Capítulo: Boda de conveniencia

1022 Words
Días después. Savir terminó la reunión con sus guerreros. El último que quedó ahí era Byron. Un guardia entró. —jefe, Kendra se encuentra aquí, quiere verlo. —Háganla pasar. La mujer entró, y Byron se mantuvo ahí. Kendra hizo una suave reverencia. —Kendra, tomé una decisión, voy a enviarte con la sacerdotisa. La mujer abrió ojos asustados. —Aprenderás mucho, y, además, estarás alimentada y te estarás bien. —¡No! No, jefe, no lo haga. —Es mi decisión y no voy a discutirla más, vete. Kendra sollozó y salió enseguida. Cuando la puerta se cerró, Byron lo mirò. —¿Hace esto por su Morrigan? Ya lo veo, ¡cuánto amor! —¡Basta! —dijo Savir levantándose—. ¡Ten cuidado en cómo me hablas! Byron bajó la cabeza, Savir estaba por salir de ahí. —jefe, déjeme desposar a Kendra. Los ojos de Savir se abrieron enormes. —¡Estás loco! —exclamó incrédulo. —Sì, sé que fue su amante, pero no me importa. De todos modos, después de Valery no quiero a nadie, ella será un entretenimiento. Savir bajó la mirada, estaba pensativo, no entendía a Byron, ni sus cambios de actitud. —Si es lo que quieres, puedes desposar a Kendra. El hombre sonriò. —Gracias, jefe. Byron salió de ahí, se encontró con la mujer, quien lo esperaba llorando. —¡Byron, por favor…! —Ya basta, te casarás conmigo. Kendra se quedó perpleja. —¿Qué ha dicho? Byron la tomó del brazo con fuerza. —Me ayudarás a convertirme en el nuevo jefe, y tú serás mi Morrigan. Kendra se quedó perpleja con sus palabras. Luego sonriò. —Yo haré lo que sea para que mi Byron sea el jefe. *** Saya caminaba por el bosque, detrás de ella había dos guardias y su dama, Erea, iba junto a la sacerdotisa. —Esas son las actividades que haremos en la noche de Beltani, ¿tiene alguna duda, mi Morrigan? La mujer negó. —Está bien con eso, me agrada todo lo que haremos. La sacerdotisa se despidió. —Debo ir por mi nueva ayudante, mi Morrigan, espero la dicha de volverla a ver pronto. La mujer hizo una suave reverencia y se fue. Saya respiró profundo, el clima era templado. —Demos un paseo, Erea. La dama asistió y caminaron por las inmediaciones del lugar. Pronto encontraron a la adivina, que cuando las vio, quiso alejarse. —¡Espera, mujer! Ven aquí. La mujer tuvo que aceptar, hizo una reverencia. Saya pidió a Erea que se apartara. Saya caminó al lado de la mujer. —No me dijiste nada, dime, ¿Quién es la persona que puede curarme? La mujer se puso nerviosa. —Mi Morrigan, hablé con el gran jefe, y èl no quiere hablar sobre ese tema. —Pero, yo sì, ¿Qué es lo que pasa? —Créame, usted está bien. Saya se detuvo, la mujer también. —Eso no fue lo que dijiste, porque no quieres decirme quién me puede ayudar. La mujer la mirò. —La única mujer que puede hacerlo es una bruja, se llama Imma Gaya, pero el gran jefe se niega a que la vea. Sería mejor obedecer al jefe. —Vamos a verla, quiero que me lleves con ella, pero, otro día, te diré cuándo. La mujer asintió, un poco asustada. —Cuéntame algo, ¿conociste a la anterior Morrigan? —¿La anterior Morrigan? Sì, yo la conocí, se llamaba Viena Morrigan, era una joven muy amable. —¿Viena? ¿Pensé que era Maeve? —¿Maeve? No, ella era la primera esposa del jefe Savir, pero ella nunca fue Morrigan, porque cuando ella fue esposa del jefe, èl no era un jefe. Saya se quedó perplejo. —¿Y cómo fue que Savir se volvió el jefe? —preguntó intrigada. La mujer mirò a todos lados, para ver que nadie la escuchara. —Savir no era el gran jefe, ese era Kelly, hijo del anciano Byle. El abuelo de Kelly fue jefe, y heredó el puesto a su hijo. Toda la familia de Kelly fue antes un jefe, pero la línea se cortó con la muerte del jefe Kelly y la llegada de Savir. —¿Y cómo fue que murió el jefe Kelly? —Cuando la tribu Dagda hizo una sociedad comercial con el reino de Hang, creímos que habría prosperidad, la hubo, pero, nunca imaginamos que comenzaría la guerra entre Hang y Kadir, cuando el rey Kadir quiso enfrentar al rey Hang, envió a sus hombres a destruir nuestra aldea, fue ahí que nuestro jefe Kelly murió, y muchas personas màs, ahí murió Maeve y el hijo del jefe Savir. Saya tocó su pecho, sintió miedo de sus palabras. —Debió sufrir mucho. La mujer solo asintió. —Luego, un día después, el ejército de Kadir vino a matar al resto, pero, ocurrió algo increíble. La leyenda cuenta que Savir se enfrentó, junto con solo una docena de hombres, a los màs de diez mil guerreros del rey Kadir, y los venció a todos. Los ojos de Saya se abrieron enormes. —¡¿Qué?! ¿Cómo pudo hacerlo? —La leyenda dice que el jefe Savir los masacró con la fuerza de un millón de hombres, y fue así como ganó la guerra, y además se volvió el gran jefe. —¿Y cuál es la realidad? Ya me contaste la leyenda, quiero saber la verdad. —Estuve ahí, mi Morrigan, no fue la fuerza del jefe Savir, aunque ciertamente èl tiene una gran fortaleza; pero, cuando inició la pelea, un viento sacudió el lugar, y nublaron mi vista, pero cuando pasó, junto al jefe Savir y su docena de fieles, había miles de guerreros peleando, las espadas enemigas que los tocaron se partían en dos, y ellos los destrozaron. Juró por Dagda que, cuando la pelea terminó, solo Savir estaba en la pelea, y todo el ejército de Kadir estaba muerto. —¿Qué? ¿Quién lo ayudó? Dime, ¿quién le ayudó? La mujer le mirò con ojos enormes. —¡Bákala!
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