Regla número 8: De la atracción mental no te libras ni cerrando los ojos. Ariadna. Andábamos por la calle entre risas. Oliver me rodea los hombros con su brazo, manteniéndome calentita en su costado. Le escucho embelesada mientras me va contando que de pequeño quería ser vaquero. Le encantaban los caballos. —Una vez fuimos de excursión a un rancho —dice acomodándome aún más en su costado—. Mi hermano Adam es muy fanfarrón y decía que él montaba a caballo mejor que yo —dice negando con la cabeza—. Nos montamos de un salto en unos caballos que había sueltos en el ruedo y estos empezaron a brincar y a patalear. —Me río—. Mi madre gritaba y corría de un lado a otro por detrás de la cerca de ruedo. —Una sonrisa tierna se dibuja en sus labios al recordarla—. Tardamos poco en m