Al culminar sus clases, Paris acudió al café como cada día, presionando la correa de su bolso y ajustando el gorro rosado que llevaba para cubrirse del frio, Paris abordó un taxi que la llevó hasta ese lugar del que la gente tanto disfrutaba. Paris sustituyó sus prendas abrigadoras para colocarse un delantal azul y ató su cabello en una coleta como hacía cada día que visitaba el café. Con paciencia ingresó a la bodega y comenzó a revisar cuantos bultos de café sobraban, pues últimamente la cafetería se llenaba tanto, que el abastecimiento de recursos no era suficiente. —Si tienes tiempo, me gustaría hablar contigo acerca de la vacante para el nuevo empleado —expuso Kendal, quien había tomado ese día el turno de la tarde. Paris realizó algunas anotaciones en su cuaderno y luego dirigió su