A veces un café puede salirte muy caro.
¿Qué tan caro?
Tal vez el precio de tu vida.
Solo se necesita un pequeño error en tu mañana para determinar cómo será el resto del día. Mi error ocurrió a las siete de la mañana, al posponer mi alarma una vez más. Al hacerlo sabía que la acción me costaría caro, sabía que llegaría tarde, pero eso no me privó de seguir mi patrón desviado y querer comprar un café antes de entrar a trabajar.
―Son $5.50. Efectivo o tarjeta. ―. Pregunta el chico detrás de la caja registradora en la tienda de café. Apurada, le doy mi tarjeta y chequeo por décima vez mi reloj. Definitivamente voy a llegar tarde, y es mi primer día… ¡Que buena primera impresión, Ava! me reprendo mentalmente.
Apenas llaman mi nombre, tomo el vaso de café, me coloco los lentes de sol y camino apurada chequeando mi teléfono por tercera vez por algún email. No hay nada, claramente aún es muy temprano y estoy siendo paranoica. Subo mi mirada y jadeo cuando me doy cuenta que es muy tarde para frenarme. Mi café, mi caliente y cremoso café, el cual no había probado aún, ahora está en la camisa de un ejecutivo.
―Oh mi dios, lo siento tanto. ― Digo sin subir la mirada y agradeciendo tener mis lentes de sol puestos. Mi cara de vergüenza jamás le ganará a la cara de odio que posiblemente tiene. Al final de todo, son las 8 de la mañana para todo el mundo.
―Está bien, Eric. Solo enviamelo al correo y lo reviso en un minuto.―Me dice pero no logro entenderlo así esta vez subo mi mirada y ahí es cuando noto que está hablando por teléfono.
Lo primero que pienso es, j***r, Que persona tan fría. No expresa nada, ni siquiera cuando alguien lanza café caliente sobre él, y lo segundo que pienso es:
Santa mierda. Es él.
Dejo de respirar.
El cuelga su teléfono y observa su chaqueta y parte de su camisa bañada en mi café, todo sin mirarme. Luego hace algo que no esperaba, simplemente camina de largo. Ni siquiera se preocupa en tratar conmigo, como si solo fuera una mosca en su mañana. Como no tengo tiempo para seguirlo y disculparme de nuevo, sigo mi camino hacia la puerta del lugar, corro a la calle para crear suficiente distancia y respiro de nuevo. Le doy un sorbo a lo poco que queda de mi café y lo echo a la basura rezando para que "él" me haya ignorado lo suficiente como para no haber visto mi cara.
Las calles de Nueva York vibran con el frenesí de los carros. Las personas corren por la calle cruzando de un lado a otro, y claramente yo soy una de ellas. Observo el rascacielo que tengo en frente y apresuro el paso. Hoy es mi primer día en NewKnox, inc . Había aplicado a esta compañía con la esperanza de conseguir una buena posición y por fin salir de la casa de mis padres. Es la mejor compañía tecnológica y marketing y sería un sueño trabajar aquí. Había tenido buenas posiciones de empleo en New Jersey pero quería mudarme finalmente a la gran manzana.
Estoy muy nerviosa, no lo puedo negar. En una empresa tan grande seré como una hormiga más, así que tengo que luchar para destacar sobre las demás hormigas, porque aunque obtuve una posición muy buena como jefa junior de diseño y marketing, sé que muchos quieren mi posición y no dudaran en dar pelea.
Algo que había aprendido en mi antiguo trabajo era que la vida es una carrera y si no la corres alguien más ganará, y yo quiero la medalla de oro así que tengo que correr más rápido que todo el mundo.
Entro en el gran lobby del edificio donde me piden mi identificación y automáticamente me dan mi nueva ID que usaré desde hoy en adelante en la entrada. El lobby tiene grandes arreglos de flores a los lados y me maravillo de lo rico que huele todo el lugar, tambien observo como todo este piso esta decorado con tonalidades de dorado y n***o y no puedo evitar preguntarme si el decoró este piso. Le digo gracias a la chica y me dirijo a los ascensores donde un centenar de otros trabajadores esperan impacientes.
