Capítulo 6

1643 Words
—Claro que tengo que ir a trabajar hoy — le comento a Sango mientras le doy un bocado a mi comida. —Pero sabes que Inuyasha estará rondando el bar, ¿cierto? —Suelto un suspiro. —Eso lo sé, pero no puedo dejar de ir al trabajo — miro la cafetería y aquí ya no cabe un alma de tantas personas. —¿Y cómo te va en el trabajo? —Pregunta y la burla en su voz es más que descifrable. —Tengo unas ganas horribles de partirle la madre al aborto mal nacido de Inuyasha — Sango suelta una ruidosa carcajada. —¿Aborto mal nacido? —Su risa es contagiosa porque yo también termino riendo — ¡ay Kagome !, a veces me sales con cosas tan extrañas que me pienso seriamente si sería buena idea internarte en un psiquiátrico — niego bebiendo del jugo. —Estoy más cuerda que tú — contraataco guiñándole un ojo. —Creo que es hora de volver al trabajo — suspiro resignada y camino a dejar la basura a donde pertenece. Lastimosamente Inuyasha no está ahí. Me río de mis propios pensamientos. Camino distraída hasta mi lugar y me siento. Todo pasa en cámara lenta para mí. Es pegar mi trasero a la silla y esta dejarme caer. ¡Mi espalda j***r! Todos mis compañeros comienzan a reírse de mi sin preocuparse por sí estoy herida o algún hueso salto fuera de mi cuerpo. Tan buenos compañeros Gimo de dolor o frustración. ¿Quién fue el maldito o la maldita que rompió mi silla? Miles de pensamientos asesinos pasan por mi mente buscando a el culpable para ponerlos en práctica. —¿Qué haces ahí tirada? —Subo lentamente mi mirada hasta encontrarme con Inuyasha y una gran sonrisa. —El suelo estaba triste y vine a darle un abrazo — gruño molesta. —¿Tan gorda estas que tu silla se rompe? —Se burla riendo y todos sueltan carcajadas. Al parecer mi jefecito está muy contento por todo esto. —¿Tan maleducado es para no ayudarme a levantarme? —Pregunto contraatacando. —No soy maleducado, solo que no me sale ayudarte — se limpia una pajita invisible de su muy ordenado traje. —¿No tiene trabajo que hacer? —Pregunto molesta. —Es mi empresa, además, eso no debe de importarte — gruño una vez más y me levanto del suelo. Te pondrás vieja de tanto gruñir Miro con una sonrisa muy falsa igual de falsa que el trasero de su amiga. Marco el número de mi amigo Louis para que me traiga una nueva silla. Mientras la espero me doy cuenta que todos están murmurando cosas sobre la amigis del jefecito. Una muy despampanante mujer llega a la presidencia. Su sonrisa tan grande es hasta molesta y la hace ver más falsa que su trasero. Aquí frente a mí se encuentra la plástica que robó mi lugar de estacionar mi auto. El suyo es más lujoso y caro, el tuyo es una carcacha Ruedo los ojos cuando se acerca y le planta un ruidoso beso en la mejilla a Inuyasha. —Es bueno verte Kagura—ella muy empalagosa acaricia su hombro. —Sabes que eres mi debilidad y necesitaba verte—los hombres del piso están comiendo con la mirada el trasero de la chica. Hablando de traseros el mío duele a cojones. —Kagome—estaba tan distraída en mi trasero a dolorido que no me di cuenta que todos tienen la mirada puesta en mi persona. —¿Si señor?—pregunto mirándolos a ambos. —Reserva una mesa en el restaurante más caro. Para dos, en un lugar un poco apartado para la privacidad y que sea para esta noche—un gracias no lo mataría jefecito. —¿Algo más?—pregunto cuando ya tomo nota de lo que dijo. —Que dejes de holgazanear y te pongas a trabajar—¡hijo de tu madre!—estaré fuera y cuando regrese espero ver todo listo y que hayas avanzado con todo lo referente al aniversario—dice y camina hasta el ascensor. Míster trasero falso me mira con una sonrisa y me guiña un ojo. Sera hija del... Suspiro y le agradezco a Louis cuando llega con la silla nueva. Doy vueltas porque a pesar de todo me consiguió una mejor. Me pongo a trabajar ignorando las miradas burlonas que mis estúpidos compañeros tienen. Una idea algo loca se asoma por mi mente. Una diabólica sonrisa aparece en mis labios. —Pareces la versión humana de Anabelle con esa sonrisa—comenta Miroku riendo. —Solo pensamientos locos que llegan a mi mente—murmuro mirándolo. —¿Tiene que ver contigo matando a Inuyasha?—pregunta entre risas. —¡Déjame fantasear su muerte hombre!—él se ríe mientras niega. —Eres todo un caso—dice más tranquilo. —Soy especial que es algo sumamente diferente—él enmarca una ceja. —Eres una loca—lo miro con fingida sorpresa. —Pensé que mi mejor amiga mentía cuando lo dijo—él niega riendo. —Aquí te traigo unos informes que Inuyasha te envió para que los redactes. Por cierto, siento el tremendo golpe que te diste al caer de la silla—murmura. —¡Ja pendejo!—grito señalándolo—lo único que lamentas fue el hecho de que no lo pudiste grabar—él se lleva la mano al pecho mirándome sorpresivo. —¿Eres loca o bruja?—pregunta serio. —Creo que una bruja loca—respondo y su seriedad no tarda mucho ya que se carcajea. —Me iré a trabajar o seré despedido—murmura bajo para que solo yo escuche. —Y te creo—le respondo. Cuando se marcha mi teléfono suena. Miro extrañada el número ya que solo me llaman si es una emergencia. —Al fin contestas—es lo primero que escucho tras descolgar. —¿Pasa algo?