No conocía esta casa, no tenía familiaridad con ella, desconocía sus rincones o las habitaciones con las que contaba. Además de mi habitación no sabía dónde más resguardarme.
No había visto a mamá y Joseph se había tenido que ir a hacer no sé que cosa, estaba sola mientras los demás le daban la bienvenida a los Parker.
Eran personas agradables, solo tenían un hijo, dos años mayor que yo.
Adam.
Teníamos una buena relación.
Años atrás éramos unidos, cuando él llevaba brakets, unos lentes cuadrados y anchos, estilos nerd. Yo aún tenía mis pechos planos, aborrecía mis pecas y de paso las acompañaban todos los granos en mi cara.
Sí, podría decirse que cambié bastante, mi busto creció, mi cuerpo fue tomando curvas y un aspecto más femenino, con ella mi cara se moldeó y bendigo a la pubertad, tuve mi cambio perfecto, me convertí en una señorita muy hermosa, llamativa y un tanto gruñona.
Pero, aún sabiendo las maravillas que hizo mi cambio luego de la pubertad, no se compara con lo que pasó con Adam Parker.
Se había ido no sé donde un par de meses, solo ese tiempo dejé de verlo, dado que nuestra familia era muy unida, mis padres adoraban a los suyos. Tocó a nuestra puerta y casualmente yo abrí porque iba cruzando hacia mi habitación, llevaba una paleta de manzana en mi mano, dado el calor que hacía, en pleno verano, mis padres estaban en la piscina y mis hermanos dormidos porque se habían ido de fiesta. Frente a mí había un chico muy guapo como para ser mi amigo, ¡¿cómo diablos dio un estirón en solo meses?! ¡¿Cómo fue que su cutis quedó tan hermoso y suave como el trasero de un bebé?! Pero más que eso ¡¿dónde diablos habían quedado sus horribles brakets y sus anchos lentes?!
Cuando reaccioné y supe que aquel era Adam, la paleta cayó de mi mano y él comenzó a reír.
Hablo de años atrás, ahora era como un tipo de s*x symbol o algo por el estilo, su llamativo no hacía más que evolucionar. Estaba enorme, usaba lentillas, tenía unos dientes perfectos, al igual que su sonrisa y no había un solo grano en su cara. Se había convertido en un hombre muy, muy apuesto.
Pero como todos, tenía sus peros, había un parecido en él con mis hermanos, tipo aquellos que se creen los mejores o que todo lo pueden, que pueden tener a cualquier chica o incluso se aprovechan de su belleza y masculinidad.
No, no había visto a Adam hacer nada de esas cosas, pero era el aspecto que tenía ahora. Se notaba que las chicas le llovían, viajaba mucho a Asia. A lo mejor allí las tenía babeando a todas.
Un hombre alto, hombros anchos, cabello muy n***o y ondulado, ojos marrones y una presencia muy llamativa. La última vez que lo vi fue para la graduación de Justin.
Ahora él estaba trabajando junto a su padre en su empresa automotriz, el señor Parker se había querido retirar hace muchos años, pero como tuvieron a su hijo un poco mayores, Adam aún no estaba listo para dirigir la empresa, sin embargo ya estaba en proceso de preparación.
Mr. Parker era una empresa muy famosa a nivel mundial, tanto como Toyota, Nissan, Hyundai, entre muchas otras.
Pronto él estaría a cargo de todo eso, por lo que desde ya llevaba una vida muy ocupada.
—Jojo, los Parker han llegado, estamos fuera antes del almuerzo. Tu madre se nos une ya, más te vale no llegar después de ella.—dijo mi padre, dándome ya la orden de salir. No podría esconderme todo el día.
Corrí al espejo con mis pies descalzos y observé mi rostro. Mis ojos estaban un poco enrojecidos por todo el llanto, pero el maquillaje cubría la cachetada de mi padre.
Me coloqué los zapatos y me sonreí al espejo, salí de la habitación buscando llegar al patio.
Allí estaban los Parker.
—Buenas tarde.—saludé al salir de casa. Me faltaban los ánimos y un poco de alegría.
—Jojo, querida.—la señora Parker le llevaba al menos unos diez años a mi madre, pero eran muy, muy amigas desde hace años, fue quien la ayudó en todo cuando mis padres se casaron y ella empezó a tener hijos uno detrás de otro, quizás ella permitió que no se volviera loca con mis hermanos. Jimena Parker era la bondad en persona, hasta su voz era pura dulzura.—¡Qué hermosa estás! Felicidades por tu graduación, espero que pronto te incorpores a la empresa con tus hermanos, eres una chica muy inteligente, sé que brillarás tanto como tu madre. Podrías tener un buen puesto en la empresa.
—O que se case pronto.—murmuró mi padre, vi como miró de lado a Adam.
—Señor Parker, es un gusto verlo.—me dio un abrazo y un beso en la mejilla, siempre con aquel olor a limón. Robert Parker, un hombre dedicado a su familia que había sabido dividir el tiempo del trabajo y lo familiar. Un padre ejemplar y muy cariñoso, ya podría haberme tocado a mi.
—Felicidades por tu graduación, Josephine.
—Muchas gracias.
Ahora tocaba saludar a Adam.
Se puso de pie y abrió sus enormes brazos, allí cabían al menos tres de mi.
Me tomó entre ellos y mis pies abandonaron el suelo.
