Sombras prohibidas

1263 Words
— ¿Sabes qué? Eres la mujer más hermosa que he conocido en mi vida. Tu piel es suave, tu cabello es espectacular, todo en ti es perfecto, Delphine — Manuel elogia mientras acaricia su cabello. Delphine descansa en su pecho desnudo, ambos impregnados del amor recién compartido. — ¿Por qué me dices todo esto? — Delphine lo mira profundamente. Él ha sido el segundo hombre en su vida, y la experiencia ha sido completamente diferente a lo que vivió con su esposo. Esta vez, ha experimentado el placer y la satisfacción de una manera única. — Te lo digo porque es la verdad, la única verdad que importa. Eres maravillosa, como el cielo. Me encantas, mujer hermosa. Desde el primer día que tu hija me trajo a esta casa, sentí una conexión profunda contigo. Poco a poco, me fui enamorando de ti. Verte tan frágil y sensible ha hecho que mi corazón se rinda a tus pies y quiero amarte, Delphine — Manuel se acerca a ella y la besa dulcemente. — Nuestra relación es prohibida. Tú eres el esposo de mi hija, debemos entender eso. Podríamos causarle un profundo dolor. Ella está esperando un hijo tuyo, yo no. No creo que esto sea conveniente — Delphine se detiene rápidamente y se cubre con una sábana para vestirse. — ¡Delphine, por favor, no te vistas! — Manuel la toma del brazo y la acerca nuevamente a la cama. — Ya es hora de separarnos. Cualquiera de los dos podría llegar en cualquier momento, ya sea mi hija o mi esposo, y si nos descubren, sería una tragedia, te lo aseguro — Delphine se suelta como puede y comienza a buscar su ropa. Manuel la mira frustrado, pero en el fondo sabe que ella tiene razón. Mientras ambos se visten, él no puede dejar de mirarla. Si antes le parecía encantadora, ahora que ha explorado su cuerpo a fondo, sabe que siente algo profundo por ella. Se acerca y, ya vestidos, la toma por la cintura y le da un beso en la mejilla. — Delphine, quiero que esto continúe, que se repita — le susurra al oído. Ella toma su rostro y no puede evitar darle la vuelta para besarlo, pero entonces escuchan unos fuertes pasos subiendo las escaleras. Delphine se tapa la boca; alguien ha llegado a la casa. Sus nervios están a flor de piel. No tienen idea de quién está en la casa, y justo la habitación de invitados da a las escaleras. La cama está desordenada y ellos no tienen buen aspecto. — ¿Qué hacemos ahora? Nos van a descubrir — Delphine susurra, nerviosa. — Tranquila. Debemos salir por separado y asegurarnos de que nadie nos vea salir de este cuarto. — ¿Mamá, estás en casa? ¿Mamá? — la voz de Joaquín resuena mientras sus pasos recorren el segundo piso de la mansión y las puertas del cuarto de Delphine se abren. Ella siente un escalofrío recorrer su pecho; está a punto de tener un colapso nervioso. El teléfono de Delphine comienza a sonar; es Joaquín quien la está llamando. El tono de su celular está alto, así que él se da cuenta de que el sonido proviene de uno de los cuartos del segundo piso. Manuel y Delphine se miran nerviosos. Ella le hace señas para que vaya al baño; saldría a enfrentar a su hijo. Si no lo encontraba con Manuel, no habría problema. Ella responde, sabiendo que su hijo ya se ha dado cuenta de que su teléfono está sonando cerca de donde él está. — Hola, hijo. Me quedé dormida; estoy en el cuarto de huéspedes — abre la puerta y ve a Joaquín justo frente a ella, pálida y nerviosa. Él entra en la habitación para ver qué pasa, pero ella simula y lo abraza. — Qué bueno que estás en casa, hijo. Hace mucho que no hablamos. — Mamá, ¿qué hacías en el cuarto de invitados? ¿Hay alguien más allí adentro? — ¿Quién podría estar aquí? Simplemente estaba bebiendo y me sentí mareada, no quería estar en el mismo cuarto donde duerme tu padre, así que me quedé dormida aquí. Además, ¿por qué preguntas? Ni siquiera conoces la situación que vivimos aquí en casa. Aunque Delphine intentó evitar a Joaquín de todas las formas posibles, él quedó con la leve sospecha de que algo estaba ocurriendo, pero decidió no darle importancia, ya que tenía un único objetivo al buscar a su madre. —Ok, mamá, te necesito. Necesito que me prestes tu tarjeta de crédito o me des efectivo. Mi padre ha bloqueado todos los accesos a mis cuentas bancarias porque dice que tengo gastos excesivos y que no merezco su dinero. Pero sé que tú también tienes dinero, así que puedes dármelo — Joaquín mira a Delphine sorprendida. Su hijo nunca la trataba así, y esta vez solo la buscaba por dinero. —Si tu padre hizo eso, no sé quién soy yo para contradecirlo — ella lo mira con firmeza. Sus hijos tenían que aprender a respetarla. —Eres la mujer de esta casa, así que rápido, dame mi dinero. Mis amigos me están esperando afuera. —No me hables así, Joaquín. He estado aguantando todo esto por ti, y lo sabes — Delphine incrédula por lo que presenciaba, saca su teléfono y entra a la sucursal virtual de su banco. Transfiere una cantidad a la cuenta personal de su hijo, de la cual Guillermo no tenía conocimiento. Muchas veces, Delphine cedía a los deseos de Joaquín. —Es poco dinero, mamá. Solo me servirá para hoy. —¿Cómo que solo para hoy? Es suficiente para una semana. —No puedo creerlo — Joaquín sale nuevamente de la casa. Delphine, al verlo cruzar la puerta, se recuesta contra la pared. Su corazón sigue acelerado, la adrenalina le ha consumido la paz. Sin embargo, decide entrar nuevamente al cuarto de huéspedes. Manuel escuchó todo lo que estaba sucediendo y se acercó a Delphine, acariciándola. — No puedo creer cómo te tratan en esta casa, pero de ahora en adelante yo te haré sentir como una reina — le susurra suavemente mientras la besa, y ambos se consumen en el deseo, sin ser conscientes de las consecuencias, una vez más terminan en la cama de invitados, consumando esa relación prohibida. Esta vez, después del acto, Delphine se viste rápidamente y se dirige a Manuel con un profundo arrepentimiento. — Esto nunca más va a volver a pasar. Es mejor que encuentres una solución para que se vayan con mi hija de esta casa. Les ayudaré con una de nuestras propiedades, una que es solo mía. Pueden vivir allí con ella, ¿entendiste? — lo mira ahora como si fuera un objeto. — Delphine, ¿por qué me estás hablando así? ¿Acaso no acabas de ver lo que pasó entre nosotros? — Manuel se sorprende. — Justamente por eso. No quiero que se repita. Fue un momento de debilidad, pero ahora que estoy más consciente, no quiero nada más contigo. Esto es prohibido, y no voy a permitir que nuestras vidas se destruyan por el capricho de un joven. Tienen quince días para irse de aquí. Manuel la mira con sorpresa. No esperaba esas palabras crueles de Delphine. Siente que ella lo ha utilizado para satisfacer su deseo de soledad, pero si lo que ella está diciendo es cierto, tendrá que demostrar con el tiempo que así fue. Si ella sigue con él, luchará para que puedan estar juntos contra todo pronóstico.
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