Chequeo mi atuendo por última vez antes de subir al ascensor, notando que solo una pequeña marca del café adorna mi manga, pero no le doy importancia. Me siento confiada con lo que traigo puesto, una falda negra tipo lápiz muy sencilla, tacones negros y una blusa manga larga para protegerme del frio de abril. La primavera aún sigue golpeando y muchas veces el viento frío del océano logra resfriarme. Me veo bien, me veo profesional, doblo la cabeza hacia los lados tratando de relajarme un poco.
Estoy bien, todo está bien.
Mis pensamientos vuelven a él.
Mi barriga se contorsiona con solo imaginar su cara de hace rato. Lo odiaba por todos los desplantes que le había hecho a Jaxon mientras creciamos, lo único que él quería era el amor de su hermano mayor, ya que no lo tuvo de su mamá biológica, y también por romperle el corazón a mamá y papá. Jaxon ya no lo buscaba desde los quince años cuando se dio cuenta que los correos y llamadas eran totalmente ignorados. Mi hermano tampoco habla sobre su madre biológica, la primera esposa de papá, y la verdad lo entiendo, con una mamá como la mía para qué necesitas otra.
Había pensado una y otra vez cómo sería verlo de nuevo. Sabía de quién es esta empresa cuando estaba aplicando, además que mi padre no para de hablar sobre él y lo mucho que la empresa creció en tan pocos años.
No era una sorpresa que en algún momento lo vería caminando en el lobby o en alguna reunión. Cuando apliqué estaba muy segura que él no me iba a reconocer ya que tenemos más de 15 años sin vernos.Él no me recuerda, estoy segura. Mi yo de nueve años no se parece en nada a mi yo de ahora. He cambiado demasiado con los años y los cachetes grandes que antes me caracterizaban en la juventud poco a poco se fueron con la pubertad, y estos últimos años he perdido el poco peso que había ganado durante la universidad.
Estoy en mi mejor momento y los hombres pueden olerlo, se sienten atraídos a mi como abejas a la miel, pero no estoy interesada en ninguno. Lo único importante para mi es mi carrera. Ser exitosa. Solo espero que ese café de 5 dólares no me cueste mi trabajo.
"Tal vez mi pelo me cubrió lo suficiente de mi cara para que no me reconozca como la chica del café, y los lentes me tapaban la cara, ¿no?", pienso, pero sé que me estoy mintiendo a mi misma.
El ascensor por fin llega y subo junto a un mar de personas; feliz de empezar finalmente la jornada, hago una nota mental para llamar a Jaxon, que actualmente vive en California, para contarle que tengo un nuevo trabajo. Mis padres aun no lo saben y ni yo misma me lo creo. Tampoco tengo pensado decirles que trabajo aquí, ni siquiera a Jaxon. Tal vez es un secreto que me lleve a la tumba.
Quedo apretada en la parte de atrás y siento que me asfixio, pero justo cuando las puertas se empiezan a cerrar alguien entra, e inmediatamente todas las personas deciden salir de la caja metálica como si fueran obligadas por una fuerza superior. Me quedo estática sin entender, solo quedamos este hombre que me da la espalda y yo. Él ni siquiera espera que salga, presiona el botón del último piso y se voltea para mirarme.
Dejo de respirar por segunda vez en esta mañana,
>
El olor de café proveniente de su camisa me golpea pero también lo hace su perfume.
Bajo la mirada apenada, colocando la mayor cantidad de cabello en frente de mis ojos para que no me reconozca de antes.
―¿Qué piso? ― Ladra seco. Seguramente parecía una loca con el pelo en la cara. Ahora entendía porque todos habían salido. Tal vez pensaba que era una idiota que se habia quedado adentro solo para joderle la paciencia. ― Entonces, ¿sabes a qué piso vas?
