El infierno no es un mal lugar si te gusta jugar con fuego.

2473 Words
Siempre he sido una mujer que no le teme a las amenazas que la vida me ha dado. Desde muy pequeña he tenido mi mente puesta en los objetivos que quiero lograr y por los cuales lucho constantemente. No me importa caer mil veces, siempre vuelvo a subir. Incluso cuando todos me querían intimidar por ser la única mujer en mi posgrado de codificación. Les enseñe a todos que no les temía al graduarme con la mejor nota de la clase. Como decía mi madre: El miedo me tiene miedo a mí, yo no a él.  Pero vaya que se había equivocado, porque justo ahora tengo enfrente a la única persona que puede hacer mi vida imposible, y justo esta persona me ha dado la bienvenida a mi propio infierno. Tengo que admitirlo, siento algo que jamás había sentido, ganas de correr lo más lejos de aquí.  Respiro profundo y me aparto de su cercanía pues su cara aún sigue a centímetros de mi mejilla. Lo miro de vuelta y me sonríe. Una sonrisa de lado que lo hace ver amenazante y poderoso, pasa una mano por su cabello n***o y  ondulado y lo acomoda lejos de sus ojos. Trago en seco y me acaloro de rabia, y sin ningún disimulo me limpio la mano que me acaba de soltar en la falda.  Se la clase de persona que es él. Es el típico CEO que le gusta jugar con la cabeza de sus nuevos empleados para ponerlos a prueba y ver si se quiebran, pero sé que soy más fuerte que eso, y pretendo demostrarlo. Claro que no estoy en la posición de dar pelea así que lo único que puedo hacer es ignorarlo. Al final de todo, sé que merezco esta clase de trato de él después de nuestro primer encuentro. Necesito salir de aquí.   ― ¿Podría utilizar tu baño? ― Pregunto sin dejar de mirarlo. Cuando finalmente mi voz decide regresar. Andrew detrás de mí es totalmente ajeno a nuestra competencia de miradas  y el sudor que se empieza a acumular en la parte de atrás de mi cuello y espalda.   ―¿Para qué necesitas ir? Acabas de ir apenas hace unos minutos.  ― Afirma con un tono casual que no coincide con el comentario pasivo agresivo que acaba de decir. ¿Acaba de confesar que me estaba observando por las cámaras antes de subir?  ― ¿Y como usted sabe eso? ― preguntó indignada dando un paso hacia atrás y quedando a la par de Andrew . Si él no me quería excusar para ir al baño al menos lo haría sentir incómodo para dejar la conversación.   ―¿No es lo que todo el mundo hace antes de ver al dueño de la compañía en donde trabajan? ― Responde dándose la vuelta. Toma un bolígrafo de su escritorio y luego se traslada elegantemente hacia su silla detrás de este.  Andrew por fin decide rescatarme y nos saca del incómodo silencio―Es derecho al final del pasillo, la puerta de la izquierda.  ― Me apunta con la mano abierta y me dirijo hacia allá sin mirar a ninguno.  Por fin me doy la oportunidad de ver su oficina.  Todo en el es n***o y color oro. Los sofás, la mesa y la alfombra. Incluso la pintura abstracta en la pared, es de lo que parece ser una gran mancha negra con gris y pedazos de oro aquí y allá. Tiene una enorme ventana de techo a piso y  al final hay una pared de madera negra donde un bar cubre toda la pared y que sorprendentemente hace el lugar menos funebre. Apresuro el paso y llego a un pequeño pasillo donde hay dos puertas. Entro en la izquierda y me subo la falda. El baño es igual a cualquier otro, bueno, a cualquier otro de gente millonaria, Un inodoro elegante, decoración  en las paredes en blanco y n***o y dos lavamanos de granito n***o con sensor de movimiento. Lo que me sorprende es la falta de espejos. ¿Cómo se supone que señor perfección practica su mirada que hace llorar a los niños? ¿o cómo mantenía su pelo ondulado en su lugar? Seguro miles de mujeres le dicen lo perfecto que se ve múltiples veces al día y con eso le es suficiente. No sería muy difícil de creer viniendo de él. Me lavo las manos luego de hacer pis, aunque no tenía ganas me obligue para hacer tiempo y salgo en silencio. Doy dos pasos y me detengo, desde donde estoy se que no me pueden ver pero aun asi los puedo escuchar hablar muy bajito.  ―Dijiste que serias bueno con ella, lo prometiste Maxon ― Escucho decir a mi jefe obviamente apenado por la “bienvenida”. Escucho reír a Maxon y se me eriza todo el cuerpo, vaya imbécil  ―No, jamás lo prometí, dije que lo intentaría pero ella no me ha ayudado, me lanzó café caliente en una camisa de 500 dólares y luego...  ―   ―Luego nada, es una niña así que deja de hacerla sentir incómoda, vamos a darle la bienvenida de una buena manera. Además, ¿desde cuándo compras tu propio café? ― Interrumpe Andrew y jamás me sentí tan feliz de tener un jefe como él, sin miedo a interrumpirlo pero también  estoy molesta con él, ¿Cómo se le ocurre llamarme niña?  Obviamente son amigos muy cercanos porque otro no le hablaría así a su jefe.  > Me reprende mi subconsciente.  Bufo al pensamiento.  ―Exacto, es solo una niña, ¿recuérdame otra vez por que la contratamos? ― escucho como se empieza a mover en mi dirección así que decido dar dos pasos atrás y hacer como si estuviese saliendo del baño pero en cambio lo escucho abriendo una botella de licor.  ―La contratamos exactamente por eso. Porque es joven, tiene un excelente currículum, sus proyectos anteriores son excepcionales y porque yo lo decidí así, sabes que es mi decisión quien trabaja en mi equipo y nunca he fallado con eso. ― Finaliza Andrew ya cansado del tema. No hablan más así que tomo la manilla de la puerta del baño y la cierro un poco fuerte para que lo escuchen y camino hacia ellos. Ahora ambos están parados cerca de los sofás con una bebida en sus manos. Le sonrio a Andrew e ignoro totalmente al Sr. Knox que me observa como si quisiera matarme y luego comerme, o tal vez solo lo último.  Me paro en frente de Maxon y tratando de exhalar primero mi odio hacia él, le digo lo mas sincero que puedo. ― De verdad un placer conocerlo Sr. Knox. Es un honor trabajar en su empresa, le aseguro que no se arrepentirán de tenerme aquí.― Los miro a los dos.― Ahora, si me disculpan, tengo un montón de trabajo con el que ponerme al día. ― Bajo mi cabeza en forma de despedida y me voy sin esperar que ninguno de los dos diga algo. Bajo con las manos  temblando por lo que acabo de escuchar. Mi jefe Andrew es el mejor, él me había elegido personalmente y me tenía muchísima fe, lo cual de cierta manera me pone aún más nerviosa. Él me eligió y si le fallo él quedará mal en frente de Maxon. Tengo que trabajar lo más duro posible y enseñarle que mi jefe no se equivocó conmigo y que mi currículum  es solo una pequeña ventana de lo que soy capaz de hacer.  Tal vez Maxon convertirá mis días en mi infierno personal como me advirtió, pero lo que él no sabe es que el infierno no es un mal lugar si te gusta jugar con fuego.  Luego de lo que se sienten mil horas de lectura sobre nuestros próximos proyectos, es tiempo de ir a casa. Tomo mi cartera y voy al baño una vez más. Espero junto al elevador. Presiono el botón unas mil veces más como si esto lo fuese a hacer venir más rápido.  Jesse llega hasta mi lado viéndose agotada.  ― ¿Día largo?―  Le sonrio y me sonríe de vuelta. Su maquillaje está un poco corrido en los lados, por lo que se nota que  se le olvido que lo cargaba y restregó sus manos por sus ojos. También cambió sus tacones altos por zapatillas negras cerradas, cosa que haría desde hoy en adelante porque los míos están  matandome.  ― Muy. No he podido dormir bien últimamente, mi estúpida compañera de habitación se la pasa metiendo chicos a la casa cada noche, y ese no es el problema, el problema es que ella es una de las que gritan, si sabes a qué me refiero. ― Sube y baja las cejas en forma sugiriente.  Me rio automáticamente y me disculpo. ― No, tranquila, no te disculpes, sé que es una situación ridícula. Solo necesito mudarme de apartamento inmediatamente, solo que necesito conseguir a alguien primero porque no puedo costear uno sola. ―  Suspira pesadamente y se me ilumina el foco. ― No lo creerás pero yo ando buscando una compañera de cuarto!― Mentira, yo no ando buscando una compañera de cuarto, puedo pagar un pequeño estudio para mi sola, pero jamás he tenido una compañera de cuarto. Toda mi vida había vivido con mis padres en New Jersey e incluso cuando estuve en la universidad viajaba a casa cada día. Esta es la oportunidad de saber que me había perdido y de salir de mi zona de confort. ― ¿De verdad?¿Dónde estás ahora? ― Estoy viviendo con mis padres en NJ. Por eso necesito hacerlo lo antes posible. Si es la semana siguiente muchisimo mejor―  Explico y llevo mis manos alrededor de mi cuello como un gesto de ser asfixiada con lo cual ella ríe. El elevador finalmente llega y está abarrotado de gente, nos adentramos de la mejor manera que podemos y bajamos en silencio.   