—Sigues igual de fea, aunque creas que ya eres bonita.—me dijo al oído. Pellizqué su costado o eso intenté, lo que quería agarrar estar muy firme.—¡Qué bueno verte, Jos!—exclamó para que todos lo escucharan, disimulé mi cara y luego pisé su zapato perfectamente reluciente.
Tomé asiento entre los Parker, me relajó mucho que Adam estuviera allí.
Nuestros padres comenzaron a charlar y nosotros por igual, mis hermanos iban llegando y acomodándose.
—Pensé que no vendrías. ¿No que eres un hombre ocupado y todo eso?
—No me perdería el almuerzo luego de tu graduación, Jos. Estoy aquí para fastidiarte, espero que lo sepas. Además disfruto de las indirectas que lanza tu padre con relación a nosotros. ¿Cuándo crees que propondrá que nos casemos?—el tomaba el tema muy a la ligera, mientras a mí me asustaba que mi padre se lo tomara tan en serio.
—Imagino que el año entrante. Quizás cuando cumpla los veintiuno. Espero que no antes, así gano fuerzas para negarme. Eres tan tonto que das para estar de acuerdo.
—¿Casarme con una piojosa como tú? ¡Ni que lo digas! Sería el primero en negarme.—aquello me hacía pensar en Niall, en si le habían hecho algo porque sabía que mis hermanos habían salido y Joseph no estaba aquí, los demás llegaron pero él no.
De Travis ni hablar, era su cumpleaños, no podía llamarlo, no podía cancelarle y…lo estaba dejando plantado luego de lo de anoche.
Mamá nos acompañó, saludó a los Parker de manera muy cariñosa y a mí no me miró ni por un segundo. Ni un solo segundo.
Pamela Joyce.
—¿Cuando llegaste, Adam?
—Ayer en la tarde.—mi mamá le tenía también mucho cariño a Adam, ella y Jimena desearon mucho ese bebé y allí estaba el grandulón.
—¿Qué hacías ayer en la tarde aquí?—le pregunté en voz baja. Sorprendida de que llegó antes que sus padres.
—¿Por qué tienes los ojos tan rojos?—me preguntó él, evadiendo mi pregunta.—¿No sabes lo fea que te ves cuando lloras?
—Idiota.—le iba a pellizcar la pierna, pero él sostuvo mi mano, su rostro serio enfocó al mío.
—Jos, ¿pasó algo?—preguntó nuevamente con tono serio.
Mordí mi labio inferior, recordando todo el escándalo que armaron mis hermanos y mi padre cuando llegué unas horas antes.
—Detesto más que nada en este mundo que me mires con pena, Adam Parker, así que deja de hacerlo.—tiré de mi mano pero él no se soltó, entrelazó sus dedos con los míos y con la otra mano acariciaba la mía sujeta a la de él.
—Anoche fui a tu fiesta de graduación, no pude llegar a la graduación dado un retraso en el vuelo, pero…quise ir a la fiesta para verte. Vi que salías con tu novio justo cuando yo llegaba, así que me fui, estaba en un hotel cerca de allí.
—Oh.—me vio irme con Travis.—Tonto, debiste llamarme o avisar que irías.
—Corría el riesgo de que pasara algo así, solo quise darte la sorpresa y no era muy seguro que pudiera ir, por eso no avisé. Ahora, ¿me dirás por qué llorabas hasta el punto de que tus ojos quedaran tan rojos?
—¡Hola!—llegó Joseph. Corrió hacia nosotros y vino para saludar a Adam, le dio un abrazo desde atrás sin esperar a que él se pusiera de pie.—Adam, ¿cómo estás?
Ya estaba completo el trío loco, Adam, Joseph y yo.
Al cabo de un rato nos íbamos a la mesa, ya estaba todo listo, Joseph se quedó detrás y yo lo acompañé, siendo los últimos en entrar a casa.
—¿Dónde estabas?—le pregunté, siendo raro que él llegara hasta ahora.
—Me fui con ellos a buscar al tal Niall. ¡Culpaste a alguien inocente, Jojo!
—¡¿Y qué querías que hiciera?! No iba a dejar que fueran tras Travis.
Mi hermano soltó un suspiro, un poco enojado.
—Tomé tu móvil de papá y recibí una de las tantas llamadas que tanto entraban de ese tal Travis. Le dije que lo ibas a llamar cuando pudieras, pero…sonaba enojado, solo me colgó y antes me dijo que se marcharía en otro vuelo. Creo que ya se marchó.
—¡Diablos! ¡Carajo! ¿Tienes el móvil?
—¡Claro que no! Arriesgué mucho, si me quedaba con él sabrían que fui yo.
—Cierto, ¿qué hay de Niall?
—¡¿Tú qué crees?! Él insistió en que no pasó la noche contigo, habló algo sobre una apuesta y no dejaba de pedir perdón, pero…no sirvió para llevarse su golpiza.
¡Ay, Niall!
—¿Qué esperan? Entren, ya estamos todos en la mesa.—nos vino a buscar Adam, enseguida Joseph fue tras él casi dando saltitos.
Los seguí arrastrando los pies.
Mañana nos iríamos de aquí y yo volvería a casa de mis padres.
Ahora tenía que ver cuál sería mi futuro y más adelante intentar contactar con Travis. No teníamos una relación ni nada por el estilo, pero al menos que habláramos y no dejar las cosas como que no quise ir a su encuentro.
Me sentía fatal por los dos, tanto por Travis, como por Niall.