Capítulo: Rebelión

1348 Words
Saya fue llevada hasta su nueva habitación, dos damas estaban a su lado. Ella observó ese lugar, no se sentía segura en ningún lado. —¿Y el señor Savir, quiero decir… el jefe? —El jefe Savir salió de la aldea, dicen que ha viajado a Green Field. Esas palabras causaron temor en Saya. Se sentó al borde de la cama, luego mirò a las mujeres. —Quiero estar sola —dijo y las mujeres salieron de ahí. *** Cuando Kendra se enteró sobre la boda, enloqueció hasta la locura. —¡No va a ser la esposa de Savir! No puedo permitirlo —sentenció. —¿Qué harás, Kendra? No hay nada que puedas hacer. La mujer la mirò, negó. —Claro que hay cosas que puedo hacer —dijo—. Tengo una gran idea. Kendra salió de la habitación y llevó a su criada Lotti con ella. Pronto llegaron al pasillo de las concubinas, y esclavos. Se acercò a Lotti. —Esto es lo que debes decir, difunde los rumores entre todos —dijo dándole algo de dinero. —Pero… si hace esto provocará… —Diles que vayan por la mujer, diles en qué habitación duerme, ¡que la maten! Lotti se puso nerviosa y, al final, aceptó. *** Savir iba a caballo, detuvo el avance y decidió hacer su propio campamento para descansar, porque aún quedaba un largo camino para llegar al destino. Byron encendió la fogata y mirò a Savir. —¿Estás listo para casarte de nuevo? Savir mirò a Byron, era su mejor amigo, crecieron juntos desde niños. —Bueno, supongo que es mi deber. —jefe, ¿deber? ¿De cuándo acá alguien le dice al jefe Savir lo que debe hacer? Savir sonriò. —Soy el jefe, debo dar el ejemplo de lo importante que es tener una familia. —Dijiste que después de Maeve, ninguna. Savir y Byron se miraron fijamente, Byron era el hermano de Maeve, entendía su dolor. —Después de Maeve, ninguna en mi corazón. Savir se levantó y se alejó de èl. Byron se mantuvo viendo el fuego que aún ardía en la fogata. *** La noche llegó, Saya estaba durmiendo, despertó al escuchar tantos gritos. Se enderezó, pero cuando golpes y gritos volvieron a resonar violentos. Se levantó asustada, se puso una bata encima. Sus dos damas se acercaron a ella. —Iré a ver qué pasa, Lady Saya. La mujer intentó abrir la puerta, pero un guardia la detuvo, le explicó lo que sucedía. La mujer vino muy asustada. —¡Hay una rebelión de los esclavos y las concubinas! Vienen directo hacia aquí, ¡Lady Saya, quieren lincharla! Los ojos de Saya se abrieron enormes, atemorizados. Un guardia entró. —Lady Saya, venga con nosotros, la resguardaremos. Saya estaba asustada, siguió al hombre, acompañada de sus damas. El guardia logró abrir una puerta secreta en la pared, y descender por unas escaleras, ocultar, al entrar, selló la puerta y caminaron, alejándose de ahí. Sin embargo, escucharon aún los gritos furiosos. Pronto salieron por una puerta que conectaba cerca del pasillo rumbo a la habitación real del jefe. Ahí estaba esperándolos la anciana Lynn con el anciano Harol, padre de Savir. —Lady Saya, venga adentro, se quedará en la habitación del gran jefe, estará protegida, no tema por nada. Saya estaba asustada a pesar de las palabras de Lady Lynn. —¿Qué está pasando? —Una rebelión —dijo la anciana. De pronto, un guardia ingresó. —La orden del jefe ya está aquí, los soldados están repeliendo la rebelión. —¿Qué es lo que quieren? ¿Cuáles son las demandas? —exclamó Harol —La gente piensa que Lady Saya hará que las concubinas sean expulsadas y que los esclavos reciban un menor pago por sus labores. Saya estaba perpleja, los ancianos la miraron con duda. —¡Jamás he hablado sobre ese tema! Ni siquiera sabía de la existencia de