Capítulo 9

1489 Words
Sus ojos azules no han cambiado en absoluto, su tez morena lo hace ver más guapo. Mi cuerpo está petrificado en su lugar y es que ver a mi ex, el que me dejó cuando más lo necesitaba, el que huyó como un cobarde, el que me dejo por otra mujer. Reacciono antes que se dé cuenta que soy yo y me joda la vida, camino junto a Sango que ya se dio cuenta de lo que pasa y de todos los pensamientos dolorosos que se asoman por mi mente. Mi corazón late a una velocidad increíble mientras que me torturo con la carta que me envió. Cuando estamos en el auto dejo conducir a Sango porque estoy ensombrecida de lo que acabo de ver, ni siquiera fui capaz de observarlo por más tiempo. ¿Qué hace él aquí?, esa pregunta de formaliza en mi mente mientras se repite una y otra vez. Han pasado años, pero esa espinita sigue latente en mi pecho, los años no borran la traición de Koga, o tal vez es solamente que lo amé tanto y le brindé mi confianza jurando que jamás me abandonaría, sin embargo, lo hizo cuando más dependía de él. Me doy cuenta que llegamos y bajo del auto en silencio mientras camino a paso lento hacia la casa. Estoy sumergida en cada una de las palabras, promesas y juramentos que me hizo ese traidor, pueden considerarme una mujer rencorosa, pero se me hizo difícil confiar en alguien luego de su abandono. —No vale la pena Kag—la voz de Sango me hace mirarla. —Eso no quita que me moleste—murmuro distraída. —No le des tantas vueltas a ese asunto, descansa que mañana el día estará muy pesado—asiento un tanto distraída y camino hacia las escaleras—descansa—murmura desde su lugar. —Descansa Sango y gracias—termino de subir y voy directo a mi habitación con muchos pensamientos que atormentan mi mente. *** Llego a la empresa y todo es un caos, todos mis compañeros están de un lado a otro y la verdad no comprendo que cojones pasa. Me encojo de hombros y llego al piso correspondiente. Los teléfonos suenan, la mayoría habla mientras escriben, en mis años de trabajo aquí jamás había visto tanto escándalo. —Miroku—lo llamo, él quien se ve bastante estresado, él me mira y esboza una cansada sonrisa. —Pero mi hermosa diablilla—saluda besando mi mejilla—creo que es la segunda vez esta semana que llegas temprano—le regalo una mala mirada y luego ruedo los ojos. —Soy puntual, deja de difamar mi nombre—él ríe mientras me mira divertido—¿qué?—pregunto cuando se queda rato mirándome sin decir palabra y es bastante incómodo. —¿Tuviste algo que ver con el escándalo de Inuyasha?—pregunta y lo miro confuso. —¿Qué escándalo?—pregunto mientras termino de sentarme. —Dicen cosas de Inuyasha—Miroku, quien me conoce muy bien, sabe que tuve esa brillante idea y me lo da a demostrar por la sonrisa en su cara. —¿No se ha aparecido el jefecito hoy?—pregunto calmada. —No hay rastros y los paparazis tiene todo el lugar invadido, ¿acaso no los viste?—pregunta él, pero como mi lugar de estacionamiento es cerca de la chatarra, pues entré por esa puerta hoy y así me evitaba el largo viaje hacia la puerta principal. —No... ¿Por qué paparazis?—pregunto mientras encendiendo la computadora que descansa en mi escritorio. —El escándalo de que Inuyasha es gay niña, ¿en qué planeta andas?—estoy tan distraída con todo lo de Koga que se me olvidó por completo que hoy iba a ser un día estupendo. Una carcajada sale de mis labios mientras estoy como foca retrasada golpeando todo a mi paso. Miroku me mira temeroso y yo no puedo parar de reír, en este momento cualquiera me confunde, pensarían que tengo un ataque epiléptico. Mi sonrisa desaparece cuando el jefecito llega con la chica de las noticias. Trago seco y trato de actuar normal. Mamacita de las tabletas, despídete de tu empleo linda —Buenos días señor Inuyasha—como de costumbre no me devuelve el saludo. Creo que su novio lo dejó Reprimo una sonrisa y me mantengo en silencio y sería. Él camina y la linda chica le sigue los talones. —¿Espera una invitación para que se ponga a trabajar y venga a ver que necesito?—una invitación al infierno es que le voy a conseguir. Creo que ese entra gratis con todo pagado Camino hasta su oficina con mi libreta y bolígrafo en manos. Él está en una llamada telefónica ignorándonos por completo. —Hola, soy Rin Hitashi—saluda dándome su mano—periodista—me cae bien esta chica, no es como la amigis del jefecito. —Soy Kagome Higurashi, secretaría del señor Taisho—ella me sonríe amable. —¡ME IMPORTA MIERDA TE QUIERO AQUÍ!