar — contesto con los dientes apretados.
—Pasan en un rato por ti — cierro los ojos tratando de calmarme.
—¿Huyendo de mí? —Me sobresalto de sobremanera cuando la voz de Inuyasha se escucha cerca.
—No tendría—contesto con un toque de francés en mi voz para confundirlo.
—Oh, eres francesa—murmura mirándome directamente y agradezco al cielo la oscuridad de la noche.
—Si—musitó bajito.
¡Aleluya!, gracias a todos los dioses de las ricas hamburguesas que estudié idiomas y aprendí el francés a pesar de odiarlo. Es la primera vez que me funciona haberlo aprendido y me siento jodidamente inteligente al burlarme de mi maldito jefe el esclavizante.
—Bailas muy bien—se acerca a mí y mi corazón se disloca de los nervios—¿cuánto tengo que pagar por una noche contigo?—mis ojos se abren ante la sorpresa de sus palabras.
¿De verdad cree que somos prostitutas? Me separo enojada e indigna. ¿Quién se cree este sujeto?, mi cara debe ser estar roja de la furia. No porque todos corramos con la misma suerte de él de tener dinero y demás tiene que insultar este empleo. Mis manos se convierten en puños y agradezco que uno de los chicos de mi jefe haya venido.
—Ser stripper no implica ser una maldita prostituta ni tampoco perder los valores, espero y coja por el culo—grito en francés y corro hasta el interior del coche sonriendo feliz.
Doy saltitos en el asiento como si haber insultado de tal manera a mi jefe fuera la cosa más maravillosa en el planeta tierra. El chico que conduce el auto me mira como si fuera una lunática, pero estoy tan feliz que no me dan ganas de soltarle una de las mías. Como desearía decirle lo que le dije sin peluca ni en francés. ¡Ay!, aunque eso no quita ni un poco la alegría que siento de haberlo mandado a la mierda. Una gran carcajada me atrapa y el chico del asiento delantero me mira y frunce el ceño. Me encojo de hombros y me relajo en el asiento. Desde la distancia logro visualizar lentamente el bar, está repleto de personas. Al parecer las chicas están trabajando estupendo.
El chico de antes solo me observa mientras caminamos en silencio al interior donde mi jefe me espera con los brazos cruzados y veo en sus ojos que esta malhumorado.
Yo soy la que casi es descubierta y él es quien se enoja.
—Te podías haber quedado—murmura cuando mi cuerpo queda frente al suyo—¿sabes que no pagarán igual?—suspiro con ganas de mandarlo a coger, pero me muerdo los labios.
—Mi noche tampoco ha sido perfecta así que deja de recriminarme—le gruño molesta mientras que me cruzo de brazos—no tienes ni una mínima maldita idea de lo jodido que se iba a poner todo si ellos habrían descubierto quien era. ¡Me odian j***r!, y creo que me harían la vida de cuadritos y lo de ahora sería juego de niños—sus ojos me descuartizan y a mí la verdad no me interesa.
—Vete a trabajar—su voz es muy dura.
—Señor quería decirle algo—mi curioso oído logra captar eso y me paro en seco.
—¿Qué es?—veo como mete sus manos en los bolsillos.
—Creo que esa chica necesita con urgencia ir a algún psiquiatra. Venía riendo como maníaca, no creo que este en sus cinco sentidos, juro que sentí miedo de ella—camino despacio y me deposito detrás del cuerpo del muchacho.
—También aparezco frente a tu cama y te puedo matar mientras duermes, es que hay muchas maneras de matar tan fácilmente—susurro como una loca psicópata. El chico traga seco mientras lo siento temblar—espero y tengas unos dulces sueños esta noche—el chico no aguanta y sale corriendo sin mirar atrás.
—Deja de asustar a mis empleados—murmura mi jefe con una sonrisa graciosa.
—Es divertido—le guiño un ojo y me marcho para ver si me toca bailar.