Voltea de nuevo hacia mi y recuerdo cómo hablar. ― Disculpa, si. Piso 45. Es mi primer día aquí― me excuso sin ninguna razón y vuelvo a mirarlo, ¿por qué carajos le estoy dando explicaciones? No puedo evitar detallarlo. Ahora él es mucho más alto y musculoso de cuando era un adolescente. El traje se le ajusta en todas las partes que deben ajustarse y su espalda y brazos se ven ejercitadas de una forma exquisita. El pelo lo tiene un poco largo en la parte de atrás e inconscientemente me pregunto cómo se sentirá tenerlo en mi mano mientras lo jalo. Me sonrojo con el pensamiento.
―Claramente lo eres― murmura escueto y lo vuelvo a odiar. El rubor que había tenido hace un momento se me baja de inmediato, ambos mantenemos nuestras miradas hacia las puertas cerradas y ninguno dice nada por los próximos 40 pisos.
Ahora el elevador se siente cargado con la energía pesada que él irradia. Tengo miedo incluso de respirar. Gracias a dios mi piso viene primero, el de él es el último de la torre.
Las puertas se abren y me muevo detrás de él, rozandole el brazo intencionalmente para molestarlo y en el proceso su olor se pega a mi. Huele a algo ahumado y maderoso, como peligro y deseo, como aventura y castigo. No sé cómo explicarlo pero cualquier chica con dos dedos de frente sabría que si alguien huele así significa una sola cosa >.
Justo antes de salir completamente me paro y sin pensarlo me volteo a enfrentarlo y suelto:
―No volveré a ser una intrusa en tu elevador, así que no te encojones. ― Sus ojos se abren de sorpresa al instante. Le sonrió con los labios cerrados y me despedí con una reverencia un poco exagerada. Las puertas se cierran y respiro de nuevo. j***r.
¿Por qué carajos hice eso?
¡Es mi primer día y sin duda me despedirán por lo que acabo de decir!
Él obviamente no me reconoce y aun así si lo hiciera no cambiaría nada. Hablarle mal a un compañero de trabajo está muy mal, pero hablarle con actitud al CEO de la compañía significaba una patada en el culo automáticamente. El sudor me empieza a correr por la espalda a chorros y casi siento que me desmayare en cualquier momento.
Camino con el corazón en la garganta hasta la recepción del piso, donde una chica con cabello corto y rubio, que luce de mi edad, me saluda con una sonrisa. ― Hola, debes ser Ava Miller, ¿verdad? Nuestra nueva jefa de marketing y diseño.
―Si, esa soy yo. ― le sonrío de vuelta. Extiendo mi mano y ella la toma con un fuerte apretón.
―Jesse, un gusto conocerte. Acompáñame, te mostraré tu oficina.― Jesse se traslada hasta quedar enfrente de mí y la sigo por varios pasillos. El piso es hermoso. Nada parecido con el gris y oscuro lugar donde trabajaba anteriormente. En este la tecnología está en todas partes. Grandes pantallas táctiles en cada pared promocionan los nuevos productos y servicios que se lanzarán este año. Dejando a un lado mi inicio de mañana, me siento nuevamente emocionada por estar aquí y cuando Jesse me muestra mi oficina no puedo evitar soltar un pequeño chillido de triunfo.
Mi oficina no tiene una ventana de techo a piso como había sonado, pero si tiene una ventana lo bastante grande como para poder ver parte de la ciudad; y aunque la vista se me bloquea un poco por el edificio de enfrente, si saco la cabeza lo suficiente puedo ver el río Hudson.
Me volteo hacia Jesse. ―Muchas gracias de verdad.
Esta me sonríe de vuelta―No me agradezca, no he sido yo la que te ha dado esta posición. Tu solita te lo has ganado. Avísame si necesitas cualquier cosa. El señor Johnson va a estar aquí en un minuto.― Veo como se retira cerrando la puerta tras de ella y yo vuelvo a soñar despierta. La oficina no es muy grande, apenas cabe mi escritorio, mi silla y dos sillas de cuero, pero es suficiente.
Apenas tengo 25 años y siento que lo he logrado. Me gradué de la universidad de Columbia a los 20 cuando lo normal era a los 22 y había hecho tres posgrados a tiempo record, en programación, diseño y manejo de empresa mientras trabajaba en mi antigua compañía. Mi resumen era poderoso, y Jesse tenía razón. Estoy aquí por mi esfuerzo, pero aun así se siente como un sueño.
