Después de pasar una hora junto a su bebé, Manuel salió con la esperanza de poder hablar con Veronica y aclarar todas las dudas que lo atormentaban en ese momento. Estaba confundido. Durante todo el embarazo, nunca había cuestionado la paternidad de su hija, pero al verla, no había sentido ese instinto paternal que esperaba. Y eso le preocupaba, no porque creyera que Veronica le había sido infiel, sino porque estaba ilusionado con la idea de ser padre.
Tan pronto le dieron la autorización para entrar a verla, se acercó a ella. A pesar de su mal humor, se contuvo, ya que no estaba solo de visita. Detrás de él estaba Guillermo, quien la miraba con alegría.
—Mi hija, ¡te felicito por esta gran bendición! Los hijos son el fruto de un matrimonio y son para toda la vida. —Guillermo se acercó y la abrazó. La escena era increíble, ya que Guillermo nunca había sido expresivo ni cariñoso con los miembros de su familia.
—Gracias, papá. No fue fácil. Me siento demasiado adolorida, y a mi pobre bebé se la llevaron a la incubadora. Hola, Manuel, ¿ya conociste a nuestra hija? —La voz de Veronica era más cálida ahora. Parecía que el parto había sacado todos sus demonios, ya que no era la misma que había entrado a la sala de cirugía hace un momento.
—Sí, ya conocí a nuestra hija. —Manuel respondió apretando los dientes. Estaba de mal humor y decepcionado. En el fondo, sabía que esa niña no era su hija, y eso le molestaba. Quería enfrentar a Veronica, que ella le dijera toda la verdad, pero con Guillermo presente, eso se convertiría en un infierno en la tierra. Así que tendría que aguantarse hasta que estuvieran solos.
— ¿Qué te pasa, mi amor? ¿No estás feliz de que haya nacido nuestra bebé? Además, ya pensé en cómo la vamos a llamar. —Ella le sonrió, y esta vez no parecía fingida.
— ¡Ah, ¿sí?! ¿Y cómo se va a llamar nuestra hija? —Manuel continuó siendo irónico con ella.
—Se va a llamar Esperanza, porque ha llegado para darnos esperanza de vida y mejorar nuestro matrimonio, mi amor. —Ella le extendió la mano. Manuel no sabía qué significaba todo eso. Sentía que no solo le habían practicado una cesárea a Veronica, sino también un exorcismo. Estaba tan diferente, pero sabía que eso no duraría más de un par de días, si es que al día siguiente no volvía a ser la misma de siempre, e incluso peor, ya que la bebé ya no estaba en su vientre y no tenía ningún motivo para reconsiderar sus actitudes.
— ¡Qué precioso nombre, hija! Me encanta. —Manuel estaba realmente confundido. No podía creer que la llegada de Esperanza estuviera cambiando la vida de todos, incluso la suya, quien la esperaba con más ansias. Pero ahí estaba, lleno de las peores dudas que un hombre podía tener sobre la paternidad: ¡si ella era realmente su hija!
—Si es un nombre precioso— Manuel se sienta en una de las sillas que está en la habitación, prefirió guardar silencio durante el resto de la visita. No quería decir nada que pudiera calentar los ánimos de nuevo, pero no se iba a quedar con la duda, le costara lo que le costara.
—Bueno papá, ¿ya le has avisado a mi madre que mi hija ya nació? – Veronica habla como si nunca hubiera pasado nada entre ella y Delphine
— ¿Estás hablando de avisarle a Delphine? —Guillermo la mira sorprendido.
— ¿Cuántas mamas tengo acaso? Claro que sí a ella, sé que no me he comportado muy bien los últimos días con ella, y sé que no está en casa por mi culpa, pero quiero que ella comparta mi felicidad, ella es la abuela de mi hija, y realmente necesito pedirle disculpas.
Manuel siente como sus mejillas se sonrojan, si bien no quería que ellas estuvieran discutiendo, tampoco le emocionaba la idea de que la relación de las dos volviera a estar en su lugar, era un pensamiento bastante egoísta y malvado, pero temía porque Veronica se entrara de la relación que él tenía con Delphine.
—Vaya hija, eso realmente me sorprende, pues ustedes hace mucho tiempo que no hablan, desde que ella se fue de la casa y pues en todo tu embarazo la relación entre ustedes dos fue pésima ¿de verdad quieres hablar con ella?
—De corazón te digo que sí, papá. A pesar de todo, ella es mi madre y quiero arreglar las cosas para que conozca a mi hija.
Inmediatamente, Guillermo sale de la habitación y marca el número de Delphine. En menos de tres tonos, ella responde.
—Guillermo, ¿qué sucede?
—Hola, querida. ¿Por qué tanta frialdad?
— ¿Tendría alguna razón para saludarte con amor? Después de todo lo que ha pasado...
—Sé que no hemos sido justos contigo en los últimos meses, Delphine. Pero te llamo para contarte que la bebé de Veronica ha nacido antes de tiempo. Ella quiere que hables con ella.
Delphine guarda silencio por un momento, tratando de procesar la noticia. Aunque ama a Veronica con todo su corazón, aún hay resentimientos por todo lo ocurrido.
— ¿Delphine? ¿Sigues ahí?
—Sí, estoy aquí. Me alegra saber que la bebé ha nacido, aunque fue prematura. ¿Hay algo más que deba saber?
—Su parto se adelantó. La bebé está en la incubadora y entrará en un plan llamado "canguro". Veronica quiere que vengas al hospital y conozcas a nuestra nieta. Es preciosa.
Delphine se sorprende por los repentinos cambios en Guillermo y Veronica. Aunque sospecha que puede haber algo detrás de tanta bondad, decide darles una oportunidad.
—Está bien. Estoy trabajando en este momento, pero en un par de horas estaré en el hospital.
— ¿Trabajando? —Guillermo responde sorprendido.
—Sí, ahora tengo trabajo. Hablaremos más cuando esté allí. Gracias por avisarme.
Delphine corta la llamada y suspira. A pesar de las complicaciones, está emocionada por conocer a su nieta. Decidió dejar los rencores atrás y dar la bienvenida al nuevo m*****o de la familia.