Capítulo: Byron y los traidores

1227 Words
Saya tomó su brazo, le mirò asustada. Savir volvió al ahora, estaba demasiado cerca, tanto que sintió que ella lo tentaba, no pudo evitarlo, era como si su sangre hirviera de deseo. Besó sus labios, por un instante ese beso fue tan apasionado y voraz, hasta que recordó lo que hacía. La soltó incrédulo, en su mente, Savir estaba insultando a la memoria de su amada Maeve. —¡Vete! Ella le mirò asustada, pero al ver todas esas cosas, fue golpeada por una sensación ineludible, cayó de cuclillas, y lanzó un quejido, de verdad sintió que algo atravesaba su pecho, un dolor punzante. Savir se horrorizó, ella no fingió. —¡Saya! De pronto, ella cayó en sus brazos, tocó su frente, ardía en fiebre. Savir la cargó en sus brazos, no pensó más, gritó a sus guardias, ellos lo vieron salir con la mujer en brazos. —¡Llamen a la curandera! Savir corrió con la mujer hacia el castillo. Erea corrió hacia él, se asustó al ver a Saya en los brazos del jefe. *** Savir llegó al palacio, Kendra intentó acercarse a èl, pero lo vio con la mujer en brazos y se contuvo. «¡Quizás mi Dagda me escuchó y ha muerto!», pensó Savir lo ignoró todo, llevó a la mujer a la cama, y la recostó. Sintió como la fiebre seguía intensa, se veía pálida. Observó su piel, se preguntó si algún animal en el prado le había picado, pero no veía nada mal. Tuvo miedo, la idea de perderla comenzó a abrumarlo, pensó en Maeve, no soportaba la idea de pensar que perdería también a Saya. —¡No, no, no! La curandera entró, y Savir la sujetó del brazo con fuerza. —¡Màs te vale que las salves! —Sì, mi gran jefe. Savir salió enseguida, supo que el rumor estaba incrementando, la gente sabìa, ya que la nueva Morrigan estaba muy enferma. Byron fue con èl. —¡Me acabo de enterar, jefe! ¿Cómo se encuentra Lady Saya? —No lo sé, Byron, se desmayó. —Ella no es una mujer Dagda, no tiene nuestra fuerza. —Basta. Me encontró en el santuario de Maeve, y… —¡Mi hermana la rechaza! Por eso es que se enfermó, mi hermana la maldijo, ella morirá, Maeve no acepta que ames a otra, màs que a ella, por eso, Saya morirá. Los ojos de Savir se abrieron enormes. —¡Cállate! Yo nunca he traicionado a Maeve. —¡Te casaste con otra! Savir, juraste amar a Maeve en todas tus vidas, pero ahora la olvidaste, mira como estás, casi blanco como la nieve, y todo es por tu Lady Saya, la amas màs de lo que amaste a Maeve, pero no te atreves a aceptarlo. No es fácil para mì aceptar la muerte de mi hermana, y verte con alguien màs. Byron le hizo una reverencia, y luego se fue. Byron era capaz de hablarle a Savir con total igualdad, aprovechando el tiempo en que fueron cuñados, y mejores amigos. Sabìa que sus palabras siempre causaban dolor en Savir. —Erea, llama a la Bruix La mujer se quedó perpleja, pero asintió. Byron caminaba por los pasillos, cuando encontró al anciano Byle conversando con varios guardias. El hombre caminó muy lento, y los vio entrar a un pasillo secreto, los siguió y cuando entraron tras un muro de piedra, se quedó a escuchar. —¡Se acerca el dìa, por favor, no pierdan la fe! Pronto llegará el dìa en que Savir no será màs el jefe. Todos los extranjeros no dignos de Dagda serán lanzados al infierno al que pertenecen, limpiaremos la sangre Dagda, y nuestra tribu, volverá a ser la tribu de Dios bueno que siempre fue. Byron se asomó por un pequeño agujero, observó a tres ancianos màs y casi una treintena de personas ahí. «¡Es una rebelión contra Savir! ¡Traidores!», pensó El hombre intentó irse, pero detrás de èl, encontró a dos guardias que le apuntaron al cuello con una espada. *** Saya estaba delirando, balbuceaba cosas inexplicables. La curandera puso algunas hierbas sobre su rostro, la hizo beber un té. Mientras que la adivina llegó, estaba asustada cuando le dijeron que el gran jefe Savir la quería ver, pensó en si le cortarían la cabeza. El hombre la mirò. —Saya Morrigan está ahí, enferma, ¿crees que un muerto pueda maldecir a un vivo? La mujer le mirò intrigada. —Recuerde, mi amado jefe, todas las criaturas son de Dagda, èl quita, él da, ningún muerto o vivo tiene poder o decisión, somos hijos de Dagda. —Sana a mi esposa, mujer, hazlo. La mujer hizo una reverencia, entró en la habitación. Observó a Saya. La mujer tomó unas hierbas y comenzó a sacudirlas contra el cuerpo de Saya mientras recitaba unas palabras en un dialecto desconocido para la curandera. Saya estaba con los ojos cerrados. «Observó a ese hombre entrar a esa carpa, la mujer le sonriò, vestida de novia, cuando él la cargó y la llevó hasta la cama. —Savir, ¿has hecho esto antes? Era Savir, pero demasiado joven, con la piel tersa y sin barba, ninguna huella del tiempo adornaba su moreno rostro. —No. Pero, antes de esto, mi padre me llevó al burdel, pude ver como se deben amar un hombre y una mujer. —Entonces, enséñame, quiero amarte. Savir sonriò. Besó sus labios con una ternura infinita, que Saya nunca le conoció, pero ella detuvo el beso. Saya estaba segura de que era ella misma, aunque su voz sonaba diferente, no parecìa su voz. —Dime, mi amor, dime que tu cuerpo, tu alma y tu mente, solo me amará a mì, como nuestra promesa de amor. Èl sonriò. —Así será; tú saltas, yo salto, tú caes, yo te levantó, tú ardes, y yo quemó el mundo por ti. Ella besó sus labios, rompieron, él besó y Savir comenzó a besar su cuello con delicadeza. La mujer se reflejó en el espejo, pero Saya descubrió con horror el rostro de la mujer de la pintura, no era ella quien estaba con Savir» Saya volvió a la realidad, lanzó un grito de horror, y luego delante de la adivina vómito un extraño líquido oscuro. La mujer estaba perpleja, limpió su boca para ayudarla, y la recostó. —¿Voy a morir? —exclamó Saya asustada La mujer negó. —Hay alguien que la puede salvar, Saya Morrigan. *** Byron estaba de rodillas frente al anciano Byle. —Decídete, Byron, ¿Serás fiel a tu jefe Savir? El jefe que eligió casarse con otra mujer, èl que no pudo salvar a tu hermana, ni a tu madre, ni a tu esposa, ¿lo recuerdas, Byron? Fue èl quien nos instó a cazar ese dìa, todos los hombres fuimos a la fiesta de caza, si hubiésemos estado aquí, hubiéramos salvado a nuestra familia, pero Savir estaba tentado a ser el gran jefe. —¿Qué dices? —Savir salvó a todos luchando casi solo contra el rey Kadir I, y le perdonó la vida, ¿y si Savir y Kadir urdieron un plan maestro para matar a mi jefe Kelly y tomar el control de la tribu sin importar sacrificar todas las vidas? Byron tuvo una sospecha que corrompió su alma.
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