Después de dos extensas semanas en el hospital, Veronica finalmente se prepara para regresar a su hogar. Durante su convalecencia, sus padres se ocuparon meticulosamente de adaptar la mansión a sus nuevas necesidades. Instalaron una rampa para facilitar su acceso al segundo piso, asegurándose de que cada rincón estuviera listo para su comodidad.
Al llegar a casa, fue recibida por sus padres, especialmente por Manuel, quien había dedicado incansablemente su tiempo y esfuerzo como esposo. Había obtenido un permiso especial en el trabajo para acompañarla en el hospital y continuaría cuidándola durante unos días más, ya que su licencia laboral estaba por terminar.
Durante su estancia en el hospital, Veronica y Manuel compartieron momentos significativos, y a pesar de las dificultades, un vínculo especial se fortaleció entre ellos. La presencia de Delphine, que alguna vez fue una tentación para Manuel, solo sirvió para que él reflexionara sobre sus sentimientos hacia Veronica. La relación pasajera y clandestina con su suegra quedó en el pasado, y Manuel estaba decidido a dejar atrás cualquier tentación que pudiera surgir.
"Nos alegra tenerte de vuelta en casa, hija", expresó Delphine con calidez cuando Veronica llegó. Sin embargo, la respuesta de Veronica fue breve mientras se dirigía directamente a saludar a su familia más cercana.
"Gracias por las mejoras en casa, papá, Joaquín", agradeció Veronica, mientras su hermano la besaba en la mejilla y su padre le dedicaba una sonrisa.
Joaquín intervino, recordando que fue su madre quien organizó las adaptaciones en la casa. Esto provocó una respuesta desafiante por parte de Veronica, quien estaba convencida de que su padre también habría intervenido de no ser por su madre.
Delphine, acostumbrada a la actitud de su hija, prefirió retirarse hacia la piscina para reflexionar sobre su lugar en la familia. La indiferencia y las humillaciones ya eran demasiado para soportar, y comenzaba a considerar seriamente su partida de esa casa que alguna vez consideró su hogar.
Manuel niega con la cabeza, a pesar de que Veronica había mostrado un cambio en su actitud hacia él durante esas semanas, no le gustaba cómo se dirigía a Delphine. Más allá de la relación que él había tenido con ella, era simple: le gustara o no, Delphine era su madre, y solo intentaba mimarla.
Después de haber llegado a la habitación principal y haber regresado a la mansión con todos los lujos que su familia podía brindarle, Veronica decide que es hora de vivir con Manuel lo que antes habían dejado pasar. Se compromete a comportarse más como una esposa, aunque no dejará de lado sus caprichos. Estas semanas le han servido para reflexionar sobre las cosas.
—Manuel, ¿puedes ayudarme a vestirme, por favor? —le habla dulcemente a su esposo.
—Por supuesto, cariño. Ven aquí —él la ayuda suavemente a acostarse en la cama. El vientre de Verónica sigue creciendo, lo que complica un poco las cosas, pero Manuel se siente feliz de poder ayudarla. Ahora, ella está frente a él, solo en ropa interior y completamente quieta. Ella sabe que así de ninguna manera podrá seducirlo, pero está decidida a intentarlo.
—Manuel, ¿podríamos hacer el amor? —pregunta con duda. Aunque su tono es mucho más suave hacia él, sabe qué hace un mes era una mujer más dura y que la intimidad en su matrimonio se había desvanecido.
Él la mira perplejo, sin estar seguro de si todavía la desea en lo más profundo de su corazón. No es porque ella haya perdido su atractivo, sino porque su cuerpo aún anhela a Delphine. Sin embargo, no quiere lastimarla, así que decide responder con delicadeza.
—¡Por supuesto! Haría el amor contigo —él se acerca y la besa apasionadamente, aunque su cuerpo no responde como desearía. Trata de disimularlo, pero Veronica se da cuenta.
—Manuel, lo entiendo. Comprendo que ya no me veas atractiva y que no sientas deseo por mí. No te preocupes, no tienes que fingir algo que no sientes.
—No, en serio quiero hacerlo. Solo estoy nervioso —miente, mintirle se había convertido en su mayor distracción.
—¿Nervioso por qué? —lo mira con ironía.
—Porque no quiero lastimar al bebé. Desde que tienes el vientre tan grande, no lo hemos hecho y eso me pone nervioso —sigue mintiendo, sin querer hacerla sentir mal.
Aunque Veronica no era ingenua, trata de creerle. No quiere dejar que la llama del amor en su relación se apague. Se desnuda frente a él, sus pechos, más grandes por la maternidad, están listos y apuntando hacia él. Con su movilidad limitada, trata de llevar a Manuel hacia ella. Ahora es ella quien lo besa y lo acaricia, logrando que su cuerpo finalmente reaccione como ella desea.
A pesar de su situación, Manuel la posee con cuidado. Con los ojos cerrados, se deja llevar por la pasión del momento, aunque hace mucho que no tocaba el cuerpo de Delphine, por segunda vez está con su esposa pensando en su suegra. Se siente miserable, pero pensar en ella es la única forma en que puede encontrar placer en el momento.
En los siguientes días, el romance fluye naturalmente entre Manuel y Veronica. Él comienza a quererla de nuevo, aunque su regreso al trabajo está próximo. Mientras está en casa, la trata como una reina. Con el embarazo de ella alcanzando los siete meses, todo se vuelve más difícil, pero Manuel siempre está dispuesto a satisfacer cada uno de sus caprichos.
Por otro lado, Delphine está sumida en la depresión. Apenas sale de su habitación y pasa el día encerrada. Ya no visita el salón de belleza ni hace ejercicio. Todo parece haberse vuelto negativo en su vida, y parece que a nadie le importa.