Varios días atrás . En Florencia, Italia, la sala de la majestuosa galería llamada “Uffizi” era inundada por la luz suave que penetraba a través de las ventanas de arcos altos, estaba repleta de visitantes maravillados. Sin embargo, Lucía Armenta, una reconocida artista se encontraba absorta frente a una obra particular: “El nacimiento de Venus” de Sandro Botticelli. Con su mirada fija en la pintura, los ojos de Lucía seguían cada trazo delicado que componía la figura de Venus, emergiendo de una concha en medio del mar. Sus dedos parecían reproducir los movimientos invisibles de Botticelli, aquella pintura famosa le recordaba a un excelente colega talentoso, irónicamente no es que le recordase a las pinturas de aquel hombre, la pintura le recordaba algo personal, a la vez que conoció a