—el grito de Inuyasha nos hace saltar a ambas en nuestros lugares. —Creo que le cayó mal salir del clóset—murmuró bajo para que solo la chica a mi lado escuche, ella pone una de sus manos en su boca para ocultar su carcajada. —Por favor señorita Higurashi, no digas esas cosas—murmura mirándome divertida—debo de ser una profesional—esbozo una tranquila sonrisa. —De nada vale ser profesional, él siempre anda gritando—le digo tranquila. —Y también ando quitando empleo a los que solo critican mi persona y ni hacen su trabajo—el maldito jefecito me tiene cansada asustándome de ese modo. —¡j***r casi me mata de un susto!—lo acuso tocando mi pecho. Él solo se cruza de brazos mientras enmarca una ceja y me mira furioso, trago seco—discúlpeme señor Taisho—murmuro con las mejillas teñidas de vergüenza. —Sea más profesional, quiero que contacte a las personas del periódico local y amenázalos para que quiten mi nombre de su estúpida noticia—apunto todo y me quedo esperando a que hable—¿espera un té para que siga criticado mi persona o hará su trabajo?—¡te enviaré directo al infierno! —Con su permiso—cuando salgo de ese lugar respiro con tranquilidad. Avanzo a mi lugar mientras tecleo el número de los dueños del periódico local. —¿Dónde está mi hermano?—levanto la vista y Sesshomaru tiene sus bellos ojos pegados a mí. —En su despacho, deja y te anuncio—él rueda los ojos y camina firme hasta el despacho de Inuyasha, abre como si fuera la puerta de su casa. —Buenas—la voz raspada de un hombre me hace masajear mi cien. —Buenos días, soy la señorita Kagome Higurashi, secretaría del empresario Inuyasha Taisho—la línea queda en silencio. —¿Qué se le ofrece señorita Higurashi?—su voz se escucha fastidiada. —Mi jefe le pide cordialmente que quite las falsas noticias que ensucian su nombre—digo tranquilamente. Pero si fuiste tú quien ensució su nombre La línea queda en silencio. —No haremos eso, es la mejor noticia que tememos en meses—de verdad cree que me interesa su trabajo. —Entonces deberá enfrentar a un juez porque será acusado de difamar el nombre de Inuyasha Taisho—¡¿mi premio donde está?! Estoy por soltar una carcajada y arruinar todo. —Quiero hablar directamente con él—yo quiero que me suban el sueldo y que Inuyasha no sea mi jefe, pero no todo lo que se quiere se tiene. —Él no puede hablar con usted en este momento—y tampoco quiero que me grite otra vez. —Hasta que no hable con él no quiero que me moleste—jodase viejo amargado. Me cuelga, ósea, me colgó a mi... A MUA, nadie le cuelga a Kagome Higurashi sin esperar su venganza. El teléfono suena y lo tomo. —En mi oficina ahora—cuelga y camino hasta donde el jefecito y entro sin tocar. —¿Te encargaste del periódico local?—los tres pares de ojos se instalan en mi persona. —Quieren hablar directamente con usted—respondo nerviosa. —¡Ni para eso sirves!—grita Inuyasha fuera de si asustándome. —¿Qué diablos le pasa?—pregunto molesta—que estén diciendo que le gustan los huecos traseros no significa que me tenga que hablar de esa manera. Soy una persona al igual que usted, j***r—suelto un suspiro tratando de regular mi respiración y bajarle dos líneas al enojo que traigo. —¿Me estas gritando?—pregunta desconcertado. —Disculpe pero yo no aguanto tantos insultos—murmuro—es más renuncio a su maldito empleo, espero y lo cojan tanto por el chiquito que no pueda sentarse y quede invalido, ¡MALDITO AMARGADO!—lo dije, al fin dije una parte de todo lo que he querido. —Higurashi, Higurashi—reacciono ante la voz de Inuyasha, ¿qué diablos?, todo fue solo un mero pensamiento. Suspiro mientras disfruto segundos antes de volver a la realidad. —¿Si señor Taisho?—los pares de ojos no se apartan de mí y eso me pone un tanto tonta. —Necesito saber todas las llamadas que salieron de la empresa el día de ayer—¡oh mierda!, ¡estoy jodida! —¿Algo más señor?—pregunto. —Acompañarás a Sesshomaru donde Jaken, ese renacuajo me está dando dolores de cabeza y eso me fastidia—le doy una mala mirada a Sesshomaru mientras miro al jefecito. —¿Algo más?—vuelvo a preguntar. —Que desaparezca de mi vista y traiga café—uno, dos, tres... ¿Dónde demonios dejé mi navaja? —Enseguida señor—cuando salgo todos están trabajando y algunos murmurando cosas del jefe.  —Sabía que había algo extraño, nadie le ha visto con una mujer que no sea su amiga—dice una de mis compañeras. —Tan guapo, millonario y gay, que desperdicio de hombre la verdad—susurra otra. —Además de que solo está con su amiga y nunca se le ha visto en plan amoroso o s****l y la chica babea por él, además tiene—un silbido sale de los labios del chico que habla—¿han visto ese hermoso trasero?, con una mujer así no busco nada más—sigo mi camino hasta llegar a buscar el café. Este día al parecer será muy largo.
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