concubinas aquí —dijo con la voz asustada. —No se angustie, Lady Saya, vaya a dormir, mañana todo mejorará. Sin embargo, Saya no pudo dormir por el resto de la noche. Al día siguiente. Apenas llegó el amanecer, Savir siguió el rumbo y pronto llegaron hasta el pueblo. La gente los vio pasar, sorprendida de verlos ahí. Al llegar a esa casa, Savir y sus hombres descendieron de los caballos. Byron llamó a la puerta. Solo un minuto después, abrieron la puerta. —Buen día, ¿en qué puedo servirlos? —Buscamos a Lord Sallow. —¿De parte de quién? —El jefe Savir de la tribu Dagda. La mujer se puso pálida, asintió y les dejó entrar. Esa casa era amplia, era bonita. La mujer los llevó hasta un salón y les dijo que en un segundo Lord Sallow aparecería. La familia estaba desayunando en una mesa en el jardín, cuando la empleada fue hasta ahí. —Señor, ¡llegó Savir de la tribu Dagda, quiere verlo! Lord Sallow estuvo a punto de escupir el té y se levantó asustado. Su hijo lo calmó, pero Lord Sallow dijo que no debían meterse, y que era mejor que esperaran afuera. El hombre caminó hasta el salón, rezaba en su mente, hasta que se armó de valor para entrar ahí. —jefe Savir, bienvenido a mi humilde hogar. Savir tenìa la mirada baja, sentado solo en un gran sofá, en un gesto que apuntaba a su molestia. Lord Sallow sintió miedo, pequeñas gotitas de sudor impregnaban su frente, mientras el silencio de Savir provocaba miedo. Savir se levantó enseguida, tomó su espada, y puso su filo contra el cuello del hombre, quien sintió terror. —¿Has creído que puedes engañarme y salir bien librado? El hombre titubeó. —¡No-No! Por favor, no me mates. Elric entró ahí. —¡Suelta a mi padre! —empuñó su espada, pero Byron se la quitó en un segundo. —Eh, mira, tendremos a un príncipe consorte cobarde y debilucho igual que el rey Kadir —dijo Byron riendo. —¡Por favor, tenga piedad! —gritó Lord Sallow. Savir se acercò al viejo. —Tu hija tiene màs valor que toda tu asquerosa existencia, te debería matar, pero por mí no lo haré. Ahora escucha bien lo que harás, porque si no lo haces, esta vez te mataré a ti, a tu hijito y al resto de tus mujeres, mientras Saya piensa que el rey te mató. —¡No, tenga piedad, mi jefe! Savir le miraba con asco. —Entonces, este es el asunto: irás con el rey Hang, comprarás las tierras de Saint Lorf, y las pondrás a nombre del primer hijo que Saya dé a Luz, y agradece que no te haré pagar por ellas. Mis hombres se quedarán aquí, y te llevarán hasta ese lugar. No intentes locuras, o juro que te acabaré. El hombre asintió, bastante nervioso. —¡Haré lo que sea! Savir se alejó del hombre y salió de ahí. Byron se quedó con cuatro hombres y Savir emprendió el camino de vuelta a la aldea. Lord Sallow miró a su hijo. —Apúrate, debemos ir a visitar al Rey Hang. —¿De veras harás lo que ese hombre quiere? Mejor hablemos con el rey Kadir, que èl lo mate. —¡Eres estúpido! Tu hermana ahora está con ese hombre. —¿Y qué? ¡Saya ya no es nuestro problema! Lord Sallow abofeteó su rostro. —¡Desgraciado! Si yo quiero, ahora mismo le digo al rey que no te casarás. Si le digo que vendiste a tu hermana Saya al traidor, ¿a quién crees que le cortará la cabeza? —No te atreverías. Lord Sallow haló sus cabellos. —Deja de ser idiota, madura, porque un dìa tus errores tendrán consecuencias, solo para ti. *** Savir iba rumbo a la aldea, y pronto, llegó uno de sus guardias; eso le asustó. —¿Qué sucede? —jefe, hay una rebelión en el castillo. Savir sintió mucho miedo, decidió que debían ir a galope tendido.
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