Prendo el monitor y decido empezar el día haciendo una lista de lo que tengo que hacer esta semana. Lo primero sería conseguir un apartamento en la ciudad. Esta primera semana viajaré diariamente entre New Jersey hasta aquí, pero no puedo hacerlo por mucho más que eso. Viajar una hora y 20 minutos de ida y luego de vuelta me envejecerán 10 años.
Segundo, me pondré al tanto de todo lo que está pasando en la compañía. Hice mi mayor esfuerzo en buscar por mi cuenta pero no tuve mucho éxito. Espero que mi jefe pueda ayudarme con las preguntas que tengo, aparte de la descripción del trabajo aún no conozco quienes son mi equipo de trabajo.
Empiezo a revisar los papeles sobre mi escritorio y confirmo que son proyectos ya aceptados por el último ocupante de mi cargo.
―Buenos días, señorita Miller. Bienvenida― Saluda un hombre que está en sus 30s esperando en mi puerta. Es muy alto, tiene los ojos marrones y una piel oscura. Es precioso y no puedo ignorar el hecho de que todas las personas aquí son casi modelos de revista. Tal vez él tiene más edad de la que yo le calculo pero con su color de piel me es difícil adivinar. Me sonríe y automáticamente me siento cómoda con él.
O tal vez atraída sería una mejor manera de describirlo... pero acostarme con un jefe está fuera de mis limites, jamas haría eso, perjudicaria toda mi carrera si hiciera algo así.
―Me presento, soy Andrew Jhonson. Soy Vicepresidente de marketing e ingeniería. Ahora serás mi mano derecha y tu equipo trabajará a la par con el mío. Espero que nuestra empresa sea siempre de tu agrado y que podamos trabajar cómodamente. Quiero decirte que yo personalmente te contraté luego que nuestro antiguo jefe de diseño se mudó del país. Quedé impresionado con tu curriculum y con las empresas con las que trabajaste en tus tantas pasantías. El presidente y yo buscábamos alguien como tú para este puesto. Tienes la energía de la nueva generación y el talento que necesitamos para este puesto. Bienvenida a bordo.
Tiende su mano y me sonrojo. Creo que ni siquiera mis padres, que son mis más grandes fans, habían hablado así de bien de mi, ni con tanta esperanza. Estrecho su mano de vuelta y ambos nos detallamos sutilmente. Aparto mi mano y la mirada cuando él nota mi rubor. Normalmente no me sonrojo pero no todos los días conoces al vicepresidente de una de las empresas más grandes del mundo.
―En un momento te enviare un correo con todas las tareas del día, y luego, más tarde, tal vez en una hora, quiero que subamos para que conozcas al presidente. Ya le hablé de tu llegada hace un par de semanas pero no es muy conocido por sus recibimientos―. Ríe como si fuera una broma interna que debo entender y sonrió con labios apretados..
Las manos me empiezan a sudar frío de nuevo.
―En realidad ya tuve el placer de conocerlo. ―Escupo sin pensar― Fue la primera persona que vi al llegar a la compañía.― No estoy mintiendo, ¿verdad? Al fin y al cabo si habíamos tenido una pequeña charla. Si es que eso se le podía llamar, omitiendo la parte de café.
―¿De verdad? ¡Estupendo entonces! Dejaré que te acomodes y cualquier pregunta estoy en la línea número uno. Solo marca y hablarás con mi secretaria. ― Asiento en forma de despedida y él sale de mi pequeño espacio.
Pensar en que lo tengo que ver pronto me causa picazón en el cuello. No entiendo porque me siento así, como si fuera pequeña de nuevo. Omitiendo que lo llame encojonado, yo jamás había temido a ningún jefe en el pasado y por eso me querían, porque nunca he tenido miedo de hablar con lo que realmente pienso. Tal vez el hecho de que él conozca a todo mi familia y que fuese el hermano mayor de mi hermano mayor cambia las cosas.