—¿Cómo te fue?—lindo saludo Sango, me dan ganas de decirle más, sin embargo, suspiro.
—La fiesta era de los hijos Taisho—sus ojos se abren y me mira horrorizada.
—¿Te descubrieron?—pregunta temerosa.
—Gracias al cielo no—murmuro—lo más divertido fue que pude mandar a j***r por el culo a Inuyasha—sus ojos se abren mientras una fuerte carcajada se escucha en todo el lugar.
—¿Es de verdad?—asiento y ella levanta los puños y los choca conmigo.
—Soy la mejor—escucho mi nombre de trabajo y voy a bailar. Mientras me muevo recuerdo lo que le dije al jefecito y reprimo una carcajada. Creo que jamás en la vida voy a superar ese momento. Cuando la música termina me voy a servir tragos. Hago todo feliz de la vida hasta que mi turno y el de Sango terminan. Cuando llegamos a casa Ayame se marcha y nosotras vamos directo a descansar, demasiadas sorpresas para un solo día.
Al día siguiente me encuentro a Miroku esperándome en mi lugar. Miroku es mi mejor amigo y sabe que trabajo en el bar, solo que Sango decidió que su crush no debía saber que ella también lo hace y pues, respeté su decisión.
—Puedes por lo menos avisar, casi muero de un infarto ayer—me dice en cuanto llego a mi lugar.
—Hola para ti también—murmuro sarcástica y él rueda los ojos.
—¿Me explicas?—pregunta mirándome.
—No sabía que era su casa genio, el p**o era bueno y pues fui, solo que no contaba con que fuera la mansión de señor maldito—murmuro dejando caer mi trasero en la silla giratoria.
—¿Señor maldito?—pregunta divertido.
—¿Me traes café y de paso uno bien cargado?—pongo ojitos soñadores y él niega riendo.
—¿Con leche?—asiento mientras me dispongo a ver la hora. ¡Vaya!, al menos llegue hoy más temprano que ayer. Miroku trae mi café y agradezco su gesto.
El ascensor se abre y un Inuyasha despampanante junto a la amigis entran como si fueran los protagonistas de la película más famosa de todos los tiempos. Ella camina como toda una diva mientras él solo mantiene esa cara rígida.
Creo que alguien no pudo coger por el culo ayer
Reprimo una carcajada porque luego pensara que me burlo de ellos... Aunque solo me burlo de él y bueno de la amigis un poco por su atuendo tan... No sé, creo que colorido.
—Buenos días, señor Taisho—él camina sin devolverme el saludo, ¡maldito maleducado!
—Apunta—rápidamente tomo la libreta y el bolígrafo—la sección de fotos, dile a Jaken que no me gustó los planos que me mandó y que Sesshomaru está muy decepcionado de él...
Al parecer el jefecito ni eso puede hacer.
—¿Algo más?—pregunto mientras sigo apuntando, lo de él solo son órdenes, órdenes y más malditas órdenes.
—Es todo, te puedes largar—aprieto los labios para no decirle que se vaya a darse un paseo por el infierno y de paso que salude a satanás.
Salgo de allí y me dispongo a trabajar, alrededor de dos horas estoy algo cansada.
—Había un ratón, tón, tón, tón. Que encontró Martín, tín, tín, tín, debajo de...
—Debajo de un puente y sin empleo se va a quedar si no hace su trabajo—me sobresalto al escuchar la voz de mi jefecito.
—Estoy descansando señor—y planeando su muerte con mi entretenida canción.
—Pero que respondona es esta niña—pero al menos tengo pompas reales y no llenas de silicona. Me encantaría decirle eso, pero mi empleo correría mucho peligro. Opto por darle una sonrisa más falsa que la de Kim Kardashian, esa chica sí que falsa e hipócrita.
—Haga su trabajo, ésta es una oficina, no un circo para niños—dice Inuyasha caminado lejos.
Inuyasha 1
Kagome 0