KATRINA
La estancia en el club, fue un tanto reveladora para todas nosotras, quienes no teníamos idea alguna de lo que estos hombres en realidad eran. Por supuesto que la única que si lo hacía era Emily. Las chicas y yo tratamos de divertirnos una vez que nos encontramos en el privado y aunque yo si lo logre, mi mente seguía pensando en lo sucedido.
Más tarde, cada una salió hacia diferentes direcciones, obviamente quiero pasar la noche con Elliot; sin embargo, no sé si él desee lo mismo que yo, la verdad es que me confunde demasiado; algunas ocasiones parece no querer alejarse de mí, en cambio, en otras parece no querer tenerme cerca, como ahora. Trato de no darle ninguna importancia y estoy fingiendo estar alegre, porque seguramente me llevará a cualquier sitio menos a su casa, así que, no sé si hablar sobre lo que quiero o mejor dejarlo por la paz. Lo que jamás consideré, es todo lo que estaba por escuchar.
De pronto, bajo el volumen de la música y freno de golpe; ¿me va a dejar aquí, en medio de la nada?, fruncí el ceño y me encontraba por preguntar qué es lo que le sucedía cuando comenzó a hablar.
—Solo voy a decirte esto una sola vez —, anunció palabra por palabra— no lo voy a repetir, no quiero preguntas al respecto y tampoco pienso hablar más de ello. Te llevaré a mi casa, donde al llegar, lo primero que harás será quitarte absolutamente todo lo que traes puesto —pero… pero… quería preguntar, sin embargo, me advirtió que no hiciera ninguna jodida pregunta; ¿quizá se le zafó un tornillo? O tal vez la loca sea yo, no pude disimular una leve y pícara sonrisa, además de que terminé mordiendo mi labio inferior, entonces continuó hablando— enseguida, subirás a mi habitación, que ya te indicaré cuál es, una vez nos encontremos ahí y me esperarás sentada sobre la orilla de la cama, sin absolutamente nada puesto, con las piernas abiertas de par en par, ¿comprendiste? —asentí, ¿pues qué más podía hacer?, si no se me permitía hablar.
Con cada palabra que salió de su boca, me quedé con el ojo cuadrado y sin saber siquiera qué decir; sin embargo, genero algo en mi interior que fue bastante difícil de controlar. Mi centro se humedeció en demasía, mientras que con mis piernas, trate de juntarlas lo más posible para hacerlas frotar y calmar un poco ese cosquilleo que me genero al escucharlo.
Durante todo el trayecto no deje de pensar en cada una de sus palabras, ¿será un dominante o algo por el estilo?, jamás he estado con ningún hombre de ese tipo y la verdad es que me da mucha curiosidad saber cómo es que se manejan, pero… ¿Y si no me gusta?, no sabré como detenerlo, ¿y si me golpea?, que siento es lo más grave que me puede pasar, ¡ay Dios!, ¿en qué me vine a meter?, ¿tendré que llamarlo amo o algo similar?, mi cabeza daba vueltas sin obtener ningún tipo de respuesta. Sin embargo, no tenía nada que ver con lo que me encontraba pensando.
En cuanto cruzamos el portón y Elliot detuvo el auto, mi corazón empezó a latir demasiado rápido ante la incertidumbre de lo desconocido, pero me moría de ganas por saber lo que seguiría, una vez, cruzara la puerta de la casa; que en realidad, se trataba de una enorme mansión, con hermosos jardines, al igual que donde supongo, se encuentran cada una de las chicas ahora mismo, estos hombres deben nadar en dinero.
Elliot siguió comportándose como todo un caballero, me abrió la puerta del auto y también me ayudo a salir, aunque su mirada llena de lujuria me dejaba más en claro, lo que se hallaba pensando. También me obligo prácticamente a caminar delante de él, por ende moví mis caderas con aún más ahínco, seguí el camino que me señalo hasta que, finalmente, llegue a la puerta de entrada. Para este punto supongo que las mariposas en mi estómago ya se encontraban bien muertas, así que lo espere para que me abriera y poder entrar para hacer lo que me había explicado en el auto.
Con toda la maldita calma del mundo, abrió la jodida puerta; yo, en cambio, moría de ganas por ya entrar. En cuanto puse un pie dentro en lo último que pensé fue en cómo se miraba todo por dentro, lo que yo quería era saber qué es lo que seguía a continuación.
Me explico la habitación a la que debía de entrar, con la poca paciencia y cordura que en este momento tenía, trate de prestarle atención y en cuanto terminó de hablar, pues yo empecé a quitarme cada una de las prendas que en ese preciso momento, ya estaban de más. Elliot observó con atención como cada una de ellas iba cayendo al piso, cuando me quite el sostén me miro las tetas, ¿Por qué no me toca?, esperaba que por lo menos hiciera eso; sin embargo, nada de eso sucedió, después siguió el tanga, que una vez, se encontró en ese lujoso suelo, sin dudar su mirada se dirigió a mi entrepierna. Obviamente, me di cuenta como se formaba la campaña en su pantalón, que ya me encontraba con muchas ansias de ver y comprobar lo que en ese momento pasaba por mi mente.
Me di la vuelta y moví el culo como ya lo había hecho con anterioridad, sentí sus ojos en mí hasta que supongo me perdió de vista, entre a la habitación que, según yo, logre entender y lo espere tal y como me lo pidió.
Por supuesto que mi centro ya chorreaba, mis pezones se hallaban erectos debido al ligero cambio de clima y mi piel se encontraba erizada; así que si venía dispuesto a follarme, con demasiado gusto yo lo recibiré.
Escuche sus pasos subiendo la escalera, eche mi cabello hacia atrás y me quede esperando a que entrara en la habitación. Al parecer se había cambiado de ropa, puesto que solo vestía con un pantalón diferente y en la parte de arriba no traía nada.
¡Madre Santísima!, este hombre de verdad que está divino, me lo quiero comer ahora mismo; esos músculos bien formados, quiero tocarlos ya. Lo miré de arriba abajo mientras caminaba delante de mí, sin siquiera voltearme a ver; tomo algo del mueble al que se acercó, no pude identificar que era así que esperé, yo no deje de seguir sus movimientos en ningún momento, hasta que finalmente se detuvo frente a mí, con una sonrisa lobuna, la mirada llena de lujuria y entonces sí, la magia empezó.