El podía destruir mi futuro con solo una palabra suya.
El resto de la mañana pasa sin eventualidad. Conozco a mis compañeros y hablo con ellos por un rato intentando conocerlos y poniéndome al día. No estoy segura de que se sientan felices sobre que su nueva jefa es más joven que ellos, pero esto no me intimida. Hugo es uno de los diseñadores de aplicaciones. Cabello n***o y nariz perfilada, que automaticamente me comenta sobre lo que hara apenas llege el verano y sobre como lo pasara en su casa de los Hamptons. No estoy segura si me mal o muy mal pero estoy segura que el tiempo me lo dirá. Luego está Liss, está en sus 30 y parace ser dulce, tiene un tatuaje visible en el cuello que le hace contraste a su vestimenta de oficina; y por último Vanessa que tiene dos hijas, las cuales al cabo de quince minutos he conocido gracias a las mil fotos que me muestra de ellas.
Vuelvo a mi oficina saturada de toda la información que he recibido acerca de cada uno y justo mi teléfono de escritorio suena. Lo descuelgo.
―Señorita Miller, El Sr Jhonson quiere que lo encuentre en el piso 50 para introducirla al Sr. Knox. La espera arriba en 5 minutos.― Me informan y sin dejarme un segundo para protestar cuelga.
Tomo esos cinco minutos para correr al baño y quitarme las ganas de hacer pis creado por mi nerviosismo. Me chequeo una última vez en el espejo y salgo sudando .
Me subo al elevador y marco el piso mientras limpio mis manos llenas de sudor en la falda. Lo había visto no una sino dos veces en mi primer dia y ninguna había sido buena. Respiro profundamente una última vez antes de salir del elevador, y me encuentro enseguida con mi jefe que habla con una mujer a su lado. Este piso tiene tres oficinas separadas con puertas de vidrio ahumadas que no permiten ver hacia adentro pero que permite recibir toda la luz solar. Se siente cálido y elegante.
―Lista para conocer al gran jefe― Me pregunta sonriendo. Asiento nerviosa y trato de calmarme repitiendo mentalmente que él no sabe quién soy.
―Claro. ― Afirmo y mi jefe toca la puerta donde se lee New Knox Presidente.
La voz de adentro nos dice que pasemos y no recuerdo cuándo fue la última vez que me había sentido tan nerviosa. Toda la situación es ridícula.
Mi jefe abre la puerta y lo veo parado al lado de su escritorio escribiendo en su teléfono. Nuestras miradas se conectan automáticamente, y se me olvida como caminar. Gracias a Andrew, logro dar un paso hacia al frente sin caerme y mi cara se sonroja de forma involuntaria.
El presidente baja su teléfono y camina hacia nosotros. Me detalla de pies a cabeza y entonces me da una mirada de profundo desdén, igual a esa que recuerdo de hace 15 años.― Oh, mira, pero si es la lanzadora de café y ladrona de ascensores.
Palidezco.
Mi jefe, Andrew, sube sus cejas en sorpresa y una pregunta se forma en su cara.
Sonrio inocentemente y tiendo mi mano hacia el presidente ignorando lo que acaba de decir.
―Soy Ava Miller, mucho gusto.― Le sonrío tímida enfocando mi vista en su pecho. No puedo ignorar el hecho de que yo misma he creado esta incomodidad desde el primer día, y tenerlo tan cerca no está haciendo que piense cuerdo del todo.
Se para en frente de mí y tiemblo un poco. ―Mucho gusto señorita Miller, soy Maxon Knox.
Él toma mi mano y se me acerca como si fuera a darme un beso en la mejilla. Es muchísimo más alto que yo así que tiene que agacharse para rozar mi pómulo. Noto su respiración en mi oreja y el rubor se me sube automáticamente. Su mano es caliente sobre a la mía y su respiración me envia escalofríos a la parte baja de mi espalda, se siente como una eternidad esperando el beso pero no me separo de él hasta que lo oigo susurrar en mi oído.
―Pagarás por lo de esta mañana, Ava, así que bienvenida a tu propio infierno.