CAPÍTULO IV-1

2005 Words

CAPÍTULO IVEl sol se reflejaba resplandeciente en las bridas de plata, mientras el Marqués conducía con gran habilidad su tándem en dirección de Hyde Park, cuya entrada no tardó mucho en franquear. Druscilla nunca se había sentido tan feliz. Se dio perfecta cuenta de la admiración que brillaba en los ojos del Marqués cuando la recogió de la Casa de su abuela, después de enviar a un mozo con un mensaje por la mañana temprano, invitándola a pasear en coche. —¿Qué me pondré?— había sido la inevitable pregunta femenina. La Marquesa sonrió. —Los traes a todos de cabeza… procura que sigan hablando de ti. En respuesta, Druscilla se había puesto de pronto de rodillas, junto a la silla de la anciana y había tomado una de sus manos, cubiertas de venas azulosas, entre las de ella. —¿Cómo podré

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