—pregunto muy, ok, tal vez demasiado curiosa. —Te necesito hoy temprano. Nada de día libre o que tu jefe el tirano te tiene al asecho. Necesito tu precioso trasero en el club—me dan ganas de decirle que se joda y se meta un palo por el.... Ok Kagome tendré que cepillarte con jabón esos pensamientos. —Claro, allá me tienes temprano—prometo y cuelgo. Me dispongo hacer mi trabajo para que el señor maldito no se ocurra dejarme en ridículo una vez más delante de mis compañeros. He llegado a pensar que solo lo hace para fastidiarme porque lo conocí cuando el muy mal conductor casi me mata. Paso todo el día trabajando hasta llegar a creer que me esclaviza. Maldito Inuyasha. Mis pensamientos pasan de violentos a divertido cuando recuerdo lo que pienso hacer muy pronto. Los dos podemos a jugar hacer la vida imposible del otro. Cuando mi turno termina estoy que salto en un pie mientras recojo todo para largarme de este lugar. —Libre soy, libre soy—canto mientras camino en busca de Sango, muchos de mis compañeros me miran raro y otros, sin embargo, estallan en carcajadas—el frío es parte también de mi—canto a todo pulmón. —Espero que su trabajo también sea parte de usted—me sobresalto y miro detrás de mí, Inuyasha se encuentra en el marco del ascensor. —La verdad lo es porque soy responsable, mi turno termino así que...con su permiso—miro a Sango que me espera con una gran sonrisa. —¿Te estaba molestando?—pregunta mientras caminamos. —Solo queriendo amargarme el día—respondo mientras camino hasta mi coche, que lamentablemente se encuentra al lado de todas las chatarras inservibles de este lugar. Manejo rápido hasta la casa donde me encuentro a Sota junto con Ayame. —Hola Hermana—Sota se levanta y llega hasta mi para darme un beso. —Hola hermoso—lo saludo y beso su frente. —¿Qué tal tu día Kagome?—pregunta Ayame mientras se levanta y me besa. —Un poco agotador, pero bien—un chico de tez morena y unos lindos ojos se acerca a nosotras, yo lo miro extrañada por no recordar en donde lo he visto. —Kagome este es mi novio, Hinta—presenta y una amable sonrisa dibuja mi cara—amor ella es Kagome mi jefa y amiga—el chico me da la mano y yo la estrecho. —Gusto en conocerte Kagome—sonrío mientras asiento. —El gusto es mío.... Por cierto ¿te llegó un vídeo caliente de tu novia bailando?—la cara de Ayame se torna más roja que un tomate mientras yo solo río y Sota está en su mundo de videojuegos. Aunque se lo prohíbo siempre le bajo el castigo porque mi hermano es un angelito. —La verdad te agradezco mucho por cierto vídeo—me guiña un ojo y sonrío. —Hola Kagome—Kohaku baja las escaleras y me besa—¿y mi hermana?—pregunta buscándola. —¡Perra traidora!, conduces como maníaca—Sango entra insultándome y llevando en sus manos varias bolsas de comida—¿esperan una invitación?, ayúdenme con todo esto—todos corremos a ayudarla. —No es mi culpa que conduzcas como anciana—me burlo. —Hola hermana—Kohaku saluda y Sango va y lo besa. —Tenemos trabajo así que vete a quitar el olor a oficina—le grito y voy hasta mi habitación tomando una relajante ducha. Cuando salgo busco un conjunto de lencería y me pongo un pantalón n***o que me queda como una segunda piel y hace ver mi trasero más grande. Una remera y una chaqueta, dejo mi pelo suelto y me pongo mucho maquillaje. Cuando bajo Sango ya está lista. Nos despedimos y nos vamos en un mismo coche. En el trayecto le cuento sobre mi conversación con Miroku y ella me mira maravillada. Está flechada. Cuando llegamos corremos adentro. —Es bueno verte—comenta mi jefe en cuento mis pies tocaron el interior del club. —¿Muchos clientes?—pregunto. —La verdad es que te eligieron para ir a una fiesta privada—lo miro mal. —Sabes que nuestro trato es que solo bailo en el club, nada de salir a otro lugar ni bailes privados—le recuerdo de mala gana. —Es mucho dinero—lo miro a los ojos—solo es ir a una fiesta bailar y venir, solo eso y tendrás el dinero que ganarás en un mes—lo miro suspirando. —Está bien, pero quiero usar peluca para evitar cualquier cosa, sabes que muchas personas me conocen por ser la secretaría del dueño de la empresa más poderosa del país—señalo con mi dedo. —Está bien.... Gracias Angelita del infierno, de verdad que eres un ángel—murmura le guiño un ojo y me voy al camerino a cambiarme. Me coloco una falda corta y un sujetador rojo al igual que la falda. Una peluca rizada de color n***o y rojo y me maquillo mucho. Unas botas altas negras y lista. Miro mis curvas y me gusta el resultado. Voy con las chicas a esperar el auto que nos llevara a la fiesta. El chico que ayuda a bajar cuando llegamos y una de las chicas que me acompañan tocan el timbre de la mansión que es este lugar. Me distraigo mirando todo fascinada. ¿De quién será? —Ya llegaron—me congelo en mi lugar al escuchar esa voz.
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