No te detengas

1160 Words
Paris observó una vez más a Sebastián al salir del tocador. El hombre era mayor que ella, debería rondar entre los 32 años, obviamente era un hombre experimentado, lo cual la inquietaba un poco, pero no fue motivo suficiente para desistir de ir con él. —¡Por fin te encuentro! —dijo Madison como si su alma hubiese regresado a su cuerpo, estaba preocupada, llevaba un rato buscando a Paris por todo el club sin lograr encontrarla. —¿Quién es el guapo? —preguntó al observar al apuesto hombre junto a su amiga, lo recorrió con la mirada y supo que era el hombre que vieron en la fila —Soy Sebastián —respondió con su gruesa voz y Madison se presentó de inmediato. Aunque Madison hubiera querido hacer más preguntas, observó el sonrojo en el rostro de Paris y prefirió dejarlo para después. —Volveré al hotel, estoy muy cansada —mintió Madison haciendo un gesto de bostezo, fingiendo que estaba cansada. —Pero tú sigue disfrutando, supongo que Sebastián puede llevarte —sugirió observando a Sebastián. Él observó a Paris, y esperó a que ella asintiera para responder. —Yo la llevaré —dijo a Madison y ella mostró una sonrisa. Madison sabía que la ropa que llevaba Sebastián era costosa, al igual que el Rolex en su mano y sus zapatos. Ella no estaba dejando a su amiga con un extraño cualquiera. «Como lo recetó la abuela» pensó Madison y se alejó, aunque en realidad no salió del club, solo rodeó el lugar y regresó a la barra para seguir bebiendo y disfrutando de la música. Paris y Sebastián salieron del club, esperaron a que les entregaran el auto de Sebastián y subió en él cuando Sebastián le abrió la puerta. Paris presionó sus muslos tratando de ocultar su nerviosismo y aunque tuvo la oportunidad de salir de ahí, no quiso hacerlo. Estaba harta de no poder disfrutar siquiera de pequeños momentos y si de algo se arrepentiría en su vida, no sería de pasar la noche con ese apuesto extraño. Sebastián condujo para llegar al hotel donde se estaba hospedando, ambos iban en silencio, mismo que se encargó de romper Paris. —¿Vienes solo? —preguntó ella ladeando la cabeza para observarlo. Sebastián mantenía la mirada al frente, Paris pudo admirar mejor su perfilado rostro, su nariz era respingada y sus ojos tan profundos, tan azules, sin duda era un hombre demasiado guapo. —Mi hermano se casa la próxima semana, hoy es su despedida de soltero —mencionó Sebastián sin desprender su mirada del camino, agregando que iba acompañado de otros amigos. Paris presionó sus labios, pensando que seguramente habían ido en busca de mujeres y una noche alocada. —¿Tu hermano es mayor? —indagó un poco ella. Sebastián desprendió por unos segundos la mirada de la avenida para verla, ladeó una sonrisa y devolvió la mirada al frente. —Lo es, por algunos minutos… somos gemelos —espetó con naturalidad, Paris imaginó como sería ver a dos hombres tan hermosos juntos. —¿Y tú? ¿Por qué estas aquí? —cuestionó queriendo saber un poco más de ella. Paris omitió que había ganado una beca, pues no quería darle tanta información personal, después de todo, no volvería a verlo. —El padre de mi amiga está aquí por negocios y nosotras venimos a acompañarlo —respondió encogiéndose de hombros, aquello no era mentira. Paris no era buena mintiendo, sin embargo, solo no estaba diciendo toda la verdad. Al llegar al hotel, Sebastián abrió la puerta de Paris y la guio al interior. El hotel donde se hospedaba era mucho más lujoso que donde estaban ellas, Sebastián colocó una mano en la espalda baja de Paris y la llevó al ascensor y después hasta su habitación. Una vez que ingresaron, bastó realizar una llamada para que les llevaran una botella de champagne, con nerviosismo, Paris tomó la copa. Aquella habitación no decía mucho de él, solo que debía ser un hombre muy rico para costear un lugar como ese, aun así, Paris no quiso saber más, ella no quería conocerlo, sus mundos eran completamente diferentes y estaba bien. Las luces de la habitación eran tenues, lo cual creaba un ambiente más íntimo, el enorme ventanal mostraba la hermosa vista de la ciudad que parecía vivir de noche, estar ahí con él, era como un sueño y Paris no pensaba despertar de él, no en ese momento. Sebastián se acercó a ella y retiró la copa vacía de su mano —Eres hermosa Paris —susurró inclinándose cerca de sus labios. Paris bajó la mirada, pero de inmediato supo que esa actitud no la llevaría a ningún lado, entonces la elevó y la mantuvo fija en los ojos de él, Sebastián sonrió antes de romper por completo la distancia y besar sus labios. Sebastián disfrutó del sabor del champagne de su boca y Paris separó sus labios para darle paso a su lengua, fue un beso intenso, apasionado y mojado. La mano de Sebastián fue a la cintura de Paris y la apretó con fuerza. Paris gimió al sentir la erección de Sebastián en su estómago, él era grande y fuerte, mientras ella era pequeña y delgada. Paris sintió la lengua de Sebastián moverse en el interior de su boca y sus manos grandes acariciar su cuerpo. Nadie nunca la había besado de una forma tan intensa, su centro se humedeció con el feroz agarre de sus manos y un nuevo jadeo soltó cuando sintió sus manos en sus muslos. Paris se tensó, jamás había estado con ningún hombre, y el que Sebastián acariciara la piel de sus muslos, de sus nalgas y llevará sus manos hasta el borde de sus bragas era algo que la mojaba por completo, pero también algo que le provocaba miedo. Sebastián había estado con muchas mujeres y jamás había tenido que detenerse, sin embargo, Paris era diferente, se notaba muy tensa, nerviosa y usando todo su autocontrol, Sebastián se separó un poco de ella. —Eres virgen —dijo él con sorpresa, jamás había estado con alguien sin experiencia. El pecho de ambos subía y bajaba. Paris asintió con la cabeza, ser virgen no era algo que la avergonzara. No es que estuviera guardando su virtud hasta el matrimonio, ni siquiera se había planteado la idea de casarse algún día. —¿Estás segura de esto? —preguntó Sebastián con seriedad. No quería detenerse, quería seguir, el deseo que sentía por ella era grande, pero sintió la necesidad de parar, de saber que ella estaba segura de lo que estaba haciendo —Debes saber que una vez que desees seguir, no voy a detenerme —expuso con sinceridad y Paris sin pensarlo asintió. —No te detengas — pidió sujetando el brazo de Sebastián, para recibir sus labios nuevamente. . . . NOTA DE AUTOR: El 1 de abril comenzamos con las actualizaciones diarias.
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