No pude quejarme del almuerzo, fue agradable solamente porque estaban los Parker, desde luego que Adam hacía que las horas fueran muy llevaderas, soltaba chistes para mí cada vez que me veía aburrida o sin charla. Pero a él también le hacían muchas preguntas, mis padres y hermanos querían saber cómo le iba en Tailandia y Corea.
—¿Cuál de los dos países te gusta más?—preguntó mi madre.
—Creo que es más interesante saber ¿cuándo rayos aprendiste otro idioma además del inglés?—pregunté. Yo tenía una laguna en la vida de Adam. Nos convertimos en “adultos” y cada quien tenía sus asuntos. Él terminó la universidad dos años antes que yo y desde entonces sabía poco de su vida actual.
—Estudió desde los diez años, sabíamos que tendría que ir a Asia, por lo que se preparó para hablar chino, coreano, tailandés y se negó rotundamente a hablar japonés, decía que su cabeza iba a dejar de ser suya con tantos idiomas.—respondió su madre.
—Me daba vergüenza decirlo, así que era como un secreto. Encima que usaba lentes y brackets, no quería ser un bicho raro que hablara varios idiomas.—respondió Adam.—Tomaba las clases mayormente en las noches y algunas semanas de verano hacía un intensivo.
—Aprendió rápido el primero que fue el chino, luego los demás se le hicieron más sencillos. No quería hablar, tenía que mejorar su pronunciación por lo que nos fuimos a Asia un par de meses. ¿Hace cuánto de eso, Adam?
—No lo sé, papá.—estaba un poco avergonzado. Tiré de su camisa y él sonrió.—Me gusta Corea, es donde más tiempo paso. Llevaré un día Jos conmigo, ¿cuándo?—me preguntó frente a todos.
—Cuando quieras, Adam. Solo tienen que acordar la fecha.—respondió mi padre.—Apenas termina la universidad, tengo bastantes hijos en la empresa como para tener prisa por entrar a Jojo. ¿Qué dices? ¿Tienes mucha prisa por irte, Adam? A lo mejor ahora puedes llevarla.
Pero él no hacía caso a las palabras de mi padre y esperaba mi respuesta.
Joseph se acercó a mí, tocó mi mano para que yo le prestara atención.
—Usa a Adam para salir de aquí y ve con ese tal Travis.—me susurró de forma discreta y entonces comprendí la idea.
Podía decir que me iba con Adam y realmente viajar hasta donde Travis.
¡Era una buena idea!
¿Dónde diablos vivía Travis?
Tenía que dar con mi celular allí tenía datos importantes de él.
—Si no es un inconveniente para ti, podría acompañarte en este viaje.—dije. Con esas palabras estaba alegrando los rostros de muchos. Adam me miró con cierto brillo en sus ojos, observé de soslayo a mis padres que también sonreían triunfantes. Pero ¡no sabía si sus padres lo iban a acompañar!—¿Ustedes estarán allí?
—Temo que no, ya le dijimos a tus padres que nos quedaríamos con ellos unas semanas, así que tardaremos en ir a Corea.
—Oh.—era perfecto para mí.—Entonces, preparemos bien este viaje. ¿Cuándo te vas?
—Mañana.—¿no era muy pronto? Tenía que planear cosas, contactar con Travis, decirle que viajaría donde él, saber que nos veríamos.
—Creo que Jojo puede estar lista esta noche, Adam. Tienes muchas cosas de tu estadía aquí, por lo que no creo que te haga falta nada.—mi madre se había puesto de pie, se acercó a nosotros y le dio un beso en la mejilla a Adam, posó sus manos sobre mis hombros, dándome otro beso a mí.—¿Cierto? Podrías estar lista para irte con Adam.
—No sería problema. Siempre y cuando no interrumpa sus planes, es todo muy repentino. ¿Cómo va tu agenda, señor ocupado?
Adam estaba demasiado feliz como para responderme.
—Está hecho.—dijo mi padre.—Adam llevará a Jojo a conocer Corea.
Pero no era así.
A última hora diría a Adam que yo iría a otro lado, seguro que él entendería.
Aproveché la alegría de todos para hablar sobre mi celular.
—Papá, ¿podrías darme mi móvil para buscar alguna información que tengo allí?—pregunté.
—Justin, ve busca el móvil de tu hermana, sabes donde está.—Justin puso cara de fastidio pero de inmediato fue a por mi móvil.
—Tengo algunas cosas en la residencia y me gustaría pasar por ellas, dado que luego de Corea no pasaré por aquí, iré a casa.
—¿Puedo acompañarte?—me preguntó Adam.
Mi plan era salir de aquí y confirmar si Travis ya no estaba, pero ahora no podía negarme a ir con Adam. Incluso sería más fácil ir si él iba conmigo. Me daba miedo que descubriera antes de tiempo que yo no iría con él, podría echarse para atrás y negarse a participar en mi mentira.
—Claro.—dije dudosa.—Acompáñame. De hecho si has venido en un coche, podríamos ir en él.
—Si, había alquilado uno anoche.
Justin llegó con mi móvil, entregándomelo de mala gana, observé sin mucho afán las llamadas perdidas de Travis y algunos mensajes que tenía de él.
—Voy a mi habitación unos minutos y luego bajo para que nos vayamos.—me puse de pie y me acerqué a las escaleras, sentí unos pasos y miré hacia atrás, era mi madre.
Me observaba con una ceja enarcada y sonrisa tenebrosa. Apresuré mis pasos hasta llegar a la habitación, su mano se colocó en medio de la puerta, impidiendo que yo la cerrara.
Entró a la habitación y yo corrí hacia el baño, cerrando la puerta con seguro.
