CAPÍTULO 9. EMILIANO FERRER. NI EN ESTA VIDA, NI EN LA OTRA. Salgo de casa de mis padres, camino a mi casa que queda al otro extremo de la ciudad, ya ansioso por llegar, necesito descansar. Fue un día con mucho movimiento aunque tengo la ayuda de mi adorada asistente. Estar entre papeles es agotador, pero bien vale la pena. Una empresa próspera y puedo darme algunos gustos. _—¡Oh por Dios!, olvide comentarle a mis padres de la invitación, se me pasó por alto. Aunque estoy más seguro de que a él le enviaron una a su correo, al igual que todos los accionistas de la empresa. Digo en voz alta. Sigo pendiente en la carretera. La ciudad de Roma a esta hora sigue siendo un caos, autos van, otros vienen, la gente camina apurada queriendo llegar a su destino, son pasadas las ocho de la noche