Salimos del elevador a paso apresurado y Jesse me dice:―Si me das tiempo al menos para final de mes puedo ser tu compañera, necesito decirle a la idiota que me voy y que consiga otra persona que no le importen sus gritos. ― ― Claro, empezare a buscar uno de dos habitaciones por aquí cerca para el próximo mes―  Sonrio. La idea de tener una compañera me suena cada vez mejor y no me importa si acabo de conocer a Jesse y resulta ser una persona terrible en el futuro, al menos lo habré intentado. ― Vale, perfecto! Solo nada lujoso, ¿si? no creo que mi salario me alcance. ― ― Nada lujoso es mi tipo, así que estamos bien― Subo mi pulgar.  Ella sonríe complacida y se despide con dos besos. luego se va casi corriendo. Seguramente tiene un tren al cual llegar. Lo que me recuerda que yo tengo uno que no puedo perder para NJ. Paso los torniquetes de seguridad y empiezo a revisar mi teléfono para chequear el horario del tren, salgo por la puerta giratoria y bajó las escaleras del edificio sin ver muy bien a dónde me dirijo.  Subo la mirada  y me detengo en el medio para saber si tengo que tomar derecha o izquierda y luego recuerdo que tengo que tomar derecha. Me volteo mirando el teléfono nuevamente y sin saber cómo, porque justo había chequeado para ese lado, me choco contra un cuerpo mucho más grande que el mío. El impacto me envía de culo al piso junto al vaso lleno de whisky que esa persona llevaba. El vaso termina estallando justo en medio de mis piernas, empapando todo mi cuerpo con el líquido, desde los pies hasta parte de mi pelo. ― Oh.Dios. Lo siento tanto. No te he visto―  bufa la voz masculina. Subo la mirada y Maxon me sonríe desde arriba con la mano aun en el aire como si aún estuviera sosteniendo su vaso de cristal.   Le doy mi mejor mirada de odio desde abajo. ― Al menos agradece que mi bebida era fría― Me mira toda la ropa y por un segundo pienso que va a sonreír por su triunfo de verme mojada y en el piso pero en cambio sus ojos demuestran otra cosa que no se ubicar. Me ofrece su mano, bufo sonoramente y la rechazo; No sería una sorpresa que me sostuviera solo para dejarme caer nuevamente sobre los vidrios rotos.  Sin decir más nada, me observa una última vez y se da la vuelta en dirección a la calle en donde se sube a una camioneta negra blindada. Me quedo en el piso observando como su chófer cierra la puerta y se mueve hacia el lado del piloto. Con las mejillas roja de la rabia me volteo para asegurarme que nadie más me vio caer de culo. Me levanto del piso lo más digna posible pero fallando en el intento ya que tengo que evitar pisar o poner mis manos sobre el vidrio roto. Una persona sale corriendo del edificio y pienso que me va a preguntar si estoy bien pero no, solo limpia los cristales rotos con un pequeño cepillo y pala. Observo mi ropa y veo que mi falda y camisa están llenas de whiskey y el olor es sorprendentemente fuerte. !j***r, que primer dia tan de mierda! Miro hacia el cielo y suspiro.  Brinco de mi sitio cuando una voz grita desde un auto. ― Espero que haya disfrutado su primer día, señorita Miller. No puedo esperar para trabajar con usted. Por cierto puedo ver todo a través de su camisa, tal vez quiera cambiarse antes de ir a casa, no la creo usted una exhibicionista ―. No había notado que su carro seguía ahí. Maxon sonríe de medio lado y me enseña su nuevo vaso con whisky, moviendolo lado a lado haciendo tintinear el hielo. Me sonrojo y  coloco mis manos alrededor de mis pechos enseguida. Me observa por última vez y sube el vidrio. Dos segundos más tarde su carro ya no está ahí. Bajo mi vista hasta mis pechos donde se ve claramente mi sostén blanco y mis pezones erizados por la bebida fría.  ¿Cuáles eran las probabilidades de toparnos dos veces en un mismo día? Lo sé, NINGUNA! Esto de verdad es un juego para él, ¡que completo imbécil! Respiro profundo y empiezo a caminar al tren, haciendo el esfuerzo de ignorar a la gente que me ve mal por mi ropa mojada y el olor a licor que emana de mi.  Oh, Maxon. Si guerra es lo que quieres  entonces guerra tendrás. Prepárate que si tú  eres un león, yo soy una hiena disfrazada de bambi. Te enseñaré como  puedo ser un demonio en mi propio infierno.
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