CAPÍTULO 8. ARTHUR FERRER. NO, POR MUCHO TIEMPO. Quedó totalmente ensimismado con la noticia que acaba de soltar Emiliano. ¿Cómo es posible? En un instante se me esfumó la emoción de saber que había encontrado a la mujer correcta, la que le conviene a él a nosotros. ¿Cómo puede hacer semejante estupidez? Su asistente ¡No puede ser! Reacciono, carraspeo, trago saliva; siento cómo baja el nudo de mi garganta. —Eh… nuevamente felicidades, hijo, solo debes avisar que cuando la traes organizaremos la bienvenida, hacerle un recibimiento como se debe, como tu novia. — Concuerdo con tu padre, debe ser una mujer muy hermosa, para que hable de esa manera de ella. Cuenta con nosotros, puedes traerla cuando quieras. Será bienvenida. No sé si Orieta se dio cuenta o no, pero me sigue el hilo. —