—Josephine Joyce, solo te diré una cosa, la primera vez no es gran cosa, toma valor dependiendo de con quién hayas perdido tu virginidad y espero que no la hayas desperdiciado con un donnadie, pues muchas veces para los hombres esa parte tiene más importancia que para nosotras. Con eso me refiero a que a lo mejor con quien la perdiste no le importó, pero con quien vayas a estar en un futuro significará más que ya no lo seas. No seas estúpida o al menos no actúes como una idiota, por favor. Me avergüenzas.
—Eso no es una sorpresa. ¿También estás deseando que yo fuera hombre?
—¡No! No me avergüenza que seas mujer, sino que seas la única mujer y actúes de esa manera tan descarada. Haz las pases contigo misma en este viaje y hablemos sobre ese chico cuando regreses. ¿Es tu novio?
—¿Lo preguntas luego de que papá envió a sus matones a golpearlo?
—Lo pregunto ahora que sé que hay alguien en tu vida cuando entendíamos que no era así. ¿Son algo?
—¡No lo sé! Y de serlo no te lo diría. Tengo viente años, dejen de tratarme como si tuviera doce.
—Pues deja de comportarte de esa edad y ten más cuidado con tus decisiones. Solo espero que esa mente tuya “adulta” te haya recordado que hay que usar protección durante el sexo, no solo para evitar un embarazo, hay cosas peores que hijos no deseados. Y hoy en día son muy eficientes los abortos. Las enfermedades por transmisiones sexuales no valen los minutos de placer, Josephine.
¿Protección? ¿Embarazos? ¿Enfermedades?
La cabeza me dio vueltas.
Si digo que no sé si Travis usó protección, ¿sería muy tonto e irresponsable de mi parte? Seguro que sí. No logro recordar si usamos protección. No estaba muy segura de eso.
—Sí, mamá. Como adulta sé todas esas cosas.—le dije lo que quería escuchar.
—Sal un momento del baño, por favor.—abrí la puerta solo cuando envié un mensaje a Travis, aún sin leer los suyos, diciéndole que me enviara su dirección para mañana viajar hacia donde él. Dejé el móvil en silencio por si llamaba o me respondía de una vez que mamá no se diera cuenta.—Sé que tú y Adam son amigos, lo sé. Pero es un buen chico, me agrada mucho, todos lo queremos. No le hagas daño.
—¿Cómo podría hacerle daño? ¿Ya viste mi tamaño y el de él?
Mis palabras hicieron que mi madre soltara un bufido.
—Confío en tu buen juicio o al menos eso quiero convencerme a mí misma, Josephine.
—No confías en mí, nadie aquí lo hace. Adam me espera, bajaré primero.
Salí rápido de la habitación y llegué al salón, tomé la mano de Adam y salimos de allí. Había un buen coche n***o aparcado junto al de mi padre y allí nos dirigimos. Le indiqué la ubicación y todo el camino yo iba pegada al móvil, investigando un poco sobre los Becker, para poder saber dónde quedaba su empresa, de paso sabría dónde vivía Travis, ya que él no me respondía a pesar de haber leído el mensaje.
—¡¿Qué?!—grité de alegría al encontrar la empresa de los Becker y saber su ubicación. El nombre de su empresa era Becker Designs y recientemente había hecho una reforma en sus instalaciones gracias a un nuevo socio que se les había unido, por lo que la empresa entraría más en el ojo público y en el mercado.
Era grandioso.
Seguro que Travis iba a encargarse de ella. Lo maravilloso era que vivíamos en el mismo país, solo que él al sur y yo al norte. Pero en el mismo país, eso era lo importante.
—¿Todo bien?—me preguntó Adam.
—¡Sí! De maravilla.
Solo tenía que tomar un vuelo hacia allá, quedarme en su ciudad y hacer todo lo posible por verlo. Sería fácil el viaje si vivíamos en el mismo país, casi como pan comido.
Cuando llegamos, recogí mis cosas y de una las llevamos al coche de Adam.
Él entró al coche y yo me quedé fuera para hacerle una llamada a Travis. Sabiendo la hora en la que Joseph me dijo que le contestó la llamada y que él dijo que se marcharía, podía deducir que Travis ya había llegado al país, el vuelo solo eran tres horas y media desde aquí.
Le marqué.
La llamada fue contestada luego de varios timbrazos.
—Josephine Joyce.—respondió con enojo.—Hasta que soy digno de tu tiempo.
—Lo siento, Travis. Cuando llegué a casa se armó una muy grande y mi familia estaba como loca porque no aparecí la noche anterior. Hasta me quedé sin móvil.
—Ni que fueras una niña.—dijo con burla. No tenía tiempo de explicarle con lujos y detalles todo lo que había pasado, impidiendo que yo llegara a nuestro encuentro.
—No lo soy, pero es una situación complicada. Como te dije en el mensaje, iré a verte. Para recompensar que te dejé plantado. ¿Puedo? ¿Nos veríamos si voy?
—Desde luego que sí. Solo avísame cuando llegues, puedo recogerte en el aeropuerto, así no se te hace complicado.—seguía enojado y podía imaginarme su cara de chico malo, apuesto y muy atractivo al teléfono.
—Está bien.—yo seguía llena de felicidad, las cosas iban mejorando.— Te enviaré por mensaje los datos de mi vuelo, aún no lo compro. Hablamos en la noche.—y de aquella manera quedé con Travis para en vez de ir a Corea con Adam, visitarlo a él.
Mañana sería un día muy grandioso. Cuando supiera la información del vuelo a Corea, entonces sacaría mi vuelo hacia Travis.
No sé si eran mariposas o lombrices lo que sentía en mi estómago, pero algo revoloteaba allí al pensar que vería a Travis luego de aquella maravillosa noche que pasamos juntos.